Más de medio centenar de personas murieron anoche en el estado de Hidalgo, México, luego de una explosión originada en un ducto de la petrolera estatal Pemex que fue perforado para robar gasolina.

Según informó el gobernador estatal, Omar Fayad, la cifra de muertes llegó a 66, mientras la de heridos está en 70. Entre las víctimas hay menores de edad y adolescentes.

Las autoridades advirtieron que muy probablemente la cifra de fallecidos se incrementará una vez los cuerpos de rescate puedan llegar al epicentro de la explosión.

El gobierno desplazó al Ejército para acordonar la zona y evitar que más personas se acerquen a la tubería.

Horas después de esa fatídica explosión, las autoridades reportaron otra en las inmediaciones de San Juan del Río, en el estado de Querétaro. Allí no se registraron heridos ni fallecidos.

El presidente de México, Andrés López Obrador arribó en la madrugada al sitio de la tragedia y prometió ayudar a los familiares de las víctimas, pero dijo que fortalecerá su estrategia contra el robo de combustible, actividad que se conoce localmente como “huachicol”.

Esto desgraciadamente demuestra que hay que terminar con esta práctica que llevó a la tragedia

López Obrador tomó la decisión de que Pemex suspendiera el suministro de combustibles a través de tuberías para así combatir el creciente robo a la empresa, cuyas pérdidas el año pasado por esa práctica alcanzaron los 6 mil millones de dólares.