—Sos Aries, ¿verdad? —. Me pregunta Rodolfo.
—Eso dicen—. Le respondo.

La entrevista la empezamos temprano en la mañana, antes de las nueve, pero más tarde de lo acordado. Habíamos quedado de vernos a las 8:30 a.m., pero es que las presas de este país no tienen nombre y yo no pude llegar a tiempo.

Ante todo, Rodolfo siempre ha sido más gente que político. Aunque es muy político cuando está con la gente. Esto hace que nunca se le escape una mala palabra o la famosa frase que tanto escuchamos los periodistas “esto, aquí entre nos”. Precavido hasta el tuétano.

La política está impregnada en todo su ser, y toda su figura política está impregnada de sus rasgos personales. Dicharachero e impredecible en lo intrascendente. Hace dos años me concedió una entrevista a la que nunca llegó. Un año después concretamos de nuevo, nos entrevistamos y en algún momento de nuestra conversación me dijo que “la política no es utópica, es idealista, por ello no siempre salen las cosas como se planean".

Quién diría que precisamente hoy, esa es la cuesta que debe subir el Gobierno de Unidad Nacional, del que él mismo es, nada más y nada menos que, ministro de la Presidencia.

Desde el propio primero de abril, que Carlos Alvarado se hizo de la legitimidad nacional para presidir el país, era un secreto a voces que Rodolfo Piza era el nombre más idóneo para mediar entre el Ejecutivo y el Legislativo. Sin embargo, evitó confirmarlo cuantas veces se lo preguntaron.

En esta ocasión, no se lo preguntamos. En esta ocasión nuestras preguntas llevaban cierto tono de obviedad, el cual Piza nunca rebatió y, entonces, quedó entendido que sería parte del gabinete Alvarado Quesada, cosa que hizo más fluida nuestra entrevista, evidentemente celebrada antes del anuncio oficial.

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Hace algún tiempo Rodolfo Piza fue columnista del diario La República. Antes de que arrancara la campaña electoral 2018-2022, muchos de los temas de los que él se apropió para intentar llegar a Zapote ya estaban plasmados en sus textos.

A los políticos es interesante abordarlos con respecto a temas a los que ya se hayan referido porque hay margen para poner en evidencia el oportunismo, casi inmanente en política, o bien, evidenciar su capacidad de argumentar sus posiciones con las variantes que trae el tiempo. Por eso, al ya confirmado Ministro de la presidencia 2018-2022, lo abordamos con cuestiones anteriores, pero también actuales...

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Don Rodolfo, empecemos por el Gobierno de Unidad Nacional. Es una expectativa bastante alta la que el término ha sembrado en los costarricenses. El hecho de que usted oficialmente no haya sido nombrado en algún cargo [al momento de la entrevista], no quiere decir que, tal vez, no vaya a formar parte del Gobierno, especialmente tomando en cuenta que usted fue parte central de la campaña de Carlos Alvarado ¿Cuál es su visión de un Gobierno de Unidad Nacional?

—Mi visión es descubrir en los distintos partidos políticos y en la sociedad costarricense qué es lo que nos une y qué es lo que nos separa.

Avanzar en todas las cosas que nos unen sin que nadie tenga que renunciar a sus propios principios y valores. Pero hay muchas cosas que nos unen y en las que a veces no caminamos por estar destacando lo que nos separa.

Las campañas políticas por naturaleza destacan lo que separa a un partido o a un candidato del otro, pero dejan por fuera muchos temas en los que hay relativo consenso, por ejemplo, la lucha contra la criminalidad... existen matices de cómo enfrentarla, pero hay un relativo consenso; hay relativo consenso en el tema fiscal también. Hay que resolver el desequilibrio fiscal, unos piensan que por un motivo y otros que por otro; unos porque saben que es un buen principio y otros porque saben que ya el país no aguanta, que no hay margen para seguir con el déficit.

Pero esos matices don Rodolfo... y usted que tiene mucha experiencia en política, porque, a ver, los ciudadanos vemos esto desde afuero como “qué lindo que se pongan todos de acuerdo” pero del lado de adentro de la política esos matices se vuelven complicados, ¿cómo manejarlos para que no afecten a unos ni a otros y el gobierno pueda en serio caminar en unidad?

—Primero hay que trabajar en las cosas que hay acuerdo. Cuando usted ve los programas de gobierno [de los diferentes partidos] descubre que hay un 60% de coincidencias. En infraestructura hay muchas coincidencias, en materia de educación, en materia de crecimiento del empleo hay muchas coincidencias, en temas de seguridad social; estos temas tienen un relativo 60% de coincidencias. Después tiene un 20% que son propuestas complementarias mas no contradictorias, es decir, están propuestas en un plan de gobierno, pero no están propuestas en otro, entonces son tareas en las que se puede conversar. Por último hay un 20% de discrepancias. En algunos casos son discrepancias importantes, en algunos casos son [discrepancias] de un 10%, en otros de un 20%. Sin embargo, a veces hay que dejarlas de lado mientras se avanza en los temas en los que puede haber complemento y en las que hay coincidencias; eso no quiere decir que no se vayan a tratar las discrepancias. Esas discrepancias, en algunas —recalca algunas con voz esforzada—, se podrá encontrar un término medio donde cada parte está dispuesta a ceder un poco.

Hay una lógica de la política que tiende a destacar esa desunión porque eso es lo que vende en los medios de comunicación. Lo que vende es la diferencia no [vende] que estés de acuerdo. Entonces, la discrepancia pasa a ser mucho más noticia que la coincidencia, aun así, yo sigo pensando que es posible encontrar fórmulas de acuerdo.

Claro. Ahora, para empezar a hablar sobre parte de sus columnas, refiriéndose al acuerdo nacional [que había propuesto Ottón Solís en 2016], usted escribió que "cuando las discrepancias son profundas y traen cola, los acuerdos se dificultan aún más" entonces, sin ser pesimistas pero siendo honestos ¿en cuánto tiempo ve usted que los desacuerdos lleguen al gobierno?

—No... Esos [los desacuerdos] se van a plantear desde el primer día. Desde el primer día. La clave en esto es decir sigamos discutiendo este tema y avancemos en este otro. A veces hay que acordar el desacuerdo. Se acuerda el desacuerdo, por ejemplo, si usted ve, en el acuerdo con don Carlos Alvarado, hay un caso en el que se dice sobre esto hay dos puntos de vista. Pero estamos de acuerdo en avanzar cada uno en eso otro que hay algunas coincidencias. A veces, hay que estar de acuerdo, incluso, en que no estamos de acuerdo en algún punto.

Ese caso al que se refiere Rodolfo es el del matrimonio igualitario. “Nosotros creemos que el matrimonio es entre hombre y mujer y que lo que se necesita es una ley de unión civil”, me dice. Según él, de todas formas, en esta materia las diferencias entre el partido de Gobierno y la Unidad Social Cristiana no son tan radicales como para impedir que se sienten a dialogar.

“Hay modelos en Europa donde la mayoría de los países pusieron ley de unión civil, solo que alguno que otro le quiso llamar matrimonio, pero la mayoría tiene ley de unión civil, por ejemplo, Elton John se casó con la ley de unión civil, no con una ley del matrimonio, pero bueno la gente no sabe eso”.

Pasa que el Gobierno de Unidad Nacional puede salir muy bien, como cuando en los cuarentas Otilio Ulate y José Figueres se pusieron de acuerdo, o puede salir muy mal, como cuando todos dicen que quieren llegar al Gobierno para desentrabar, pero tenemos 20 años de estar entrabados. En este sentido, cuando alguien propone ideas de cómo se podría avanzar, o de cuál podría ser el camino para desentrabar... pues... haciéndole honor a Rodolfo “el tico no nace no con un bollo de pan bajo el brazo, sino con un serrucho”. De esto habla Piza en una de sus columnas.

En otra de sus columnas, usted dice que "cualquier persona que levante una bandera o proponga una idea será objeto de ataques sin piedad" ¿por qué considera que cuando hay una persona que rompe el naipe recibe un ataque sin piedad?

—Bueno, en el contexto de la columna, lo que yo digo es que a veces a la sociedad no le gusta que alguien defienda una bandera por algún interés político. Creo, y repito, eso es más excepcional que regla. Por eso lo puse como algunas veces.

También, decía usted que "no le tiene miedo al cambio y mucho menos miedo a comprometerse", esto usted lo escribió algunos meses después de que Ottón Solís propusiera el Gobierno de Unidad Nacional. Sin embargo, llama la atención que durante su campaña política [interrumpe]

—Yo insistí mucho en eso, lo que pasa es que no lo oían. Lo debo haber dicho 100 veces en todo discurso, pero eso no trasciende porque no es noticia, pero en todos los discursos lo he de haber dicho. Pero la noticia no es esa, porque [el acuerdo] no es noticia...

¿Por qué cree que ahora sí es noticia y antes no?

—Porque cuando uno es candidato y dice eso suena como a que quiere comprar votos, o conseguir votos a través de una frase bonita y no se toma en serio. Pero cuando ya uno asume el Gobierno, digamos cuando el presidente asume el Gobierno, ya no es una frase para ganar votos, es una frase para gobernar que le implica una responsabilidad política.

En campaña política hay frases que la gente no escucha con atención porque parecen cliché; todo mundo habla de un gobierno de unidad nacional y entonces ya no es noticia hablar de un Gobierno de Unidad Nacional.

Pero, en ya dentro de un Gobierno eso [un gobierno de unidad nacional] significa otra cosa. Ya cuando un candidato es electo, Carlos Alvarado, en este caso, pues decir eso tiene implicaciones distintas que si lo dice en campaña. En campaña la gente no lo oye porque no importa quién lo diga, simplemente se asume que es parte del discurso político y entonces no se toma como algo serio.

¿Cuál es la responsabilidad de dos generaciones políticas, usted y don Carlos, hijos de dos partidos políticos diferentes, de mostrarle a los costarricenses que no está mal negociar con bloques históricamente opositores, históricamente diferentes?, ¿Cómo se empieza a construir esa narrativa [la narrativa del diálogo]?

—Bueno es que esa es la lógica. No tiene uno porqué imponer X punto de vista. La sociedad la componemos todos. Yo creo que esto es un ejemplo de que sí es posible poner de acuerdo a dos corrientes, a dos pensamientos, a dos generaciones diferentes, ¿por qué no nos vamos a poner de acuerdo con otras generaciones y con otros pensamientos? Simplemente hay que tener un grado alto de tolerancia y de respeto; y sin renunciar ninguno a sus puntos de vista, simplemente encontrar esas cosas en las que hay empatía y hay voluntad de sacar adelante el país.

Esto vendría siendo en la versión más romántica, ¿pero en la vida real? Porque usted sabe que la política es una vida dura y de llevar palo, si se quiere ¿Cómo convencer a la gente, una vez pasada la luna de miel política, de que esto del Gobierno de Unidad Nacional es a largo plazo, de que esto no es únicamente cosa de estos cuatro años de gobierno?

Yo creo que lo importante es empezar a construir en el camino y demostrar que se puede, porque si usted no lo hace ya, si no lo hace ahora, ¿cómo le va a decir a la gente que va a empezar en 5 años?, ¿cómo le va a decir usted [a la gente] que es bueno hacer un gobierno de unidad nacional si cuando se dan la circunstancias usted no da el paso? Usted tiene que demostrar que, aunque usted no ganó, usted sigue pensando en las mismas tesis, que usted no las cambió porque le tocó sentarse en otro asiento.

Uno debe definir una sociedad… digamos, en la Teoría de la Justicia de Rawls, puede servir de ejemplo —a Rodolfo le encanta explicar con ejemplos—, él se imagina cómo diseñar un mundo justo sin saber qué puesto le va a tocar jugar en este mundo. Entonces, usted debería plantear en su plan de gobierno, con un modelo de justicia y sin saber si le va a tocar ser oposición o si le va a tocar ser Gobierno, cómo debe ser un buen reglamento legislativo, etc. Yo creo que uno debe ser consistente cuando está en oposición y cuando se está en el Gobierno. [Consciente] de que cuando se llega a un acuerdo, se debe sostener independientemente de si a uno le toca gobernar o no, porque después no haría creíble los acuerdos que proponga si le toca gobernar.

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Justo lo que dice Rodolfo, fue lo que pasó con el Pacto Ulate-Figueres. A la revolución del 48 le antecedió una elección presidencial legítima en favor de Otilio Ulate, cosa que Calderón Guardia, candidato oficialista, no quiso reconocer y mediante la mayoría de su partido en el Congreso declaró nulas las votaciones.

Cuenta la historia que entonces Figueres, quien lideraba el ejército de Liberación Nacional, se alzó en armas hasta lograr que el Gobierno reconociera su derrota ¿El detalle?, dice el periodista Mariano Sáenz en su libro Otilio Ulate, fue que mientras unos pedían que Figueres se hiciera de la presidencia por haber ganado la guerra, otros pedían a Ulate por haber ganado las elecciones.

Entonces, el acuerdo entre estos dos líderes políticos radicó en que Figueres gobernaría por 18 meses, hasta que se estableciera la Asamblea Nacional Constituyente y se redactara la Constitución Política, y luego daría la presidencia a Otilio. Tal cual. El pacto fue respetado al pie de la letra.

Por eso, lo que dice Piza es cierto. Si cuando se tiene la oportunidad de hacer acuerdos, no se hacen, ¿cuál garantía tenemos los ciudadanos de creer en la palabra de alguien… de un político? Sostener sus acuerdos le valieron a Figueres Ferrer ser presidente de la República tres veces, aunque sin olvidar que su última presidencia no fue la más brillante ni la mejor recordada. Volviendo con Piza, él vuelve a recalcar que los acuerdos que se hacen en medio de crisis, se hacen pensando en el bienestar del país, no en las banderas partidarias.

“La mejor prueba del acuerdo es hacerlo. Es empezar gobernando con esa voluntad [de diálogo] y después la gente ya va entendiendo que eso vale la pena. No es una tarea fácil. En la época de Winston Churchill, cuando la Segunda Guerra Mundial, se hizo un gobierno de unidad nacional, entonces los laboristas y los liberales participaron del gobierno del conservador Winston Churchill. Terminada la guerra cada uno volvió a sus intereses, pero ya el país no estaba en peligro y cada uno volvió a defender la tesis que quería defender.

Creo que en este momento debemos hacer una pausa y tratar de construir un gobierno que resuelva problemas, y [creo] que cada uno debe guardar un poquito sus argumentos para un momento en que el país pueda volver a sentirse orgulloso y tranquilo. Ya vendrán las diferencias otra vez. Las diferencias no van a acabar”.

Ha surgido en los últimos días el tema del parlamentarismo dentro del presidencialismo. Pero la lógica política en la que está Costa Rica niega que este supuesto, sin duda, se puede lograr. Tampoco se puede negar que Rodolfo Piza es una pieza fundamental del Gobierno de Unidad Nacional, de Carlos Alvarado, sin embargo, esto no quiere decir que la fracción de la Unidad Social Cristiana en el Congreso sea afín a su línea política. En este sentido ¿cómo funcionará el PUSC dentro de el Gobierno de Unidad Nacional? Recordemos que al PAC no le fue muy bien durante el Gobierno Solís Rivera... sus diputados,pues, unos iban para un lado y otros iban para el otro.

—Esos son retos. Esas son reglas con las que vamos a tener que contar. Nosotros debemos encontrar la gobernabilidad en el marco de una sociedad que existe con los problemas que existen.

Yo le decía a quienes coordinaban los equipos de gobierno que planearan un Gobierno con la legislación y la institucionalidad vigente, con sindicatos y medios de comunicación; todo eso lo tienen que tomar en cuenta. Y eso va a ocurrir [líneas de partido distintas]. Entonces, usted tiene que preguntarse qué puede hacer con esas condiciones, porque a usted nunca le van a decir que dirija algo en condiciones perfectas, eso no existe.

Uno lo que sabe es que hay discrepancias, y uno trata de descubrir las cosas que unen. Estoy convencido de que, en la mayoría de los casos, los miembros de la fracción de la Unidad seguramente estarán actuando conjuntamente, en algún caso dirán que tienen puntos de vista diferentes. Pero yo no puedo perder de vista que por 10% [de casos en los que] no haya ese acuerdo, no hay un 90% en los que sí puede haber acuerdos.

¿En algún momento usted ha hablado con don Ottón Solís respecto al parlamentarismo dentro del presidencialismo?

—Si. Yo he sido un defensor del parlamentarismo desde hace muchos años, desde hace 30 años cuando hice mi primer escrito, luego volví a insistir cuando fui coordinador de una comisión presidencial en el año 2001 donde planteamos abiertamente pasarnos a un sistema semi-parlamentarismo, y también en la Junta de Notables, durante el gobierno de Laura Chinchilla, y no es por casualidad, es porque el modelo [presidencialista] de alguna manera se fue agotando.

El presidencialismo, relativamente, funcionó bien en el contexto de un bipartidismo, pero es muy difícil que opere bien en el contexto multipartidista. Entonces por supuesto que hay que trabajar dentro del contexto de las reglas vigentes, donde hay un presidente de la República, hay un Gobierno, hay algunas reglas, hay un parlamento dividido, donde el Gobierno tiene una minoría muy minoría, es decir, el partido de Gobierno tiene la minoría más minoría de toda la historia de Costa Rica; y de alguna manera, esto lo que dice es que el pueblo quiso votar de así y puede imponer los puntos de vista (...).

En este punto Rodolfo divaga un poco en sus pensamientos y poco a poco apaga el tono de su voz conforme va cerrando sus ideas. Como de costumbre, sentado baila en la silla, mueve sus brazos y me mira fijamente mientras responde nuestras preguntas.

Como si Piza no estuviera distraído, disimuladamente miro el reloj y miro a Betsy, su RP; los ojos de Betsy no dicen otra cosa más que, time is up! Pero como aún en la mesa permanece intacto el café de Rodolfo, me aprovecho para que conteste una, dos… tres preguntas más. Todas sabiendo que, indiscutiblemente, sería el ministro de la Presidencia del Gobierno de Carlos Alvarado.

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¿No cree usted don Rodolfo que ese doble discurso confunde a la gente, eso de lograr un parlamentarismo en el presidencialismo?

—No, no se va a poder, porque el diseño del sistema parlamentario tiene reglas propias. Ojalá pasáramos a discutir con calma este tema, junto con la reforma del Estado, que queda pendiente. Está pendiente; porque una cosa es sacar la tarea [del Gobierno de Unidad Nacional], que yo creo que se va a sacar bien por parte de don Carlos, y otra cosa es pensar cómo se va a construir la sociedad a cinco ó 10 años, y cómo vamos a celebrar el bicentenario.

Por naturaleza el bicentenario es el punto de inflexión, pero después viene una etapa nueva y ahí probablemente sería bueno hablar de reformas que busquen, de verdad, las reglas que permitan la gobernabilidad democrática en el parlamentarismo. El parlamentarismo es un gobierno democrático, pero ¿qué pasa con este sistema? obviamente, que el gobierno tiene que buscar acuerdos políticos para tener mayoría, porque la mayoría puede censurar al gobierno y se cae el Gobierno.

Teniendo esto claro, que se puede hacer un gobierno de unidad con los que quieran participar, hablemos de la expectativa, porque se siente como si a la gente le hubiera quedado una expectativa muy alta [del Gobierno]...

—No hay que tener tanta [expectativa]. Las cosas hay que resolverlas y los problemas no se resuelven mágicamente, es decir, aquí lo que hay que hacer es ponerse de acuerdo y empezar un proceso de diálogo permanente. El diálogo siempre es permanente, nunca se acaba. No es que hoy acordamos esto y mañana se resolvió todo, más bien, hoy hay que acordar esto y hay que seguir y seguimos sentándonos en una batalla permanente, como la misma batalla de la vida, —viene ejemplo— no es que hoy conseguimos un trabajo y resolvemos el problema de la familia... no, hay que seguir sosteniendo el trabajo, porque también puede ocurrir que aún nosotros haciendo el trabajo perfecto la empresa quiebre y por tanto tenemos que conseguir otro trabajo, igual pasa, con mayor razón, en el Gobierno.

El gobierno tiene que empezar a dialogar. El gobierno tiene que dedicar mucho tiempo al diálogo con sectores y con partidos políticos representados, sobre todo, en la Asamblea Legislativa. Estoy convencido de que, si sabemos descubrir lo que nos une, podemos avanzar muchísimo, mucho más de lo que la gente cree, pero no en todo a lo que la gente aspira, ni todo lo que puede esperar de un Gobierno. Sí se puede avanzar mucho, muchísimo, incluso mucho más que en el pasado, pero no será perfecto...

¿Cuáles son sus tres principales temas en esa agenda de avance?

—Hay un tema central sin el cual avanzar en todos los demás será muy difícil, que es el equilibrio fiscal. El otro, que está muy ligado a este, es lograr el crecimiento del empleo. Debemos lograr bajar la informalidad, porque además todo nuestro sistema de garantías sociales está fundado en las cuotas obrero-patronales y si eso deja de funcionar créame que no habrá plata ni para ayudar para la pobreza (...) y por esto el tema de inversión en infraestructura también es fundamental. Porque el país necesita ver algo hacia el futuro y ver que se puede avanzar, entonces, en estos cuatro años, al menos, tener los estudios hechos del metro...

Al final, lo que la gente quiere es tener una vida en paz, quiere tener empleo y oportunidades para progresar. El empleo público no podrá crecer demasiado, por el serio problema de finanzas públicas, que por mucho que se apruebe un paquete fiscal, siempre será necesario contener el crecimiento —recalca— que no es bajar el gasto...

¿La tienen difícil?

—Diay, siempre es difícil. Gobernar es difícil. Pero creo que es posible lograr mejores condiciones de vida para la gente. Creo que es posible tratar de parar la ola de criminalidad, creo que es posible mejorar la educación, los servicios de salud, creo que es posible equilibrar poco a poco las finanzas públicas (...) aunque sean logros pequeños, en cuatro años son logros muy, muy grandes.

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El encuentro de esta entrevista tuvo lugar hace dos semanas, cuando aún Rodolfo Piza no era anunciado como Ministro de la Presidencia de Carlos Alvarado. En su cabeza, sin embargo, siguió la dinámica de responder como si nosotros supiéramos que sería anunciado.

Al despedirnos, hablamos del libro de cuentos que me regaló.

—Ay que bueno, lo tomaré como de cumpleaños. Ayer cumplí años— gracias, le dije.
—¿Sos Aries? — me preguntó él.

Entre algunos cuentos más y algunos cuentos menos, me comentó que si bien ante la sociedad costarricense la idea del Gobierno de Unidad Nacional es agradable y bien recibida —no en vano bajo ese lema impulsó a Carlos Alvarado— el costo político dentro de su partido ha sido alto.

En marzo de este año, luego de que Piza diera su adhesión a Carlos Alvarado, el secretario del partido socialcristiano, Pablo Abarca, dijo que esta no era una línea de partido. Más tarde, dichas declaraciones también fueron reafirmadas por Pedro Muñoz, presidente de la misma agrupación y diputado electo.

Con este antecedente inmediato y recordando que Rodolfo Piza fue como un bulto mochilero para el Partido Unidad Social Cristiana —pues se echó al hombro el histórico descalabro partidario— la titánica tarea de mediar entre el Ejecutivo y el Legislativo sin duda no será otra cosa que un ladrillo más en su compartimento de viaje...