“En Nicaragua, los chanchos vuelan” dice un refrán popular con el que Carla Pravisani abre su nuevo libro Mierda, que fue censurado en la nación del norte hace un par de semanas. Ayer, cuando nos topamos con la nueva movida de Ortega titulada “Iniciativa de Ley de Promoción de una Cultura de Paz y Reconciliciación“, lo confirmamos: del otro lado del San Juan la realidad no sólo supera la ficción, sino que ni siquiera se distingue de ella.
Es la única razón, “lógica” digamos, que podemos encontrarle a este proyecto “pacificador” con el que nos sale ahora el régimen Ortega-Murillo y que tantas alertas está levantando. El proyecto busca dar amnistía a todos los que fueron acusados ante tribunales en el periodo de abril a julio de este año… excepto los acusados de terrorismo, toma de rehenes, conspiración, traición, entorpecimiento de servicios públicos, fabricación, tráfico, tenencia y uso de armas… entre otros delitos que solo afectarían a la oposición, lo que quiere decir que la amnistía sería solo para los paramilitares pagados por el gobierno, mientras que aquellos que sean hallados culpables de alguno de estos crímenes perderán su nacionalidad como nicaragüenses. ¡!
Los chanchos vuelan TANTO que si se aprueba este proyecto, la prensa deberá “contribuir a preservar la libertad e independencia del país, la democracia, a defender la soberanía nacional y la autodeterminación del pueblo nicaragüense” y los bienes de las personas que lleven más de 24 meses ausentes del país —sí incluidas esas que huyen de la persecución política— serán confiscados por el régimen.
El argumento es el mismo de siempre: en abril hubo un intento fallido de golpe de Estado. Como si los entre 325 y 528 muertos no significaran nada.
Hace un par de días hablaba con un inmigrante nicaragüense en el país, de los que llegó hace unos meses a ser recibido con marchas xenófobas, y escucharlo hiela la sangre: es como si los últimos 40 años no hubiesen pasado y Somoza aún fuese el dictador. Pero no: es un gobierno que con la bandera de una presunta y mancillada izquierda, aprisiona a un pueblo que nos grita del otro lado que, costarricenses, esto está y seguirá pasando. Ahí, justo al otro lado.
Es hora de que dejemos de concentrar nuestra atención en el tipo de las pastoras en Heredia, y la focalicemos en lo que realmente importa: que del otro lado los chanchos están volando bala y esa es una de esas cosas que importa ¡y ya! Los gritos en Nicaragua no pueden callarse.
Este editorial es parte del Reporte: ¿Golpazo a las pensiones de lujo? No. Mientras tanto, en Limón…
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