Pareciera que algunas personas vienen aceptado hasta hace poco que las mujeres pueden ejercer voto y pueden ser electas como políticas también.

La médica que puso la denuncia contra el expresidente Arias apuntó temerosa pero valiente a Goliat; tanto daño le hizo Goliat y su sociedad que tuvo que agarrar fuerza de muchos lugares para hacerlo.

Por supuesto, esto no la hace a ella ni más ni menos, que las personas que no denuncian, pero si la hace una revolucionaria, valiente y fuerte persona. Tal vez se imaginó que estaría sola, que iba a pasar a ser portada de periódicos por algo que nadie añora y tal vez se imaginó que se iba a enfrentar al gigante sola.

Pero tener una tropa, como la tiene, definitivamente es otra cosa, es esperanzador, es solidario, es una fuente de sororidad pura. Ver a tantas mujeres desconocidas apoyando a una valiente, siempre es esperanzador, cada vez que las mujeres se unen así es esperanzador porque históricamente la sociedad se ha preocupado de que estén lo más divididas y alejadas posible.

Este es solo el principio, poco a poco van a empezar a caer los patriarcas como óscar Arias que han llegado y nacido revolcándose en el poder, y tras de todo, en el poder para hacer cosas de una manera antojadiza, egoísta, claro y evidentemente corrupta —entre tantos calificativos más—.

Más allá de que fuera buen o mal político, ahora es acusado de ser un agresor y violador sexual, no hace falta ser el más popular. La víctima está denunciando al exmandatario por algo y eso es digno de admirar de ella y de reprochar de él.

Pero ¿será Oscar Arias, el único gigante de los políticos que se ha servido de su poder para andar irrespetando mujeres? Pues no, y eso lo podemos afirmar sin dudarlo las mujeres que hemos estado un poco o mucho en política.

Hay muchos, de todos los tamaños y colores, todo esto está lleno, es como una peste de hombres que no se cuestionan sus privilegios y que más bien los utilizan a su favor para ejercer su doble poder, el poder político y el poder de ser hombres, o machos.

Algunos son más inteligentes, te piden resolver las broncas más tarde, cuando sea de noche, cuando mejor vamos por una birra para estar más “relax”, cuando ir a una casa es más cómodo. Cuando te llevan a una gira como si fuera un premio y te dicen que luego del trabajo “hacemos algo”. Idean conflictos imaginarios para que sea la chica la que tenga que ir a resolverlos porque con nadie más quisieron tratar.

Así podríamos extender la lista interminablemente con ejemplos en la política y en la vida en general, que al escribirnos duelen menos pero no desaparecen... Pero no más. No más. Algo, finalmente, está cambiando.