La Constitución Política es obra humana, pertenece al mundo de la cultura; es decir, posee una objetividad propia, separada de la de sus creadores. Esto implica que la Constitución es incapaz de evolucionar por sí sola y, más bien, requiere de la acción de las generaciones presentes para adaptarla a las nuevas necesidades.

La experiencia enseña que las constituciones, para que cumplan sus propósitos, deben responder a los principios y valores, así como a las necesidades y aspiraciones que poseen las personas en los tiempos actuales. Como recuerda Jefferson, el presente es de los vivos, no de los muertos. De ahí, el derecho que cada generación tiene de adaptar libremente la Constitución a su realidad, como lo hicieron las generaciones que le precedieron.

En virtud de lo anterior y debido a la manifiesta crisis en la que está sumido el aparato institucional desde hace muchos años, de manera generalizada, en Costa Rica se comparte el criterio sobre la necesidad de someter nuestra Constitución Política a una profunda revisión. El dilema que se plantea es cómo hacerlo. Algunos piensan, que se debe hacer mediante el procedimiento de las reformas parciales, a cargo de la Asamblea Legislativa (art. 195 CP) y, otros, mediante una reforma general, a cargo de una Asamblea Constituyente (art. 196).

A mi entender, quienes defienden el camino de las reformas parciales no se dan cuenta de que la Asamblea Legislativa está saturada de propuestas a las que no dedica tiempo. En principio, en ese Poder de la República se deberían discutir reformas constitucionales, los días miércoles de 4 a 5 de la tarde, pero esto casi nunca sucede.

Además, son tantos los cambios requeridos, que los diputados carecen de la serenidad y la visión de integralidad que el análisis de dichas reformas exige. Por otra parte, la Sala Constitucional, en los votos número 2771—2003, 14632-2006 y 6118-2013, ha dicho que la Asamblea Legislativa, mediante el procedimiento de las reformas parciales, no puede introducir cambios a la Constitución que afecten las decisiones políticas fundamentales.

Ante esa perturbadora realidad, un grupo de costarricenses organizados desde la sociedad civil, considera que el camino más viable para realizar la tan ansiada reforma constitucional es mediante la convocatoria de una Asamblea Constituyente. En consecuencia, hemos presentado ante el Tribunal Supremo de Elecciones un proyecto de ley con tales propósitos para que sea el pueblo, mediante un referéndum ciudadano, quien convoque dicha Asamblea.

Con el fin de dar a conocer, explicar los alcances de este proyecto y solicitar su apoyo, en nombre de la comisión central del movimiento ciudadano que impulsa la convocatoria de la Asamblea Constituyente, solicito que nos reciba en la Casa Presidencial.

En ese contexto, además de explicar el proyecto citado, queremos analizar:

  • ¿Por qué es tan importante la Constitución Política?
  • ¿Cómo se reforma?
  • ¿Por qué y para qué se debe reformar?
  • ¿Por qué la reforma de la Constitución es conveniente hacerla en épocas de paz?
  • ¿Obstáculos en el camino?
  • ¿Qué respondemos a quienes se oponen a la modernización de la sociedad y del Estado costarricense?
  • ¿Qué es una Asamblea Constituyente?
  • ¿Quién la convoca?
  • ¿Cómo se integra?
  • ¿En qué consiste el referéndum ciudadano, que con el aval del Tribunal Supremo de Elecciones, estamos impulsando?
  • ¿Principios inspiradores del proceso constituyente?
  • ¿Para cuándo se prevé la convocatoria?
  • ¿Cómo podemos ser parte de este gran proyecto de modernización nacional?

La actividad está planeada para que los temas de fondo se expliquen durante unos 45 minutos y que después haya un período de preguntas o un conversatorio, lo más abierto posible, según a usted le parezca. En este proceso, planteamos que la Constitución vigente ha perdido fuerza normativa, por lo que requiere ser actualizada de acuerdo con las necesidades, principios y valores de los tiempos actuales.

Insistimos en que cada generación tiene el derecho de cambiar sus normas de convivencia y de decidir sobre su presente y su futuro, y que negar este derecho a la sociedad es, por definición, negar el carácter democrático de dicha sociedad.

Señor presidente: las condiciones están dadas para fundar la Tercera República, mediante la convocatoria de la Asamblea Constituyente y la promulgación de una nueva Constitución que nos permita vivir mejor a todos –la Constitución del bicentenario-. Es una oportunidad única que no se puede desperdiciar. ¡La paciencia ciudadana está a punto de agotarse!

Señor presidente: usted tiene el liderazgo, la legitimación y la posibilidad de cambiar la historia y constituirse en el reformador del Estado. No haga caso a quienes le digan que no estamos preparados o le hablen de peligros y mitos como el de la caja de Pandora. Hay dos formas de no hacer nada en este mundo: oponerse a todo y apelar al miedo. La función de un gran líder es la de eliminar los obstáculos, generar confianza entre la gente y propiciar los cambios que la sociedad y el Estado requiere.

Señor presidente: usted le ofreció al país una reforma profunda de la sociedad y del Estado. No podemos seguir haciendo remiendos y poniendo parches en un sistema ineficiente. Es tiempo de emprender la reforma integral que nuestro Estado necesita. Aquí tiene una oportunidad de oro para refundar la República y permitirnos a todos vivir mejor. Por primera vez en la historia, la gente está deseosa de ser arquitecta y constructora de su propio destino. Tome la decisión y nosotros le ayudamos. Llegó el turno de transformar Costa Rica. El reto es de todos.

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