Muchos de nosotros nos sentimos atrapados en el medio de un momento caótico, en el que, al menos hasta ahora, ha imperado la confusión y, como era de esperarse, la falta de información veraz, clara, congruente y... “desapasionada”.
Ya dije días atrás que cada quien habla de la feria como le va en ella y hoy toca agregar “como quiere contar que le fue en ella”. Porque el Gobierno quiere (y necesita) transmitir una imagen de que todo está bajo control incluso si no es así. Es comprensible, la situación es grave, delicada, no estamos para improvisaciones ni cantinfleos. Y sin embargo...
Mientras algunos siguen comentando las medias que andaba el ministro de educación cuando se encaramó en un helicóptero con una antorcha apagada (really?) un grupo cada vez más grande de ciudadanos empiezan a preguntarse si de verdad la Fuerza Pública será capaz de rebelarse contra el Gobierno la próxima semana...
Múltiples fuentes dentro de la Fuerza Pública han confirmado a Delfino.CR que distintos movimientos insurgentes procuran conseguir el respaldo necesario a dicha iniciativa y el propio Albino Vargas se atrevió a adelantarlo en Extra TV la tarde de ayer: “Los trabajadores de la Fuerza Pública en cualquier momento se nos unen...”.
Sobra decir que de suceder tal cosa enfrentaríamos una situación más que delicada, gravísima, pero no hay por dónde recibir un comunicado al respecto del ministro de Seguridad, Michael Soto, quien ayer lo que nos contó fue que a) los oficiales que se desplomaron por agotamiento en Barranca caminaron 40 minutos con el equipo encima... y b) un grupo de personas no identificadas provocaron múltiples daños en el poliducto de Recope que sale de Limón y llega al Valle Central.
Sí, así estamos.
Por cierto: me alegra mucho que un grupo de huelguistas haya asistido a los oficiales que se descompusieron: no esperaría uno menos. Tampoco es como que los costarricenses hemos descendido tanto en una espiral de odio y violencia como para permitir que otra persona se desplome del cansancio frente a nosotros y que no nos nazca de inmediato acercarle un vaso con agua. ¿Cierto?
En fin. Es de esperar que hoy el presidente de la República celebre una cadena nacional. Ojalá anuncie que están conversando con los oficiales de la Fuerza Pública, escuchándolos y atendiéndolos porque es evidente que si este tema del descontento que vienen sintiendo se le sale de las manos la crisis va a ser de otro nivel.
Nótese, además, que el panorama no es precisamente prometedor. Ayer los sindicatos rechazaron la mediación de los rectores... y anunciaron (al menos ANDE) que pretenden paralizar funciones en el muelle: “Estamos ejerciendo mucha presión, con el simple hecho de parar unas horas de funciones en el muelle, el país deja de percibir millones de colones, así que no aflojemos compañer@s, sigamos adelante con más fuerza, ni un paso atrás”.
Albino, por su lado, dijo que la segunda semana de paralización “será de lujo” (¿?).
En el ambiente hay una muy angustiante sensación de anarquía, incertidumbre y zozobra que no se puede disimular. Nótese que el plan de mis letras hoy no es pecar de alarmista ni mucho menos: hemos trabajado día a día tratando de llevar hasta a ustedes la información que vamos logrando constatar laburando paralelamente en calmar los ánimos y en hacer reiterados llamados al diálogo. Porque seguimos creyendo que ese es el camino.
En ese sentido y, hartos como ustedes del secretismo, la pateadera de pelota y la desinformación, hacemos eco de una formidable iniciativa de Julia Ardón: “Me encantaría que cuando se comience el diálogo entre el gobierno y el sector sindical las sesiones se transmitan en vivo a la ciudadanía. Para que todo el mundo escuche los argumentos”. Y rescatamos, también, las palabras de Olman Briceño: "Todos los actores podrían flexibilizarse en sus posiciones para que la cuerda no se rompa".
Precisamente. De eso se trata: y cuanto antes.