A menudo Gerardo me comentaba lo cómodo que estaba con su bajo perfil. Esto me llevó a pensar si él hubiese preferido que no escribiera nada sobre su muerte. Si haría mejor en no mencionarlo o aludirlo. Pero también recuerdo su gratitud cada vez que rescaté sus ideas en editoriales o palabras prestadas del 2018 o cuando leí un pequeño texto suyo en Café Para Tres, un par de semanas atrás. A Gerardo le gustaba sentirse parte del equipo, aunque fuera de forma “no oficial”.
Gerardo fue uno de dos “voluntarios” que se acercaron por su cuenta el año pasado. Su interés en el acontecer económico, social y político nacional era tanto que terminamos armando un chat en el cual conversábamos a diario sobre las principales noticias de la jornada. A menudo compartía con nosotros pequeñas disertaciones sociológicas y filosóficas sobre los retos de la comunicación y la democracia en la era moderna.
Sufría, de verdad, con la desinformación y la agresividad en las redes. Era un tema que le angustiaba y por ello no dejaba de sugerir ideas para tratar de contrarrestar ambos males desde Delfino.CR. Hace un par de semanas, me escribió:
“Diego disculpe el atrevimiento de hacer una sugerencia para el sitio, pero creo que éste debería ser un mensaje/estrategia que se debe visibilizar. Imagino que como la Asamblea ya se fue a vacaciones, viene un periodo de descanso para Delfino.cr, entonces sería un punto interesante a tocar como mensaje de fin de año. Es algo sobre lo que reflexionar: Esta polarización de la campaña ¿qué lección nos dejó? ¿Qué comportamientos vamos a seguir repitiendo? ¿Vamos a volver a caer en la trampa?”.
Le confesé que me encontraba un poco frustrado con la escalada de violencia y agresividad en redes, incluso desde quiénes están llamados a contrarrestar el odio, a evitar el surgimiento del totalitarismo, el autoritarismo y el fundamentalismo construyendo puentes, no quemándolos. Le hice saber que sentía que nuestro impacto a nivel de proyecto seguía siendo limitado, ¿cómo no? El algoritmo de las redes (¿de los humanos?) está diseñado para exponer y potenciar todo aquello que huela a incendio, linchamiento y enojo.
No se dio por vencido:
“Te entiendo, pero siento que hay un ligero enfoque distinto. No es solo un llamado a dejar las ofensas y al odio como usualmente hacés. De tu discurso he interpretado que señalás lo desgastante que resultan los ataques, que no aportan a la comunicación ni a la solución de problemas. (Pero) también habría que sumar una advertencia a que esos exabruptos de los progresistas ante las provocaciones serán usados para llevar al fundamentalismo al poder. Reconozco tu esfuerzo en esa línea y sé que el sitio aunque ha crecido aún no le llega a todo el mundo. Lo que se puede hacer desde cada trinchera tiene sus límites... es probable que esta gente de Twitter ni te lea a vos. Al rato en los que te leen sí ha calado el mensaje. Sin embargo, igual es preocupante que aún suceda. Es como ver un carro que se acerca a toda velocidad a la línea del tren. La aguja empieza a bajar, el tren suena el pito, la gente cerca grita con todas las fuerzas y aún así el carro no frena. La colisión se ve venir pese a todas las advertencias”.
Gerardo quería que tuviéramos esta conversación. Le preocupaban las señales que manda el mundo y le preocupaba que, enfrascados en pleitos “entre nosotros” termináramos perdiendo el rumbo. Apatía. Indiferencia. Enojo. El caldo de cultivo para una torta está ahí, latente. Encima no sobran irresponsables hablando de presos políticos como si no conocieran los alcances del término. Ejemplos similares sobran.
Alcanzamos, afortunadamente, a felicitarnos en Navidad y año nuevo. Incluso nos dio tiempo de conversar, días atrás, sobre el nuevo conflicto limítrofe y Gerardo nos dijo:
“Esa laguna tiene una situación muy extraña y particular. La gente no entiende por qué si la playa es de Costa Rica y el territorio alrededor también es de Costa Rica, la laguna y el banco de arena es Nicaragüense. Esto sucedió por la evolución natural de la frontera, que se erosionó con los años. Tanto es así que al mojón inicial que se puso hace décadas y que marcaba el inicio de la frontera, se lo tragó el mar. Si uno ve un mapa antiguo, todo cobra sentido...”.
Durante meses habíamos hablado de política, economía, sociología, psicología y ahora nos sorprendía con una lección de historia y geografía. Resulta que Gerardo, en su tiempo libre, años atrás, administró el sitio actasalexander.blogspot.com. “Teníamos un montón de mapas antiguos, era muy didáctico, incluso investigué en la biblioteca online del Congreso de Estados Unidos. Pero tuve un problema con el sitio donde se guardaban las fotos y actualmente salen como borradas. Las fotos aún las conservo en mi compu, no he podido retomar el proyecto y arreglar el sitio porque la u me quita mucho tiempo, pero creo que debería por su valor didáctico”.
No tuvo la oportunidad de hacerlo; falleció antes de tiempo, este miércoles, a los 30 años.
Antonio (el otro voluntario) me preguntó si cerraríamos el chat. Resolvimos que hacer algo así sería un legado inapropiado para Gerardo. La inquietud que lo llevó a hablarme y a ofrecer su ayuda una y otra vez es, a final de cuentas, la que buscamos despertar con este proyecto. Esa chispa. La chispa de que nos importe y el entusiasmo para querer hacer algo al respecto, no solo durante las elecciones. Gerardo representó y representa a la persona para la que trabajamos. Optamos entonces por continuar con el grupo y sumar nuevos aliados para seguir hablando de lo que nos importa, de lo que nos interesa; del país. De cómo podemos ayudar.
Tendremos presente a Gerardo durante todo el 2019. Trabajaremos para estar a la altura de la última solicitud que nos hizo. ¿Qué aprendimos de la polarización del 2018? ¿Cómo podemos trabajar para alcanzar acuerdos que no pongan en riesgo nuestra democracia? Aprendimos mucho. Podemos hacer mucho. Haremos mucho.
¿Qué puede hacer usted? Para empezar, recordar el consejo de Gerardo, no caer en provocaciones y no responder desde el enojo. Necesitamos conversar y muy particularmente, escuchar. Especialmente más allá de nuestra cámara de eco. Eso incluye a nuestras familias. Encuentre aquello que tenemos en común, diría Rusell. En resumen: más que ser entendido, tratar de entender. No digo que sea sencillo. No lo es. Pero definitivamente es el camino para un futuro cuyo bienestar nos abrace a todas y a todos.
Cierro citando una vez más a Gerardo y recordando lo que me dijo cerca de Navidad —y de su cumpleaños— cuando le recomendé tomar un respiro de Twitter porque me preocupaba que afectara su salud mental.
“Yo he venido aprendiendo técnicas para que no me afecte. Es irracional enojarse o dejar que a uno le provoque angustia el hecho que los demás sean como son. Si uno se siente afectado es por una fantasía de control. Es querer cambiar el otro y que sea distinto a como eligió ser. El equilibrio radica en ver el fenómeno, analizarlo y aceptar que esa es la realidad aunque a uno no le guste. Que no hay razón para que ello te provoque emociones negativas”.
Actuemos, pues, desde otro lugar. Desde un lugar que dé sentido a nuestro trabajo, a nuestras relaciones, a nuestra vida. Viendo siempre hacia el frente, porque como decía Gerry, “hay que recordar la importancia de nunca recriminarse el pasado, que ya no se puede cambiar. Es otra idea fantanciosa que solo causa ansiedad”. Avancemos entonces, que todavía nos falta mucho.