Actualmente existen diferentes formas de medir la pobreza, la mayoría se diferencian en su marco teórico sobre lo que se entiende como pobreza. Sin embargo, la medición más utilizada a nivel mundial está basada en los ingresos de los hogares, esto es conocido como método de línea de pobreza.

La interpretación económica de una línea de pobreza es “el costo de obtener un nivel determinado de bienestar económico o de estándar de vida en un lugar y período determinado”. Esta definición de pobreza depende de los índices de costo de vida (o canasta básica alimentaria) que se utilicen para definir el bienestar o de estándar de vida de referencia.

La idea clave de las líneas de pobreza es que la referencia representa el nivel mínimo de bienestar económico que es necesario para no ser incluido dentro de la categoría de “pobre”. Las líneas de pobreza definidas en países como Costa Rica son objetivas y están basadas en el concepto de necesidades básicas de consumo o de requerimientos calóricos mínimos para la subsistencia.

En Costa Rica, el método oficial implica calcular una línea de pobreza que representa el monto mínimo de ingresos que permite a un hogar disponer de recursos suficientes para atender las necesidades básicas de sus miembros. Para determinar este monto mínimo se procede a valorar a precios de mercado los alimentos que forman parte de esta canasta mínima de consumo para la subsistencia.

La canasta básica alimentaria (CBA) actual fue calculada en el año 2011, con información derivada de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos del año 2004. Esta fue establecida para satisfacer un requerimiento energético mínimo de 2184 calorías para la zona urbana (mediante 52 tipos de alimentos) y de 2258 colorías en las zonas rurales del país (44 tipos de alimentos).

En el 2017 el valor de la CBA fue de ¢49.147 mensuales en la zona urbana y de ¢40.921 mensuales en la zona rural. Esto significa que un hogar se considera que está en condición de pobreza extrema si su ingreso per cápita es igual o inferior a este valor. Adicionalmente, se considera que el hogar está en pobreza no extrema si su ingreso per cápita es igual o menor a ¢107.769 en zona urbana o a ¢82.950 en zona rural.

Si de entrada le parece que esos montos son bajos, tome en cuenta que, según cifras oficiales del INEC, un poco más de un millón de personas en el país (22,13%) viven en hogares donde el dinero no alcanza estas sumas. Adicionalmente, actualmente 306 mil personas ni siquiera disponen de los casi 150 mil colones mensuales para poder consumir las calorías mínimas necesarias para la subsistencia de su cuerpo. Y eso que los artículos definidos en la canasta básica alimentaria están exentos de pagar el impuesto general sobre las ventas (Ley N° 6826, artículo 9).

Sin embargo, en estos momentos se discute en la Asamblea Legislativa la posibilidad de poner un impuesto del 2% a los alimentos de la CBA. Este monto, podría parecer pequeño, pero, cuando se trata de pobreza, cada colón cuenta, hasta para saber si algún miembro del hogar no podrá comer ese día. Por ese motivo puede ser más costoso para la sociedad el establecer una política regresiva de este tipo.

Si como es usual el impuesto se traslada en su totalidad al consumidor, los precios de los bienes alimenticios que conforma la CBA aumentarán. Si simulamos la situación con los datos del año 2017, el valor de la CBA no variaría ni mil colones, y el de la línea de pobreza apenas y subiría dos mil colones mensuales. Casi nada…. Sin embargo, ese monto es mucho para algunos.

Tomando la base de datos de la Encuesta Nacional de Hogares del año 2017, es posible simular el impacto.

En esa situación, la pobreza en Costa Rica no hubiera sido del 20% de los hogares sino del 21,3% (19 mil hogares adicionales hubieran estado bajo la línea de pobreza). Si hablamos de individuos, esto representa unas 47 mil personas, que antes no eran consideradas pobres y con esa variación pasarían a serlo. Esto sin que su situación personal se hubiera modificado (misma situación de empleo, mismos ingresos, misma cantidad de personas en el hogar) sino por el simple hecho de que comprar alimentos básicos sería 2% más caro.

Algunos dicen que el impuesto es pequeño. Que el aumento en el valor de la canasta básica no es mucho. Pero, el impacto sobre la pobreza sería más elevado: un 6% de incremento en los hogares pobres.

El proyecto de reforma fiscal definitivamente debe ser aprobado dada la urgencia del país por contar con recursos que ayuden a mejorar las finanzas del Estado. Pero, un impuesto regresivo que afecta la vida de las personas que menos tienen no debiera ser parte de las medidas a ser aplicadas en un país democrático e igualitario como Costa Rica.

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