El suicidio es un fenómeno psicosocial multifacético envuelto en tabú y misterio, pero sobre todo de una emoción muy fuerte: el miedo. Hoy es muy evidente que también es un asunto político, a raíz del popular “tuit” de Edgar Mora.

En 2012 el Ministerio de Salud lanzó la “Política Nacional de Salud Mental 2012-2021”, que señala que hasta esa política no se había dado un esfuerzo sistemático por trabajar en la prevención y tratamiento de enfermedades mentales, más allá de abordar las adicciones (a través del a creación del IAFA) y algunos intentos de promocionar la salud mental. Lo interesante es que la elaboración de esta política estuvo a cargo solamente de psiquiatras del mismo ministerio y de la Caja Costarricense de Seguro Social. Eso dice mucho también, sobre la visión que se sigue teniendo en términos de la “promoción” de la salud y el tratamiento de la enfermedad mental.

Apenas hace dos años se empezó a trabajar por primera vez de forma multidisciplinaria una “Estrategia Interinstitucional para el Abordaje de la Tentativa Suicida”, pero aún no se tiene en firme. Entre las instituciones que abordan este fenómeno están el ministerio de Seguridad, el INAMU, el PANI, el MEP, la CCSS y algunas ONG que trabajan la problemática así como el ministerio de Salud, ente rector del tema. Es decir, hasta hoy, las personas que trabajan con la problemática (incluyendo los mismos hospitales) cuentan con diferentes protocolos de atención, no hay unificación, muchas veces no hay coordinación.

Desde el interior de la practica privada en psicología el escenario se repite. En mi práctica clínica de 10 años he pasado por muchas empresas, fundaciones y otros espacios. He tenido la oportunidad de acompañar muchísimas personas a través de momentos muy difíciles en sus vidas. La depresión, la ansiedad, la violencia sexual, la violencia en la pareja, los problemas económicos, el uso y abuso de drogas, la ideación suicida y el intento suicida han sido los temas que más han surgido.

Pocas veces se ven campañas de promoción de la salud mental

Una gran cantidad de personas no saben qué es salud mental o cómo acceder a ella. Buscan consuelo en las iglesias, la macrobiótica y hasta en los brujos y el tarot. Por ese motivo tampoco saben cuando se encuentran mal qué es exactamente lo que tienen, no recibieron educación emocional en los currículos educativos... hasta el 2012 fue que el MEP empezó a implementar las populares “Guías de Sexualidad y Afectividad” en las cuales se aborda el tema de la educación emocional. Así que prácticamente todos los que no están en colegio/escuela en estos momentos nunca recibieron educación formal con respecto a qué hacer con las emociones negativas y desbordantes.

Las situaciones de atención inmediata

En los casos en que es una crisis de ideación suicida o incluso un intento consumado, se puede llamar al 9-11, para que un operador se quede con usted en línea mientras la policía llega a donde usted está o en el mejor de los casos la ambulancia con los paramédicos.

Cuando la persona se hizo daño será atendida y tal vez hospitalizada pero sí no, será remitida a consulta externa; donde recibirá atención psiquiátrica, se le brindaran medicamentos y se le dará seguimiento, si tiene suerte en unos tres o cuatro meses. En caso de que sea menor de edad también se coordinara con Trabajo Social o el PANI para que le den seguimiento, también unos meses después.

Además el servicio especializado se da en la GAM, pero ¿qué hacen las personas fuera de la GAM que necesitan atención? Hay tres escenarios posibles:

  1. Si tienen posibilidades económicas buscan ayuda privada. Las citas en psiquiatría y psicología con especialidad en clínica pueden rondar los 50 mil colones por sesión o más. Si es un enfoque breve podría rondar las 8 o 10 sesiones. Los medicamentos originales pueden costar poco menos que la misma cita.
  2. Si tienen recursos de apoyo, les va bien con el medicamento y si se adhieren al tratamiento, mejoran.
  3. Sin apoyo, sin seguimiento, solos, se intentan suicidar de nuevo o se suicidan eventualmente.

Los menores son los más indefensos ante la tramitología institucional

Cuando el paciente está en la infancia o en la adolescencia se atiende junto con la familia o las personas a cargo y se hace la referencia al EBAIS o al Hospital Psiquiátrico y empieza la tramitología para la atención tanto para el servicio de psiquiatría como para el de psicología. Hay que acudir al EBAIS o clínica (si el menor no tiene seguro, el Estado lo cubre, pero debe hacer un trámite adicional) sacar la cita, hablar con el médico que está rotando haciendo su servicio social y contarle su historia de dolor —en 15 minutos— llevar de una vez la referencia de la escuela/colegio (después de haber hecho el trámite para que lo vieran desde el Departamento de Emociones y Conductas).

Si usted puede pagar por privado los 25 mil colones mínimos por consulta, puede también adjuntar el informe clínico de un psicólogo en el cual pide la atención o psicología o psiquiatría y después toca esperar… a que el médico decida si manda la referencia a la especialidad o le escucha y le receta fluoxetina y clonazepam para “calmarle los nervios”.

La realidad dentro de las escuelas y colegios

Es escasa también la cantidad de psicólogos que hay para dar contención y apoyo emocional a las personas que lo necesitan. El MEP no contrata psicólogos para equipos interdisciplinarios desde hace 8 años, y según el Servicio Civil solo hay 146 de estos equipos en todas las escuelas del país. La CCSS no asigna tampoco recursos para plazas en psicología... Se necesita la contratación de profesionales en salud mental, no solamente para medicar en busca de “apagar”, “adormecer” y “bloquear”, las personas necesitan aprender qué hacer con sus emociones y pensamientos en momentos de crisis.

Los docentes tienen años trabajando esta problemática sin protocolos especiales sistematizados. Este nuevo esfuerzo del MEP —que tratan de entorpecer los diputados— es precisamente para mejorar la coordinación y la eficacia de la atención. Hay que ofrecerles a ellos también una educación y contención emocional para que puedan manejar de manera más tranquila y humana y con empatía a esos estudiantes y a las familias que están pasando por esa situación. Después de esa primera ayuda sigue un largo camino hacia la recuperación.

Claramente pareciera que los legisladores que presentaron esa moción nunca han estado en los zapatos de una persona con ideación suicida o de un docente que trabaja no con uno sino tal vez con varios casos al mismo tiempo. Parece también, que nunca han tenido que utilizar los servicios de la CCSS de psiquiatría y psicología.

No se trata de solo hacer protocolos para luego frenarlos como si el fenómeno del suicidio pudiese esperar. Hay que dar una atención eficiente, humana y de calidad a las personas que están pensado en el suicidio como una opción para acabar con su dolor.

Señores y señoras diputados la salud y el acceso a los servicios de calidad son derechos humanos según la misma Organización Mundial de la Salud, por favor dejen de obstaculizar las medidas que toma el MEP en esa materia para que las personas que lo necesitan puedan hacer ejercicio pleno de ese derecho.

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