Editorial

La semana pasada les hablé de mi intención de lograr que cada uno de ustedes sienta que puede “hacer algo” por el país. Que de una u otra manera se involucre. Como saben, este medio no pretende ser solo un boletín de noticias, aspira a ir mucho más allá. Incentivar la participación de la ciudadanía y levantar la altura del debate son dos de nuestros objetivos fundamentales.

Mover a las personas, sin embargo, no es sencillo, especialmente si están “contentas” o “distraídas”. La presión que impone la era moderna en la juventud sumada a la decepción generalizada en torno a todo lo que tenga que ver con política explica que muchas de las mentes más brillantes en nuestra juventud (ya sueno como un tío) se entreguen al cinismo o a la apatía.

Lograr un impacto lo suficientemente notable para subrayar la necesidad de una conversación país que sume a todos los sectores y que evite entregarse al juego de la posverdad (como de nueva cuenta hemos visto esta semana en lo que al plan fiscal refiere) es tarea casi imposible y en ocasiones una labor frustrante. Especialmente si (por el momento) uno solo está “armado” con un teclado.

Me explico...

Cuando vi la reacción de los más de mil comentarios que acompañaron la visita de Albino Vargas a CR Hoy tuve que obligarme a recordar que aquellos mensajes no eran representativos del sentir (o del ser) de la mayoría de los costarricenses. ¿Cierto? El punto es que (me atrevería a decir que) cerca del 90% tenían una carga negativa. Nótese que la furia no estaba dirigida solo contra Albino, se repartía también para salpicar a los periodistas.

Costaba encontrar una voz tratando de rescatar puntos intermedios o elementos constructivos del intercambio desde ambos frentes. La lluvia de ideas iba más bien de la furia a la falacia ida y vuelta sin romper ese patrón. Como resultado pareciera que “todo el mundo” está enojado aunque que “nadie” sabe por qué. Ese ha sido el común denominador de la discusión en Costa Rica en los últimos días... semanas... meses.

Procurar hablar de serenidad, diálogo y consenso en medio de esa tormenta... no es sencillo. Un incidente tan complejo como el de Serena Williams en el US Open es fiel reflejo de la conversación que estamos teniendo en la era moderna: radical, absoluta, visceral, carente de intermedios. O fue una malcriada que le robó el brillo a su rival o fue víctima de la persecución racista y sexista del árbitro.

Bien pudo ser ambas cosas, bien pudo ser ninguna, bien pueden existir un sinnúmero de elementos adicionales a estudiar, investigar, considerar y conversar. Pero en las redes una invitación a ese tipo de acercamiento pasa desapercibida, el impulso, en términos generales, es más bien digno de la reina en Alicia “¡Que le corten la cabeza!”. ¿A quién? Eso no importa: pero que se la corten a alguien.

Piense usted en los pensamientos que despierta en Costa Rica la palabra sindicato. Van por el mismo camino. ¿Cierto? ¿Cuántas personas conoce usted que puedan darle argumentos de fondo que respalden con propiedad la huelga de mañana o bien que expliquen por qué no es de recibo? Más complicado todavía: ¿Cuántas conoce capaz de encontrar puntos rescatables y valiosos de todas las partes enfrentadas en este conflicto?

Hoy, cruzando correos con una joven estudiante, me escribió: “Querer polarizar la discusión es parte del triunfo de un sistema de que no cuestiona, no critica y entiende defender el país de una sola forma: huelga. Que por mucho es necesario y ha sido imprescindible para grandes luchas en favor de las personas, pero no es la única receta del bien”.

Ahí donde lee usted “polarización” es donde debería leer: ganancia de pescadores. Ahora pregúntese: ¿Quiénes están pescando? ¿Cómo ayudamos a serenar la marea para empezar a hablar de una pesca —disculpen el lugar común— sostenible?

Ahora mismo estoy leyendo varios libros en busca de respuestas. Estamos, a consciencia, tratando de vencer el algoritmo del enojo que condiciona a Facebook y a las redes sociales a reproducir con mucha más celeridad el contenido que nos indispone. No es tema menor. Por lo pronto ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros en la “vida real” por el país. Ya iniciamos una conversación interesante en Inteligencia Colectiva. Acérquese. Anímese a compartirnos sus ideas. Viene una semana complicada, necesitamos encontrar felices puntos de partida para, entre todas y todos, empezar a aportar desde otro lugar más respetuoso, más informado y más constructivo.

En una hora hablará el presidente. Escuchemos. Y mientras tanto, leamos, por favor, a Abril Gordienko.