No conocí a Freddie en persona, nunca estuve en sus bacanales ni en su casa, ni siquiera lo acompañé al médico. Así que vaya usted a saber si es verdad, mentira o hipérbole lo que cuentan de sus fiestas, como eso de que duraban tres semanas y pasaban enanos con bandejas de cocaína en la cabeza. De ser verdad, supongo que alguito habría habido que poner en una película sobre él. O no, ¿por qué? Cada cual con su interpretación, cada cual que lo pinte como quiera, aumentándole unas características y rebajándole otras. A mí sí me parece que su lado báquico tiene que ver con su arte y que por algo no escribió: “Las flores del campo se van a caer, la virgen María las va a recoger, que viva, que viva, la virgen María”, firmado: Freddie Mercury.
Un muchachito con talento más silvestre que trabajado, que tuvo la desgracia de descubrirse gay, por mucho que quiso negarlo: así lo pinta la película Rapsodia Bohemia. Un alma candorosa, manipulable, a la que todo le hubiera salido perfecto si no se hubiera metido a maricón, palabra cuidadosamente omitida, por cierto. Tres besos hay en el film: el beso no muy lenguado a una mujer, su esposa, beso oficial aprobado por la Unicef; un beso a la fuerza, forzado por otro hombre, encarnación del mal; y un beso pulcro a otro hombre, ni modo, pues se ha confirmado que ese sí fue por amor.
A juzgar por la película, a Freddie le pasó lo que a muchas feministas: que todas las desgracias les vienen por los machos. Los machos que, como todas sabemos, están deliciosos, para chuparles los dedos, pero que son de “ver y no tocar” si una no quiere morirse de sida, como le pasó a Freddie. Por cierto, la película hace mucho, pero mucho más, hincapié en la célebre enfermedad que en las orgías que –supuestamente– la provocaron.
Se dice (entre tanto que se dice) que Mercury quería mantener esa privacidad con respecto a su vida sexual. Puede ser y está bien que tal voluntad sea respetada aún hoy; pero que la película tiene un tufillo aleccionador, sí. Sí, pero no es eso a lo que iba sino a la dificultad de echar esa mirada sobre nosotras mismas. Es interesante cómo y cuándo hacemos esa construcción del personaje con respecto a nosotras mismas. Qué ensalzamos, qué omitimos. La construcción del propio personaje: ahí las quiero ver.
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