Es posible que no nos alcancen 10 vidas enteras para volver a atestiguar una semana como esta en Corte Plena. Las noticias que trascendieron entre el lunes y el viernes parecen propias de una versión tropical de Juego de Tronos o Casa de Cartas. Un guión adaptado para Netflix fácilmente ganaría el Grammy.

Lo de el lunes fue insólito. Recién el jueves 12 el presidente de la Corte Carlos Chinchilla caminaba con una sonrisa de primera plana. Sus compañeros magistrados habían decidido la noche anterior sancionarle apenas con una amonestación escrita luego de que desestimó una causa por tráfico de influencias abierta contra Víctor Morales Zapata y Otto Guevara por supuestamente haber favorecido los intereses del Dr. Cemento, Juan Carlos Bolaños.

Recordemos que A) Chinchilla mintió cuando al desestimar la causa aseguró que no había contactos telefónicos entre Bolaños y los diputados (existían cientos y venían adjuntos en el expediente) B) Chinchilla desestimó en solo 6 días (en casos similares la Sala tarda un promedio de 78 días en resolver) y C) Celso Gamboa ASEGURA que Chinchilla y Otto Guevara son cercanos amigos, razón por la cual Chinchilla debió inhibirse.

Como ven, las irregularidades en este gravísimo caso eran no serias sino extremadamente serias. ¡Especialmente tratándose del presidente del Poder Judicial! Sin embargo, a la hora de definir su sanción por el conveniente despiste, la Corte Plena decantó por una carta de amonestación tanto para él como para sus compañeros magistrados de la Sala III que firmaron la desestimación.

Como era de esperar la ciudadanía pegó el grito al cielo y entonces sí: las cosas se complicaron. Habría bastado con una suspensión de dos meses (tal y como se la aplicó el mismo tribunal a Berenice Smith por el mismo “error”) y tal vez, taaaal vez, se habrían salido los magistrados con la suya. ¿Pero una carta? Impensable. El terremoto en el Poder Judicial fue tal que en cuestión de horas Carlos Chinchilla, inteligentemente, tomó la decisión más importante de su vida: renunciar.

¡Apenas a tiempo! El correo de brujas de la Corte se movió muy rápido el viernes 13 (ajá...) y Chinchilla supo medir que sus compañeros iban a encontrar una forma de dar vuelta atrás al castigo en la siguiente sesión de Corte Plena: ¡el propio lunes! El riesgo era demasiado, estaba claro que Corte iba a procurar “enmendar” —gesto que para nada celebramos— y que en el afán de enviar un contundente mensaje de transparencia y lucha contra la corrupción a la ciudadanía podrían ser capaces de ir más allá de la suspensión y solicitar la revocatoria de nombramiento... eso implicaría poner en juego mucho, mucho pero mucho dinero. Chinchilla, que de tonto no tiene un pelo, anticipó la movida y protegió sus intereses.

El expresidente de la Corte le ganó la vuelta a sus compañeros: apenas entraron a sesionar el lunes les presentó una carta anunciándoles que se acogía a la pensión. Doble puntaje: Ni lerdo ni perezoso ese mismo lunes, en horas de la tarde, demandó al Estado. Y ojo al Cristo, que si ese juicio continúa su marcha podríamos llevarnos una sorpresa (o una no-sorpresa). Por ahora todo es una nebulosa precisamente porque la Constitución así lo pide: ¡opacidad al por mayor cuando de de los supremos poderes se trata!). En medio de todo ese secretismo anacrónico que protege el proceso en cuestión las dudas que quedan sobre la mesa ya trascienden lo legal y alcanzan lo moral y lo ético.

Sabemos, eso sí, que al menos 10 magistrados claramente votaron en contra de la sanción “menor”. La carta publicada en Delfino.CR el domingo pasado no deja pie a dudas, por más que el propio lunes todos sus compañeros pidieran en Corte Plena agregar sus firmas. Aquello fue conmovedor: de pronto los 22 estaban de acuerdo en la importancia de la transparencia. ¡Menos mal!

Lo cierto es que el gesto de Carlos tomó por sorpresa a sus compañeros de la Sala III. Jesús Ramírez, el maestro, curtido y astuto, guardó prudente silencio, como lo ha hecho por los más de 30 años que tiene en la silla.  Pero Doris Arias sintió el ácido de la traición en el estómago. Carlos abandonaba el barco pensión en mano y ahora le tocaba a ella, presidenta del Sala Tercera, enfrentar una suspensión de 2 meses sin pago, justo al final de su nombramiento. El resultado no se traga ni con agua bendita: su reputación inevitablemente manchada y toda esperanza de ser reelegida en noviembre por los diputados completamente archivada...

Careció Arias de la sangre fría de Chinchilla, que calculador y astuto contrató a José Pablo Badilla, especialista en derecho administrativo y en sacudirle las medias al Estado cuando se pasa de la raya. Vistas y sabidas todas las impericias del proceso sancionatorio (desde anunciar en conferencia de prensa un castigo que no está en firme hasta luego autorecurrir la sentencia y modificar su alcance) no sorprendería que Carlos termine por pintarle la cara a todos sus excompañeros. Todo esto, naturalmente, para la desazón de Celso Gamboa, quien ahora que está del otro lado de la ola y grita a todo pulmón: “¡Para mis amigos todo, para mis enemigos la ley!”.

Volvamos a Doris, quien tras el escándalo de la desestimación de Otto y Zapata había dejado que pasaran los meses en modalidad “cerremos filas”. De pronto y sin previo aviso recibió el golpe de Chinchilla y quedó sola y en evidencia. Decidió hablar. Ofreció el miércoles una entrevista junto a María Elena Gómez (la magistrada suplente también sancionada)en La Lupa y ese mismo día ambas presentaron un comunicado de prensa conjunto, en el que trataron de desmarcarse del error de Chinchilla. Pero ya era demasiado tarde.

Para empeorar las cosas, mal asesorada, tomó la decisión de solicitar medidas cautelares para detener la sanción (que, ehm, todavía no estaba en firme) en condiciones tan sospechosas como irregulares. Y por si fuera poco, detrás de ella, la propia Maria Elena fue y repitió el gesto: también de madrugada. Nadie dentro del Poder Judicial se dio por sorprendido cuando el OIJ le cayó la tarde del jueves al juez que le dio trámite a ambas solicitudes, especialmente tomando en cuenta que resolvió la primera con una eficiencia sin precedentes en el Tribunal Contencioso Administrativo y Civil de Hacienda.

Ahora Doris pasó de una sanción disciplinaria a enfrentar una investigación penal por tráfico de influencias. El caso saldría de la Fiscalía General en cuestión de tres meses, pues Doris ya anunció (también el miércoles) que no solicitará al Congreso ser renombrada. Es decir: perderá su inmunidad. El caso, de primera entrada, no luce nada bien y solo viene a complicar todavía más la situación de la Corte, que en cuestión de días ha visto a la Sala Tercera terminar de desarmarse.

Por si fuera poco, ahora los magistrados, en plena “guerra civil” deben de elegir a quién presidirá la Corte Plena. El ambiente, evidentemente, no es el mejor. A todo esto hay que sumar que esta semana la Sala Constitucional anunció que resolverá el futuro del matrimonio igualitario a inicios de agosto...

En la acera del frente, la tensión también aumenta: ¿Por qué el diputado MVP del PLN Carlos Ricardo Benavides se dejó decir “Nos volvimos locos en este país” cuando supo que la Fiscalía decidió intervenir la oficina del juez Alcevith Godinez Prado (el que le dio curso a la solicitud de Doris). ¿Acaso el espíritu de Otto Guevara se apoderó de Benavides?

Sus declaraciones fueron más que desafortunadas, incomprensibles. ¿Por qué motivo pondría todos los focos sobre él cuando no tiene —entendemos— vela en el entierro? Con toooodaaaa la pobredumbre que hay para señalar en la Corte... ¿es ESTE el acto que decide señalar y cuestionar?

¿Acaso no estamos claros en la GRAN cantidad de elementos sospechosos que hay detrás de este trámite? Basta con preguntarle a cualquier técnico judicial si es posible tramitar esa resolución en la cantidad de tiempo que se obtuvo para que quede en absoluta evidencia la respuesta definitiva: NO.

Nos resulta muy, muy inquietante el exabrupto de Benavides. Doble puntaje ver a Francisco Chacón haciéndole segundas escribiendo “Espero que esa investigación tenga algún fundamento y no sea un “fishing expedition”).  Tenemos que decirlo: no entendemos a qué está jugando el PLN cuando intenta desacreditar el trabajo de la Fiscalía.

Lo que yo esperaría, entonces, como mínimo, es que si la investigación sí termina teniendo fundamento (y cuidado, que no es que el río “suena”, es que el río hace un ESCÁNDALO) con la misma vehemencia don Carlos Ricardo pida disculpas a la Fiscalía en el Congreso. Reducir lo que está pasando en la Corte a un pleito de poder es una lectura irresponsable.  Que a la luz de todo lo que hemos venido reportando durante meses (incluyendo las “tortas” del PRN que él dijo no le resulta relevante investigar al Congreso) que sea ESTO lo que lo saque de sus casillas no es incómodo, sino, repito... incomprensible.