“Solo buscan fama”, “Deberían agradecer que alguien se fijó en ellas”, “Buscan dinero”, “Es un montaje”, “A mí nunca me hizo nada”, “Hay que respetar el principio de inocencia”, “Seguro andaba toda provocativa”, “¿Por qué esperó tanto?”, “Poco de feminazis”.
Podría seguir, y hacer esta nueva columna de aquellas frases tan fuertes que se leen en las redes sociales respecto a las denuncias de violación y abuso sexual, que han divulgado distintas mujeres contra el exmandatario Oscar Arias en los últimos días. Incluso podría compararlas con las reacciones que se dan en torno a casos de corrupción, incluyendo aquellos en los que no hay evidencias, pero si hay una reacción colectiva de exigir “justicia” y “cárcel” para los imputados.
Pero no, no quise hacer esta columna enfocada en quienes con su machismo se vuelven cómplices del sufrimiento de la víctima. Sí, hacer comentarios de duda, burla, odio o de justificación sobre abusos o violaciones, son acciones violentas que impactan de forma concreta en las víctimas, hacerlos es ser partícipe del sufrimiento de las mujeres que están denunciando y de aquellas que aún se mantienen en silencio.
Formar una red de apoyo, de sororidad y empatía, dar una voz de acompañamiento, de que nos acuerpamos, y eso incluye alzar la voz desde cada espacio, por eso esta columna la hago acerca de esas mujeres tan valientas, y como un recordatorio de que la sororidad y empatía no deben ir en función del acusado, si no de ellas, que han alzado su voz, han decidido salir a exigir justicia, han comenzado una lucha contra las relaciones de poder, esas que afectan y generan divisiones sociales, esas que nos violentan.
Romper el silencio implica revivir lo ocurrido, así haya pasado un año o treinta y cinco años, no es fácil, es un proceso doloroso en el que se muestra el sufrimiento vivido, por lo que nadie debería atreverse a juzgarlo o cuestionarlo. Cada víctima elige el momento en el que denuncia, incluso muchas víctimas deciden no hablarlo nunca, por el miedo al que les agredió o violó y por miedo a ser juzgadas de forma pública, con frases como las citadas en el primer párrafo, donde ponen en dudan o simplemente no les creen la denuncia.
Pero yo les creo, porque conozco ese proceso en carne propia, en relatos de amigas, conocidas, compañeras, y que han sido cometidos por “hombres sin poder”.
Yo les creo, porque todas hemos sido víctimas, desde el acoso callejero, por el cual en la calle nuestro cuerpo le pertenece a todo aquel que quiera verlo, llegando incluso a ser propiedad de quien decida tocarlo. Les creo porque se ha normalizado la violencia hacia nosotras desde siempre y estamos ante una generación que decide no callarlo más, que decide denunciarlo.
Les creo porque su acto de valentía empodera a muchas más, y le da voz a quienes no pueden alzarla. Les creo porque nos criaron en una cultura donde somos vulnerables, donde el miedo nos llena y el temor a lo que ocurra es diario.
Yo les creo porque a mí también mi papá y me mamá me dijeron desde niña que desconfiará siempre, me enseñaron que debo hablar y denunciar lo que me ocurre, aunque aún estamos en un proceso de aprendizaje sobre lo difícil que es hacerlo. Les creo porque vivimos desde niñas con temor.
Les creo porque como mujer joven en espacios políticos, he visto de cerca como las relaciones de poder involucran el abuso, incluyendo el sexual, les creo porque hasta las “mesas de trago” de políticos se vuelven un espacio de acoso para la mujer que decida asistir, les creo porque las miradas o las formas de dar apoyo van en función del físico. Les creo porque contra esa forma tradicional, contra esas relaciones de poder, muchas luchamos.
Les creo porque juntas estamos dando la batalla porque nuestra dignidad sea como mujer, como persona y no como objeto, porque esta lucha es compartida, porque quienes denunciaron mandaron un mensaje rotundo a quienes a través del poder abusan, a quienes han guardado silencio en función de la complicidad con el acusado, diciendo que no están solas, a ellas les decimos que somos muchas con ustedes.
No es por fama, por dinero, por sacar provecho o por generar un drama, es por exigir justicia, para ellas y para quienes han sido víctimas y lo sienten desde el silencio. Tampoco es un montaje o cualquiera que sea la teoría de conspiración que exista, es solo el momento en que ellas han decidido denunciar. Dejen de justificar, dejen de juzgar a las víctimas, hagan un alto a las ofensas y violencia ejercida contra ellas, no sean cómplices, mejor demuestren a las mujeres de sus círculos cercanos que ustedes les van a creer a ellas, que ustedes jamás podrían justificar una violación o abuso sexual.
Yo les creo, ustedes no están solas.
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