157 personas murieron este domingo por la mañana luego que el Boeing 737 MAX8 de Ethiopian Airlines en el que viajaban se estrellara cerca de Addis Abeba, Etiopía cuando se dirigía a Nairobi, capital de Kenia.
Se trata del segundo accidente en menos de seis meses en el que se ve involucrado el más reciente modelo de la empresa Boeing, luego que en octubre del 2018 otro avión de su tipo operado por Lion Air se estrellara en el mar de Java, matando a sus 189 ocupantes.
Las investigaciones preliminares no apuntan a que ambos accidentes estén conectados, sin embargo levanta sospechas dado que el primer vuelo de este tipo de aviones se dio hace menos de dos años. Según expertos, esta aparente coincidencia obligará a las autoridades a examinar si existen circunstancias comunes entre ambos incidentes y si hay una posibilidad de que un potencial fallo de diseño esté detrás de los accidentes.
Boeing presentó el 737 MAX8 como un reemplazo del B737-800, con un fuselaje más largo y con un alcance de vuelo de 6690 kilómetros, frente a los 6510 kilómetros de su predecesor; además de ser entre 10% y 12% más amigable con el ambiente.
Un error humano no figura como una de las principales causas del accidente en este momento, dado que Ethiopian Airlines goza de muy buena reputación internacional y se le considera una aerolínea segura para viajar.
CFM International, empresa fabricante de los motores de los aviones accidentados reportó en octubre (luego del accidente de Lion Air) que sus inspecciones se centraban en este momento en determinar potenciales anomalías en el proceso de fabricación de los discos de las turbinas, sin embargo, las pruebas de más de 2000 horas de vuelo no habían arrojado problemas con esa pieza.
El Boeing 737 MAX8 accidentado este domingo era uno de los cinco aviones de su tipo que posee esa aerolínea y de acuerdo con las agencias internacionales de noticias, este le fue entregado el pasado mes de noviembre a la empresa.