La mayoría de mis referentes en periodismo nacional son mujeres fuertes. Quizá no debería sorprenderme, fui formado por mi madre y mi hermana, que son para mí ejemplo de fortaleza, resiliencia y sobre todo, decencia. Por alguna razón no han sido liderazgos masculinos los que más me han marcado. Mi primera jefa fue Maritza Blanco, en una oficina de abogados en La California. Abogada paciente, competente, dulce, valiente, firme. Guardo un cariñoso recuerdo de ella. De mi segunda jefa, lamentablemente no recuerdo el nombre. Trabajé a su cargo en la Defensoría de los Habitantes, en los consultorios jurídicos. Admiré profundamente la fortaleza que tenía para coordinar a un grupo privilegiado de estudiantes de derecho mientras tenía la responsabilidad de ayudar a tantas y tantas personas que llegaban en situaciones desesperantes, a buscar auxilio. Entiendo que hoy día el servicio ha mejorado, pero entonces... se trataba casi de hacer milagros. Ella intentaba hacerlos.
Ya entrando en materia ...