La campaña electoral del 2018 apenas ha terminado, pero desde ya podemos considerarla como una elección histórica que será objeto de estudio durante mucho tiempo. El rol determinante de la opinión consultiva de la Corte IDH en la primera ronda, el ascenso meteórico de Restauración Nacional, la conformación de alianzas multipartidistas en segunda ronda, el trabajo decisivo de Coalición Costa Rica para solventar las carencias territoriales del PAC y la elección de la primera vicepresidenta afrodescendiente de América Latina continental, son factores que deben ser recordados y analizados para entender su impacto en la creación de una nueva realidad en la política nacional.
Otra de las secuelas que dejó esta campaña fue la grave derrota, por segunda vez consecutiva, del Partido Liberación Nacional. La del 2018 fue una derrota sin precedentes para el PLN no solo porque sacó menos votos en la primera ronda que los que obtuvo – sin candidato – en la segunda ronda del 2014, sino también por el tremendo desgaste que este proceso electoral causó dentro del partido. El PLN nunca logró unirse luego de la convención interna y esas divisiones se extendieron incluso durante la segunda ronda, con algunos liberacionistas mostrando más entusiasmo por los candidatos del PAC y RN que por su propio candidato semanas atrás.
Mucho se ha comentado recientemente sobre la urgente necesidad de una renovación profunda de ideas y liderazgos en Liberación Nacional. Lo mismo se dijo después del fracaso del 2014 y en aquel entonces no se logró concretar el cambio deseado. No es una propuesta para nada sencilla, ya que el partido se rige por una burocracia interna diseñada tanto para favorecer a los liderazgos históricos como para mantener el status quo. Esto ha dejado de lado en gran medida la participación joven en los procesos internos, misma que es fundamental si realmente se desea renovar. Para que este esfuerzo prospere, debe basarse en una estrategia clara y con un enfoque genuino de renovación partidaria, no en la promoción solapada de alguna candidatura.
Como base de discusión, propongo la siguiente hoja de ruta basada en el modelo de John Kotter para la transformación organizacional:
- Establecer un sentido de urgencia: Se debe decir abiertamente y sin miedo: el Partido Liberación Nacional está en crisis. Decir la verdad puede resultar incómodo, pero no nos hacemos ningún favor negando o minimizando lo que es un hecho. La crisis de los partidos tradicionales no es un fenómeno exclusivo de Costa Rica, es algo que se observa a nivel mundial y ha coincidido con la llegada al poder de propuestas populistas. Recuperar el rumbo del PLN no solo es un asunto de importancia para esta organización, es necesario para fortalecer la democracia costarricense.
- Formar una alianza conductora poderosa: Liberación no puede repetir la lucha de tendencias del pasado proceso interno. No podemos esperar a que los ‘caciques’ tiren línea y nos dicten qué debemos hacer. La renovación debe ser promovida desde las bases, como un movimiento que integre liderazgos de diferentes grupos y sectores trabajando bajo una visión compartida de que la única tendencia que debe prevalecer es Liberación Nacional.
- Crear una visión: Para reinventarse, Liberación Nacional debe volver a sus orígenes de estudiar y proponer soluciones a los problemas nacionales. El partido debe dejar de lado el cálculo político y asumir posiciones claras en los principales temas de la agenda nacional. El PLN debe reafirmar su ideología como partido socialdemócrata, bajo un enfoque moderno que promueva las libertades individuales y que se comprometa con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
- Comunicar la visión: El PLN tiene un serio problema de ‘marca’, por lo cual una comunicación efectiva es fundamental para recuperar la confianza de la población. Una ideología definida y propuestas claras ayudarán a tener un mensaje unificado y a restablecer la credibilidad que se ha perdido.
- Remover los obstáculos para el cambio: Este no puede ser un esfuerzo solo de cúpulas y de la estructura formal. Se debe empoderar a nuevos actores que trabajen de manera más dinámica y creativa. También es necesario transmitir la nueva visión directamente a la ciudadanía, activando las bases para que el partido trabaje de manera continua y no solo en época electoral.
- Planificar y crear triunfos a corto plazo: Cualquier proceso de transformación debe generar resultados para seguir avanzando. Se debe trabajar de manera inclusiva con la fracción legislativa, las y los asambleístas, las estructuras territoriales y los liderazgos históricos para consolidar la visión de renovación. Entre más adeptos logre sumar el proceso en sus inicios, mejores serán las probabilidades de lograr una renovación exitosa.
- Consolidar el progreso y acelerar el cambio: Para formalizarse, la nueva visión debe estar representada en el Comité Ejecutivo y el Directorio Político. Desde esos puestos y otros espacios, resulta necesario promover reformas al Estatuto para modernizar el funcionamiento del partido y democratizar los procesos internos. Se debe impulsar el acercamiento con actores no políticos que compartan elementos de la nueva visión y que transmitan esos enfoques a una audiencia más amplia.
- Institucionalizar los nuevos enfoques: El objetivo de este proceso es que la nueva visión se convierta en el ‘nuevo normal’ del PLN, completando la renovación de imagen, de ideas y de liderazgos. Para que sea sostenible en el tiempo, debe replicarse en todos los niveles del partido, incluso en las y los aspirantes a puestos de elección popular (empezando por los procesos municipales del 2020). La próxima vez que Liberación Nacional salga a pedir el voto, debe basarse en mucho más que las glorias del pasado y ofrecer una propuesta seria, creíble y con visión de futuro.
Esta hoja de ruta no pretende ser un producto terminado, sino un punto de partida para orientar una discusión ordenada y enfocada en la reconstrucción del partido desde su concepción ideológica. Los ocho pasos pueden ser desarrollados mucho más a fondo, o pueden ser sustituidos por otra metodología para liderar el cambio; lo importante es que la prioridad sea Liberación Nacional y no alguna agenda personal. Me complace mucho saber que, en estos días, voces importantes del PLN se han manifestado enérgicamente a favor de esa renovación, lo cual facilitará la conformación de una alianza conductora para liderar el proceso.
Estoy convencido de que Liberación Nacional tiene grandes cosas que ofrecerle a Costa Rica, pero debe primero aprender las lecciones de los procesos recientes y hacer las cosas de manera diferente. No podemos seguir ignorando el llamado del electorado joven. No podemos seguir negando que la realidad política del país cambió. Sin irrespetar, ni mucho menos marginar, a nuestros líderes históricos, emprendamos esta nueva lucha por la renovación partidaria y demostrémosle a la ciudadanía que el partido fundador de la Segunda República está listo para asumir los retos del Bicentenario.
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