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Editorial

Lo único constante es el cambio, nos dice la sabiduría lírica de la calle. Tal cual: las rueda de la historia no se detienen. Hoy, que San José se llenará de colores para reconocer y celebrar el Día Internacional del Orgullo LGBT tenemos el gusto de publicar en Teclado Abierto al presidente de la República quien escribe:

"Lo cierto es que podrán venir tiempos difíciles, pero más temprano que tarde nos encontraremos en un abrazo de igualdad plena. Que nadie se esconda ni esconda su amor, porque ese día nos espera".

Así es. Ese día nos espera y está cada vez más cerca.

De cuando en cuando —cada par de años, tal vez— me gusta visitar la página de Wikipedia de matrimonio igualitario. Adjunta un mapamundi que poco a poco se va “coloreando” a medida en que más y más países reconocen el derecho que tienen todas las personas a iniciar una familia (con o sin descendencia) junto a quien lo deseen en igualdad de derechos y obligaciones. “Love is love” se traduce facilito: amor es amor.

Distintos sucesos (como la agresión a Carlos Enrique Alvarado y el ritual de exorcismo que celebraron dos caballeros esta mañana) nos recuerdan que lamentablemente, por optimista que sea el panorama —y lo es— todavía falta un buen trecho por recorrer. Es a todas luces evidente, por ejemplo, que nuestra Fuerza Pública pide a gritos capacitación en el tema. El país requiere seguir invirtiendo —y cada vez más— en la educación de sus habitantes, desde la más temprana infancia. Ya lo hemos dicho antes: nada es más importante en la construcción de una sana y pacífica convivencia que la educación emocional.

Por excelencia los dos principales enemigos del progreso social y humano hacia un mundo de igualdad y equidad son el machismo y la ignorancia. Ayer precisamente aludíamos a Uruguay como uno de los países modelo de América Latina gracias a su bajísima taza de analfabetismo (alrededor de 1,5%). ¿Sorprende entonces que sea su legislación tan progresista? No. Y si estamos poniendo los ojos donde los queremos poner (Índice de Progreso Social) el camino es uno solo y está clarísimo: hacia adelante.

Así lo han entendido autoridades del sector público (encabezas por el propio Alvarado) y líderes del sector privado por igual, respondiendo, en alguna medida, a la voluntad del propio pueblo. Porque sí, si algo de “referendo” —para bien o para mal— tuvieron las pasadas elecciones el resultado no pudo ser más obvio y contundente, el país que quieren las nuevas generaciones es el que ya se está construyendo.

No sorprende entonces que esta semana en uno de nuestros reportes redactáramos el siguiente párrafo:

“Unas 40 empresas y organizaciones se comprometieron con la Declaración de San José: 10 principios en contra de la discriminación por motivos de orientación sexual, identidad y expresión de género y a favor de la promoción de los Derechos Humanos de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI), en una actividad promovida por la Alianza Empresarial para el Desarrollo (AED), Pride Connection CR y el apoyo del Comisionado Presidencial LGBTI”.

Así fue como llegamos a estampas históricas como la de los edificios del ICE y el INS iluminados con los colores de la diversidad para amargura de todos aquellos que siguen marcando “carita enojada” en Facebook al pie de las fotos sin terminar de aceptar que “más temprano que tarde nos encontraremos en un abrazo de igualdad plena”. No se puede ir en contra de la historia. O bien, se puede, pero al final la historia siempre gana.

El solo hecho de que una cadena televisiva dedicada a los deportes (principalmente al fútbol) se haya dado el lujo de emitir 24 horas su señal en blanco y negro para manifestar el respaldo a la conmemoración que hoy reconocemos y recordamos habla millas del punto al que hemos llegado. Mientras tanto, ese minúsculo grupo de “indignados” sigue manifestando su oposición a un mundo inclusivo y equitativo utilizando plataformas como Twitter, Facebook y Google... todas referentes de aquellos principios a los cuales se oponen...

La suerte, esa suerte, está echada. Aunque la propia Sala Constitucional de vueltas sobre su propia cola. Aunque los magistrados busquen largas y cortas, aunque se pensiones, aunque se retiren, el futuro será igualitario y equitativo porque las ruedas del tiempo “le guste a quien le guste y hable quien hable” —por aludir a un pastor—.... no se detienen.

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Adicionalmente, siempre con Nicaragua presente quiero adjuntarles este manifiesto que recibí el día de hoy y que me parece prudente y necesario difundir.

Iniciativa universitaria por Nicaragua

(San  José, junio de 2018)

Manifiesto

Hace cien años, la juventud universitaria de Córdoba, Argentina, proclamó que ya no podía y que estaba cansada de soportar a los tiranos. También dijo que si esa juventud había sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no podía negársele el derecho de intervenir en el gobierno de su propia casa. Así nació, el 21 de junio de 1918, el principio universal de la autonomía universitaria. Cincuenta años después, fue mayo de 1968: la primavera francesa. En México, la juventud universitaria salió a la calle y por lo menos 200 personas fueron masacradas en Tlatelolco. En la Universidad estatal de Kent, Estados Unidos, también cayeron estudiantes a manos de la policía. Veinte años después, en 1989, ocurrió la masacre de la plaza de Tiananmen, China, con cientos de estudiantes muertos. En todos los casos los gobiernos alegaron que las víctimas eran agentes de fuerzas oscuras, ajenas y perniciosas.

Y en el presente le ha tocado el turno a la juventud universitaria nicaragüense, que nos ha dado lecciones para una nueva geografía: en los trópicos también hay primaveras. Y también la han masacrado. Este 21 de junio del año 2018, el día más luminoso del año en el hemisferio norte, amaneció con muchachas y muchachos enfrentados en las calles con un gobierno opresor, al que no le ha temblado el pulso para poner el tiro en medio de los ojos. Matan estudiantes, ocupan las universidades, y liquidan sin problemas el principio de la autonomía universitaria. Pero de todos modos la Primavera Nicaragüense va.

Quienes abajo firmamos, gente universitaria, denunciamos lo que está sucediendo en Nicaragua, donde los muertos son más de doscientos. A la vez, señalamos el casi total silencio con el que las universidades centroamericanas han reaccionado ante la matanza de estudiantes. Entendemos que la solución a los problemas de Nicaragua debe surgir y está surgiendo de la propia ciudadanía nicaragüense. Pero nuestras universidades no deben callar ante algo que amenaza su esencia misma. La juventud universitaria nicaragüense no puede ni debe resistir sola. Por eso, llamamos a las universidades centroamericanas, en particular a las costarricenses, a pronunciarse claramente y a defender el principio de la autonomía universitaria por el que hoy mueren, en la primavera de sus vidas, centenares de jóvenes nicaragüenses. Proponemos que las universidades se declaren territorios de acogida para quienes huyen de la violencia y la muerte. Sabemos que también han sido violentados y asesinados integrantes del movimiento campesino, del sector ambientalista, de grupos defensores de los derechos humanos y otras personas igualmente valientes e inocentes. Pero en lo que toca a la gente universitaria decimos que no eran delincuentes, que eran estudiantes. Cada vida que se pierde es un proyecto de mejor futuro que se trunca de una persona, de una familia y de un país. Cada momento que titubeemos es tiempo concedido a los que preparan la próxima emboscada. Ha llegado la hora de decir que eran y son estudiantes y que, en la medida de nuestras posibilidades, aquí tendrán cobijo y protección.

Víctor Hugo Acuña, Walter Antillón, Gabriela Arguedas, Alonso Brenes, Soili Buska, Alberto Cortés, Helio Fallas, Marco Fournier, Yamileth González, Pascal Girot, Carlos Granados, Alexander Jiménez, Dina Krauskopf, Manuel Martínez, María Montanaro, José Otilio Núñez, Carlos Sandoval, Danilo Saravia, Mario Zúñiga y ochenta firmas más.