“Cree el ladrón que todos son de su condición”, me dijo mamá cien mil veces cuando era niño.
Ayer, durante nuestro almuerzo semanal, me preguntó doña Teresa cómo me hizo sentir que la mayoría de los comentarios en Facebook sobre mi intercambio con Luis Guillermo Solís fueran negativos. A ella, evidentemente, le dolió lo que tuvo que leer. Le costó poner las cosas en su lugar: es mi madre y yo soy su hijo, ella sabe quién soy y de qué estoy hecho y... lo demás es lo demás.
¿Qué quiero decir con esto? Que la mayoría de las cosas que se leyeron no representan a “su hijo”, ni siquiera a “el medio de su hijo”. Responden a la realidad y la lectura de cada cada una de las personas que comparte su punto de vista, sea desde el estómago, sea desde el hígado, sea desde el cerebro. Una realidad que por supuesto, nosotros queremos ayudar a transformar desde otro lugar: educación, comunicación, escucha.
Le dije entonces: mamá, no pasa nada, era esperable, aquello dice más de “nosotros” como sociedad...