En estos días, miles de estudiantes alrededor del país han obtenido sus resultados de los exámenes de bachillerato.  Este proceso, es indispensable para ellos para graduarse de la educación diversificada nacional y aspirar a un estudio universitario.  En el contexto de este año, con la huelga que ha afectado tan directamente el ámbito educativo, el tema de los exámenes ha sido fuertemente criticado por varios sectores.

El MEP informaba que el nivel de aprobación era de un 82%, histórico y muy superior al del año anterior.  Sin embargo, “hay truco” decía la noticia compartida en Defino.cr porque sólo cerca de un 25% (9.025 de 36.100 estudiantes) habría aprobado sin las “ayudas” del MEP.  Quiero compartir alguna reflexión sobre los exámenes de bachillerato y esas “ayudas” del MEP que pareciera, fueron un invento de este año para contrarrestar la huelga.

Tipo de examen

El examen de bachillerato es mayoritariamente memorístico, y esto, es difícil de eliminar cuando se tiene un temario acumulado de dos años, y se desea realizar una prueba estandarizada de selección única.

Es de reconocer, sin embargo, los esfuerzos en los últimos años por actualizar los programas y los temarios, así como las formas de evaluar y preguntar.  Por ejemplo, hace unos años, existían unas 20 o 25 preguntas en el examen de matemática que podían resolverse con solo saber usar algunas de las funciones de la calculadora, sin necesidad de “entender” el principio matemático que se estaba aplicando.  Hoy en día, las preguntas y los temas en matemática han cambiado para evitar estas “trampas” y poder medir, (¿realmente?) las destrezas matemáticas.

Desigualdad

En una ocasión que visitaba una zona rural del país con unos estudiantes de undécimo año, uno de ellos, extranjero que estaba de intercambio me preguntó: “Profe, pero el examen de bachillerato que hacen mis compañeros no es el mismo que hacen los jóvenes de acá, ¿verdad?”.  Se sorprendió enormemente cuando le respondí que sí.  Pero no es justo, me dijo.  Y tenía razón.  Él, con tan solo unos días de estar ahí, pudo percibir la abismal diferencia entre un estudiante que ha recibido la educación de un buen colegio privado del Área Metropolitana, y un estudiante de un liceo público de una zona rural; y le pareció una gran injusticia someter a ambos estudiantes a la misma prueba.

Tenía razón, no es justo.  Al menos es claro que no han tenido las mismas condiciones.  El colegio privado en donde él estaba tenía en promedio 6 horas-reloj de clase por día, mientras que los estudiantes de ese liceo rural con suerte llegaban a 3 horas de clase entre el recreo y el tiempo en el comedor estudiantil.

Nota de presentación

Hasta el año anterior, la nota de presentación acumulada entre décimo y undécimo tenía un valor del 40% de la nota de bachillerato y la nota obtenida en el examen tenía un valor del 60%.  Recordemos que bachillerato se aprueba con una nota de 70, aunque con el redondeo, un estudiante ya puede aprobar con 68,5.  Esto quiere decir que si un estudiante tenía un 90 de promedio de presentación, equivalía a un 36 de 40.   Para obtener el 70 que necesitaba para aprobar, solo le faltaba un 34 de 60 en el examen, lo cual equivale a un 57.  Obviamente, entre más alta sea la nota de presentación, menos “obligado” iba un estudiante al examen.

Este año, en el contexto de la huelga, el MEP decidió variar esa distribución porcentual, dejándola finalmente en 60% la nota de presentación y 40% el examen de bachillerato que realizan los estudiantes.

Esta medida claramente pretendía beneficiar a los estudiantes, pero no es tan descabellado pensar que es buena opción mantenerla.  ¿Por qué?  Tiene mayor sentido que para poder aprobar la etapa de secundaria, tenga mayor valor las notas obtenidas durante dos años de estudio que  un examen que el estudiante realiza en tres horas.  Evaluativamente, tiene mayor coherencia esta medida con todo el proceso educativo, exacto, proceso.

La nota de presentación tiene el problema de que es manejada a criterio de cada colegio, que la debe reportar al MEP unas semanas antes de las pruebas.  Existe la posibilidad de que algunos colegios “inflen” las notas de presentación para beneficiar a sus estudiantes.  Esto en principio, no causaría ningún problema con el proceso de bachillerato ya que no es un proceso competitivo entre los estudiantes (no hay estudiantes que le quiten el campo a otros en el número de aprobados).  Sin embargo, ese mismo promedio de presentación se utiliza en la admisión a las universidades, y ahí sí, es competitivo el ingreso; y notas “infladas” pueden beneficiar a unos y dejar por fuera a otros.  Pero ese es otro tema a analizar, diferente a bachillerato.

Curva

Ha habido mucho revuelo por el “empujón” que tuvo que dar el MEP en esta ocasión para mejorar los resultados de las pruebas de bachillerato.  En este año, el MEP dio una “curva” de 6 puntos, en la mayoría de colegios diurnos.  No es una ayuda en el examen.  No.  Es una ayuda en la nota final del estudiante.  Es decir, en este año, si un estudiante tenía un 90 en el promedio de presentación, equivalía a un 54%; y si se sacaba un 50 en el examen, obtenía un 20% de porcentaje.  Así, su nota final sería 54+20 = 74.  Pero con la “curva” de 6 puntos la nota le llegaría finalmente a 80.

Es un gran empujón porcentualmente hablando.  Pues esto es además de las preguntas que se eliminan en cada examen por dificultad.  Sin embargo, lo que no se dice habitualmente es que eso se realiza todos los años.  El MEP las ha justificado históricamente diciendo que se debe a “la distribución de frecuencias de los resultados de las pruebas y en el criterio de las autoridades ministeriales”.  En los últimos 10 años, las ayudas han sido de 3 puntos (2009), 6 puntos (2010 y 2018), 7 puntos (2011 y 2012), 8 puntos (2013, 2016 y 2017) y 9 puntos (2014 y 2015).  Como vemos, ni siquiera es el “empujón” más grande que se ha dado, inclusive en años en que no hubo huelga ni ningún contratiempo; es más una práctica habitual para “mejorar” los resultados de los estudiantes, y quizás una forma de no perjudicar a algunos estudiantes por la desigualdad expresada anteriormente.

Necesidad

Yo sí creo que son necesarios los exámenes de bachillerato, o algo similar, que permita evaluar el proceso educativo al terminar la etapa de secundaria.

Es cierto que para muchos estudiantes de colegios de calidad son un mal necesario.  Por ejemplo, los estudiantes de colegios científicos o de colegios públicos o privados de gran calidad, están acostumbrados a un nivel de dificultad mucho más alto que el de los exámenes de bachillerato.  El que deban presentar estos exámenes, implica que sus maestros se concentren en el último trimestre a preparar dicho examen, pudiendo mantener un nivel más alto y exigente con sus estudiantes.

Sin embargo, hay muchos colegios para los cuales bachillerato es al menos, una garantía de que los estudiantes recibirán los temas que se evalúan en el examen.  De alguna forma evita que algún profesor pudiera, pasar dos años sin abarcar materia y aprobando a los estudiantes, sin que haya ninguna forma de control.

Las pruebas de bachillerato arrojan información útil.  Esa información debería utilizarse para definir políticas del estado en materia educativa, detectar zonas que necesitan mayor inversión de recursos, y hasta para evaluación del proceso educativo (docentes incluidos).   Eso, está en manos del MEP.

Quizás hay mejores formas y propuestas que la forma que tienen actualmente los exámenes de bachillerato, y por eso debería reflexionarse sobre este tema y llegar a una solución que nos permita tener un sistema educativo más fortalecido, al menos, hasta que llegue una huelga.

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