El reloj político no se detiene y como todos los años, este primero de mayo se elige al Directorio Legislativo. Cuatro personas serán durante el Gobierno Alvarado Quesada votadas año con año para presidir las sesiones legislativas y poner “orden” en el plenario.

Arduo y sin pies ni cabeza. Así parece ser, muchas veces, el trabajo de quien se instala en el Castillo Azul, casa del máximo jerarca del Congreso. Un frío, idílico y viejo edificio espera a quien logre lo que todos los años es una hazaña: conseguir 29 votos.

De antemano, gran parte de los costarricenses sabemos cuán complicada será la Asamblea Legislativa que nos espera para los siguientes cuatro años. Pero, también una entrabada e ineficiente Asamblea nos dice adiós. ¿Lección? Los humanos somos complicados, claro, unos más que otros y si le agregamos a la ecuación el factor político debemos, sin reparo… armarnos de paciencia.

De cara a la última semana laboral en las curules de los diputados 2014-2018, nos sentamos a conversar con quienes fueron los presidentes del Congreso durante la administración Solís Rivera. En esta segunda entrega: Henry Mora Jiménez.

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El presidente curado

Para quienes ya no se acuerdan Henry Mora fue el único ex Presidente del Congreso afiliado al partido de Gobierno durante la administración Solís Rivera. Su paso por el Castillo Azul (2014-2015) fue estrepitoso. Como él mismo reconoce, no hubo una semana, desde que ocupara el Directorio, sin que algún titular noticioso acaparara su nombre.

Mora, es un reconocido académico de la Universidad Nacional y su especialidad es en economía. Tras la petición del entonces candidato presidencial, Luis Guillermo Solís, Henry aceptó postular su nombre para ocupar el primer lugar por Heredia en la papeleta diputadil 2014-2018. Sin embargo, luego de su fugaz paso por el Congreso dice que está mejor donde ha trabajado toda su vida: en la academia.

La pregunta inicial fue la misma que le hice a los otros expresidentes del Congreso. Confieso, sin embargo, que la respuesta de Mora era la que más llamaba mi atención. ¿Qué es para él un reto político? ¿Y un reto mediático?

“La mayor parte del año legislativo es muy tranquilo, porque en realidad la función del Presidente [del Congreso] es coordinar y ordenar el debate en el plenario, ni siquiera es la reunión de jefes de fracción. Entonces, esa parte es relativamente sencilla excepto por un punto.

Este punto es el artículo número 37 del Reglamento Legislativo, el cual le da la potestad al Presidente de la Asamblea, de no solamente ordenar la discusión del plenario sino incluso, de determinar cuándo un diputado se está refiriendo a un tema que no se está discutiendo. Eso el artículo lo deja muy claro”.

ARTICULO 37.- Alteración del Orden del Día. Admisibilidad
El orden del día podrá ser alterado, pero las mociones que tengan ese propósito sólo serán de recibo en los siguientes casos: a) Cuando lo soliciten dos o más Jefes de Fracción que juntos representen por lo menos a treinta y ocho diputados. b) Cuando así lo demande no menos de la mitad de los Jefes de Fracción, debidamente acreditados. c) Cuando así lo soliciten diez diputados de dos o más fracciones.

“Cuando se entra en la discusión de algún tema específico, todos [los congresistas] tienen por costumbre hablar de lo que se les viene en gana, tenga o no tenga que ver, en absoluto, con el proyecto de ley que se discute en ese momento en el plenario; entonces, algunos diputados tienen el hábito levantarse. Por ejemplo, en caso de que se esté hablando de un crédito del BID, podría ser que un diputado de Guanacaste, que tiene el uso de la palabra, se ponga a hablar de los problemas que hay en tal cantón, del agua, o de lo que sea.

Cuando yo llegué a la Asamblea consulté sobre ese artículo con mis asesores, obviamente un es pollito, y me dicen [los asesores] que efectivamente tengo toda la potestad de establecer el orden del debate en el plenario. Recuerdo que en mi primera sesión tuve un problema serio con Rolando González [PLN] porque él comenzó a hablar de otra cosa que no se estaba discutiendo y entonces mis asesores me indicaron que lo parara, me dicen 'párelo porque si no se le van a montar', entonces yo lo paré; obviamente él se disgustó y me increpó, y fue el primer malentendido que tuve. Luego por aparte hablé con pero también luego llegó Antonio Álvarez y alguien más de Liberación a decirme que ellos no pretendían hacerme bullying pero que tratara de aclarar esos términos.

Yo llevé el tema a jefes de fracción y un diputado, el cual no voy a mencionar su nombre, me dijo “si usted quiere tener una revolución prosiga de esa forma, porque aquí hablamos de lo que nos dé la gana”. Así me lo dijo. Entonces yo desistí porque no tenía sentido, no había ambiente en los jefes de fracción y simplemente dije 'bueno si eso es lo que quieren, así será'.

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La retrospectiva con la que habla Henry es esencial para entender que cuando alguien no sabe a lo que va, en un sistema burocrático y secuestrado por la moderada inoperancia, choca contra pared a 100 km por hora.

El sector público de nuestro país, especialmente aquellas instituciones que sirven de engranaje para que muchas otras operen, urge no solo de voluntad, sino de nuevas generaciones, pues las ya acomodadas, sin caer en las generalidades, han demostrado poca disposición para el cambio y poca voluntad para la eficiencia y desburocratización.

El bullying del que Antonio Álvarez advirtió a Mora, no fue otra cosa sino un heads-up de cómo, muy a nuestro pesar, funciona el Congreso.

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Hablemos del reto mediático, su gestión estuvo llena como ninguna otra presidencia legislativa durante este periodo -a penales con Gonzalo Ramírez-, de titulares noticiosos ¿Por qué diría usted que su mandato legislativo tuvo tanto eco en los medios de comunicación?

—Bueno aquí voy a especular. Esto es obviamente extraño, porque un presidente legislativo pasa casi siempre desapercibido, tiene que haber algo, alguna escaramuza en la Asamblea para que suceda lo contrario. Sin embargo, [viví] un bombardeo todos los días, todas las semanas. Yo diría que, en parte, fue positivo porque, durante las primeras semanas o los primeros meses, se creó cierta expectativa respecto a mi gestión. Me refiero a cierta expectativa positiva, y recuerdo que los medios [de comunicación] me llamaban mucho para que mantuviera al público informado de lo que pasaba con ciertos proyectos de ley. Ruta 32, Banca para el Desarrollo, el tema del edificio y otros proyectos que salieron durante el primer año de gestión.

Como a los cuatro meses [de gestión] hubo un quiebre importante, la mayor parte de la fracción de la Unidad Social Cristiana, que al inicio apoyó mi presidencia, me dejó de apoyar por cosas que no vienen al caso retomar. De los ocho diputados, cinco me quitaron abiertamente el apoyo y la fracción más grande del Congreso [PLN], creo yo, esto una forma mía de pensar, llegó al convencimiento de que había que hacer todo lo posible para que el PAC no repitiera gobierno, y adoptó una política de atacar sistemáticamente al gobierno y en la colada me fui yo como presidente del Congreso.

En conclusión, mi presidencia empieza a tener mucha atención, los medios escarbaron hasta por debajo de las piedras el más mínimo error que yo cometiera. Yo considero que algunos medios fueran absolutamente todo menos objetivos en cuanto a mi gestión.

¿Cree usted que eso es algo que debe tener presente quien presida en Congreso y en general los diputados?

No son objetivos en varios sentidos, uno de esos es que si lo agarran entre ojos no lo van a soltar. De todas maneras, siempre diré que de todo esto hay enseñanzas, como para decir que no fueron años perdidos.

El realce, el cambio de tono y los floreos en la voz del exdiputado, denotan la aún latente fractura que dejó la política en su vida. Luego de su año como presidente y constantes controversias por su, abiertamente, mala relación con el también diputado y fundador del PAC, Ottón Solís, finalmente en setiembre del 2017 el ex presidente legislativo, aduciendo a estrictos motivos personales, renunció al Congreso para reintegrarse a la UNA. Conmigo Henry vacila e indica que sus problemas de salud ya eran muchos. ¿Más que todo mentales don Henry?

—(Ríe) Sí, es muy importante el tema de la tranquilidad y paz mental.

En cuanto a su gestión y legado por el país, el académico recalca que, si por algo han de recordarlo, que sea por un edificio decente.

Haber retomado el tema del edificio legislativo me parece que es una de las cosas más importantes. No se concluyó durante mi gestión, pero ahí fue donde más se avanzó y finalmente se logró finiquitar en la legislatura que presidió don Antonio Álvarez.

En 2014 el proyecto había pasado a dormir el sueño de los justos. Este proyecto se aprobó en el primer año del directorio de oposición durante el Gobierno de doña Laura Chinchilla. Fue un proyecto impulsado por el exdiputado del Partido Acción Ciudadana, Juan Carlos Mendoza, pero por las circunstancias que sean no se discutió en las siguientes tres legislaturas.

Ya cuando yo estuve en el Congreso, el diputado Luis Vásquez me convenció de que el edificio legislativo era una necesidad real y a pesar de que en mi fracción había mucha oposición al tema, decidí impulsarlo. Recuerdo que durante la primera semana que estuve en la oficina de la presidencia fui al baño y había una ventana que estaba cerrada. Yo la quise abrir y se vino con todo y marco. El marco entero estaba podrido. Las bisagras que lo sostenían no aguantaron. Rápidamente, también, por las goteras, las ratas y los gatos, entendí que, efectivamente, el edificio debía hacerse nuevo.

Otro de los logros de mi gestión es que logré impulsar el programa de movilidad laboral que me criticaron mucho incluso algunos diputados de mi fracción. Considero eso sí, que fue un éxito relativo, ¿por qué digo relativo? porque en realidad como era voluntario únicamente cerca de 50 personas se interesaron y al final solo 20 contaron con todos los requisitos. Pero bueno, creo que fue positivo porque la Asamblea Legislativa está sobredimensionada en personal. ¿Cómo puede ser que 57 diputados tengan más de 1000 funcionarios laborando? Entonces, para reducir personal sin causar una revolución creo que fue un buen programa”.

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Luego de escuchar el concienzudo reconocimiento de que su gestión no fue la más placentera, pedirle la autocrítica estuvo de más. Henry tiene claro que quien se mete en política debería saber de antemano a lo que va...

Se nota además que, no cambia su relajado modo de usar crocs por el protocolario acto de usar corbata en el Congreso. El académico, aunque accesible para conceder la entrevista, nunca estuvo del todo confiado. Su difícil relación con los medios pareciera aún no devolverle la seguridad de que no todo el tiempo, todo mundo, anda buscando debajo de las piedras sus mínimos errores.

Lo que sí sería mezquino es no rescatar la franqueza con la que habla, sin miedo a sus posiciones y de frente a sus argumentos. Curado. Henry Mora dice esperar en la UNA, y lejos de la política, su jubilación.

Todavía hoy Henry figura en algunas noticias nacionales, no en las más gratas. Se le reconoce por posibles faltas a la ética, probables nombramientos indebidos y por antipatías en la que fuera su propia fracción partidaria.

En realidad las enseñanzas son muchas y como economista que a veces araño un poco la parte política, realmente digo que hay que estar adentro para saber cómo es que funciona la cosa. Hay que conocer por dentro cómo funciona el ojo del huracán de la política en Costa Rica qué es la Asamblea Legislativa”.