Parece increíble, pero el Gobierno no logra amarrar una buena semana. El mismo día en que la Administración Alvarado Quesada se apuntó una victoria en la Sala Constitucional, con el visto bueno al Plan Fiscal, aparecen los rumores de que la ministra de Salud no dejaba el Ministerio por razones de salud, sino que habían sido presiones externas —de las tabacaleras— las que habrían forzado la salida de Guiselle Amador.

Como suele suceder en los gobiernos PAC, los problemas se originan en su incapacidad de comunicarse efectivamente, y ya parece que esto no es solo hacía la ciudadanía, sino que se ha extendido a lo interno del propio gabinete.

Sobre los rumores de las razones detrás de la salida de Amador de Salud, Rodolfo Piza señalaba en conferencia de prensa “No conozco los detalles, pero efectivamente como fue comunicado y así lo hemos entendido, y así lo entendió el presidente de la República, el tema era las razones de salud”… ¿¿¿???

Entonces, ¿se supone que debemos creer que la ministra de Salud entendió que le estaban solicitando que dejara el puesto, cuando no era así, y que el presidente entendió que la ministra tenía problemas de salud, que ella niega haber tenido?

Hemos reiterado que el Gobierno tiene amplios problemas de comunicación, empezando por Juan Carlos Mendoza, ministro de Comunicación y ausente el día de ayer de la conferencia de prensa, pero aceptar que hemos llegado al punto en que la explicación que nos dan de una salida del Gobierno es que “así lo entendió el presidente” es un nuevo punto bajo para esta —y cualquier— administración.

Mientras tanto, como pudieron leer en el punto 2, las fallas al comunicar aumentan —las ya de por sí abundantes— teorías de la conspiración y continúan metiendo piedras innecesarias al camino de un Gobierno, que si algo necesita es claridad absoluta.

Este editorial es parte del Reporte: Jornada de reveses para Casa Presidencial… y para Celso