La huelga contra el “Plan Fiscal” nos desnudó como país, evidenciando la indiferencia de algunos ante la grave situación económica del país. Atrás quedó el legado de los trabajadores incansables, los labriegos sencillos que nos heredaron un Estado Benefactor.
La brecha social crece de forma desmesurada y temas como la volatilidad del dólar, el pago de aguinaldos en el sector público y el aumento del endeudamiento del país se cuelan en las discusiones familiares.
Con gran dolor, esta semana me enteré de una empresa que despidió a 36 personas. Ellos fueron obligados a disminuir su personal por una baja significativa en las ventas. Mientras estas familias se preparan para enfrentar el desempleo, otros tienen más de dos meses de estar en casa sin trabajar y recibiendo su salario con toda tranquilidad.
Entonces nos damos cuenta de que somos dos mundos en un país, aquellos que se aferran a los privilegios que ensanchan sus salarios y el resto.
Se estima que en el 2019 el país pagaría ¢2,2 billones en pluses salariales, esto en la cumbre de una crisis fiscal que ha bailado frente a nuestros ojos por 16 años.
Pasan los días, y mientras algunos todavía discuten una postura a favor o en contra del “Plan Fiscal”, las opciones van caducando. Como si esto no fuera suficiente, la huelga escudada en proteger a la clase trabajadora ha dejado importantes repercusiones en el funcionamiento de algunas instituciones:
La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) perdió 16.100 millones de colones, más de cien mil personas perdieron su cita de consulta externa y 3 330 pacientes no fueron operados.
Los estudiantes que iniciaron sus pruebas de bachillerato la semana pasada, tienen casi dos meses sin clases. A ellos les robaron la oportunidad de tener un profesor que les aclarará sus dudas y que validara los resultados de sus prácticas previas a un examen que definirá su futuro profesional.
Con un nudo en el estómago trasciende que 556 educadores del MEP salieron del país sin haber solicitado vacaciones o un permiso sin goce de salario.
La huelga nos dejó trifulcas entre manifestantes y policías, el cierre de importantes vías nacionales al son de la Zumba, a la llama de la independencia recorriendo el país en helicóptero y una la irrespetuosa escena en la Plaza de la Cultura, donde se increpó al Presidente.
En medio de este escenario, en la Asamblea Legislativa el “Plan Fiscal” se aprobó en primer debate con 35 votos. Ahora se desconoce si la segunda votación será posible, el país espera con dientes apretados a que la Sala Constitucional defina el destino del proyecto 20.580.
A pesar de que los juzgados declararon ilegal la mayoría de los movimientos de huelga. Queda una decepción al ver que la Municipalidad de Santa Ana no pudo aplicar ninguna sanción a quienes por la huelga se ausentaron de sus labores un mes y medio.
Naufragaron los labriegos sencillos y tomaron el barco personas que no ven más allá que sus intereses personales.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.