Costa Rica no tiene problema de crecimiento económico, ni de inflación, ni de atracción de IED, ni del sector externo; tiene un problema focalizado en el Financiamiento del Gobierno Central, que pesa solo el 20% del PIB, si lo medimos por el gasto. El 80% de la economía está sana pero una sola naranja pudre al resto.

Durante las últimas semanas aumentaron los portadores de malas noticias sobre la situación económica del país. La mayor parte de estas personas carecen de argumentos sólidos y razonables para sostener los malos augurios que están esparciendo. Esas voces de alerta aprovechan cualquier coyuntura para propagar predicciones que mezclan elementos de verdad con otros de fantasía.

Lo que ha venido sucediendo es que la deuda está parqueada en el mercado nacional y este es pequeño:

  1. El mercado interno es de corto plazo y ha hecho que se acumulen demasiados pagos que no son refinanciables en un ambiente de incertidumbre.
  2. En Costa Rica los depósitos y el ahorro es de cortísimo plazo el 90% de las captaciones de depósitos son de menos de dos años.

Lo que pasa con la deuda interna es semejante a financiar una casa con un préstamo a 2 años. Aunque se tenga la capacidad de pago en dos años no podremos hacer el pago y nos veríamos en carreras cada dos años para buscar otra deuda.

El 19% de la deuda del Gobierno Central es deuda externa y el 81% es deuda interna, es un tema de ley que hace engorroso el financiamiento afuera donde el mercado es grande.

Lo que Costa Rica tiene es un problema de déficit fiscal alto, no uno de sobreendeudamiento. Si no dimensionamos correctamente la situación del país —que cuenta todavía con mucha capacidad de financiarse— podríamos tener el efecto de expectativas autocumplidas. Básicamente ser los responsables de nuestras propias predicciones muchas de ellas infundadas.

No hay que enfocarse solamente en lo negativo, porque los mercados escuchan y actúan según esas expectativas. Y eso sí nos puede llevar a una crisis de muy grandes dimensiones.

Por ejemplo, lo que ha ocurrido con el tipo de cambio se debe a que hay falsas hipótesis esgrimidas por diversos actores.

  1. La primera de ellas es que Costa Rica padece actualmente de una crisis de sobreendeudamiento. Cuando más bien, si nos comparamos con otros países de América Latina y el mundo —que tienen la opción de colocar deuda en el mercado internacional— lo que encontramos es que la carga de la deuda con relación al PIB es baja.
  2. Otra falsa hipótesis es que el tipo de cambio debe ser fijo, sin variaciones. Nuestro país tiene una apertura total en la cuenta de capitales. Cualquier costarricense puede mover sus recursos hacia el exterior o traerlos de afuera. Esto provoca que los cambios en las tasas de interés en otros países hace que algunos capitales se reposicionen en otros mercados. La recomposición de los activos y carteras que tiene el país afecta el mercado cambiario.

Otro factor a tomar en cuenta es que el mercado costarricense ha entrado en un estado de nerviosismo por una reforma fiscal que se atrasa, a pesar de los esfuerzos que se realizan y el compromiso —que ya se ejecuta— de contención del gasto público.

Lo cierto es que el Banco Central cuenta con más de $6.800 millones de para intervenir en el mercado cambiario. Los movimientos en el tipo de cambio tienen una explicación clara. Hay una serie de factores para que el tipo de cambio suba, como el aumento en el precio del petróleo, que va a causar en el corto y mediano plazo una erogación de hasta $400 millones de más para que el país importe el mismo combustible por año.

Otros elementos que se deben considerar son el aumento en las tasas de interés en los Estados Unidos —que provoca la recolocación de capitales— y el pago que ha debido hacer el Ministerio de Hacienda de algunos préstamos.

Son todos factores normales, que el país ha experimentado en el pasado, sin que esas vicisitudes en el tipo de cambio fueran desestabilizantes. Hace 10 años incluso tuvimos el tipo de cambio cercano a los Ȼ600 y luego cayó a Ȼ490, lo cual es factible en un mercado cambiario de oferta y demanda.

También se han presentado críticas a un megacanje exitoso por una deuda de más de Ȼ300 mil millones que urgía pasar a un plazo más largo y la oferta de entes financieros por $600 millones en contratos de colocación de la semana pasada.

Las expectativas negativas que algunos lanzan alertan a todos los inversionistas como si estuviéramos en un escenario catastrófico. Lo que realmente necesitamos es aprobar el Proyecto para el Fortalecimiento de las Finanzas Públicas y así generar la confianza necesaria para que este país crezca, combata la pobreza y construya nueva infraestructura.

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