El reloj político no se detiene y como todos los años, este primero de mayo se elige al Directorio Legislativo. Cuatro personas serán durante el Gobierno Alvarado Quesada votadas año con año para presidir las sesiones legislativas y poner “orden” en el plenario.

Arduo y sin pies ni cabeza. Así parece ser, muchas veces, el trabajo de quien se instala en el Castillo Azul, casa del máximo jerarca del Congreso. Un frío, idílico y viejo edificio espera a quien logre lo que todos los años es una hazaña: conseguir 29 votos.

De antemano, gran parte de los costarricenses sabemos cuán complicada será la Asamblea Legislativa que nos espera para los siguientes cuatro años. Pero, también una entrabada e ineficiente Asamblea nos dice adiós. ¿Lección? Los humanos somos complicados, claro, unos más que otros y si le agregamos a la ecuación el factor político debemos, sin reparo... armarnos de paciencia.

De cara a la última semana laboral en las curules de los diputados 2014-2018, nos sentamos a conversar con quienes fueron los presidentes del Congreso durante la administración Solís Rivera. En esta primera entrega: Antonio Álvarez Desanti.

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Me armé de paciencia para esperar una respuesta de Alexis, asesor de prensa del actual Presidente Legislativo Gonzalo Ramírez. Luego de mi tercera llamada, el mensaje fue claro: no nos daría el espacio. La dinámica con Ramírez sería la misma que con los tres presidentes anteriores: observación mimetizada de preguntas. Los presidentes del primer poder de la República no son entes políticos que se mueven como las veletas, al contrario, son personas con prioridades muy establecidas.

A menudo cuando están en su función como directores de orquesta no tienen tiempo de muchas cosas así que daré el beneficio de la duda a Gonzalo... Aunque también es cierto que una vez que abandonan la presidencia del Congreso hasta devuelven las llamadas. Este fue el caso con Antonio Álvarez Desanti, quien también fuera el candidato presidencial de Liberación Nacional.

El presidente político

Luego de un par de contactos, me dieron el número de Desanti, “ponele un Whatsapp” me dijeron. Me parece particular esta Costa Rica nuestra, en la que un día vemos al candidato presidencial por televisión y al otro día el mismo candidato nos devuelve la llamada para disculpar el retraso en la entrevista.

Habíamos quedado de vernos a las 11:00 a.m., y a eso de las 10:10 a.m. me llamó para preguntar si la podíamos pasar para la tarde. Sin problema, finalmente nos reunimos a las 5:30 p.m. De entrada, esa acción personal de tomar el teléfono y avisar me pareció respetuosa y seria de su parte. Una vez en su oficina nos sentamos y en rápidos 16 minutos abarcamos las preguntas que llevaba.

En ocasiones anteriores he entrevistado al dos veces ex Presidente Legislativo (1995-1996 y 2016-2017), pero en esta ocasión le percibí más calculador en sus repuestas y por mucho —aunque entendible— más acelerado. Su delgada figura y su sonrisa amable no desviaron mi atención de cuestionarme por qué durante sus respuestas no me miró a los ojos. La mañana de nuestra entrevista estuvo en Limón y yo no pude evitar preguntarme si por ese motivo lucía más moreno que de costumbre. ¿Le habrá pegado el sol más de lo saludable? Son pensamientos en los que divago mientras atenta me fijo que se esté grabando la conversación.

De vuelta a la realidad con mi interlocutor le pregunto la típica cuestión cajonera que también consultaré a los otros dos expresidentes del Congreso que ya aceptaron conversar conmigo. Me interesa saber qué consideran ellos que es un reto político y qué representa un reto mediático.

Antonio empieza diciendo que el principal reto político es lograr consensuar una agenda común con la Presidencia de la República para avanzar en la discusión y posterior aprobación de los proyectos de ley.

“Bueno, primero hay que entender que yo definí la presidencia legislativa como una presidencia que venía a ayudar al Poder Ejecutivo, pero manteniendo la independencia de criterios que manteníamos nosotros [bloque opositor] porque yo vengo de Liberación Nacional y el gobierno es del PAC.

El primer paso fue tratar de llegar a un acuerdo con el Gobierno. Al principio hubo alguna desconfianza, lo cual es lógico, pero este trabajo [generar confianza] fue muy rápido. Entonces, ya cuando empezamos a tener confianza establecimos una agenda común; en algunos temas en los que el Ejecutivo quería entrar mi respuesta fue clara: esto no se puede hacer. Luego llegamos a depurar los proyectos en los que queríamos trabajar ambos y acordamos discutir reforma fiscal, iniciar el trámite de las pensiones... después entramos al tema del empleo público y de último a los impuestos.

Entonces mi recomendación es que se haga una agenda común entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo para que con una visión en las mismas metas se pueda avanzar”.

Desanti recalca la entorpecedora realidad de minoría que tiene el oficialismo en el Congreso, cosa que le fuerza a dialogar y negociar en clara desventaja matemática. Dice además que, si bien el consenso debe ser procurado también por el Legislativo, a quien realmente le urge es al Gobierno.

Su fracción es tan pequeña que no tiene capacidad prácticamente de nada, entonces, el Presidente [de la República] necesita que exista consenso con la Asamblea Legislativa. Una vez hecha esta agenda viene la siguiente etapa que es tener una junta de jefes de fracción muy fuerte para poder lograr acuerdos. Acuerdos que se puedan implementar en el plenario y, que gracias a la palabra del Presidente [Legislativo] y al nivel de respeto que debe tener como garante de acuerdos, el resto de diputados tenga la seguridad de que cuando él dice que se va hacer A le crean y entonces se puedan sacar los proyectos de ley”.

¿Cuánto se toma en promedio, y de qué depende, hacer esa agenda de consensos?

— En nuestro caso, que era el tercer año legislativo, fue muy rápido porque venían los proyectos que ya se habían estado trabajando en los últimos dos años ¿De qué dependerá? en este caso, de qué tan claras tenga sus prioridades el presidente electo. Si él tiene sus prioridades claras es muy fácil, pero si las prioridades no están claras entonces será más lento.

¿En cuanto al reto mediático?

Transparencia. Es fundamental que la prensa vaya conociendo todo el proceso de negociación, obviamente las negociaciones no pueden ser con la prensa enfrente, pero las negociaciones deben ser conocidas públicamente para que, de alguna manera, los medios sean un garante de que se avance en las negociaciones, en los proyectos y en la agenda.

¿Por qué cree usted que a veces la prensa se interesa más en un presidente legislativo que en otros? Por ejemplo, el año de don Henry fue bastante mediático, vimos que con don Rafael no lo fue tanto y con usted el perfil vuelve a subir un poco...

—Bueno yo lo que creo, y con el cariño que le tengo a Henry, es que Henry cometió muchas imprudencias en el manejo de la presidencia legislativa, la más grave para mí fue haber declarado aprobado un presupuesto que no tuvo votos. O sea, ayer Alajuela ganó 4 a 2 a Carmelita y es como haber dicho Alajuela 4, Carmelita 2, pero ganó Carmelita.

Él puso a votación un presupuesto que no tuvo suficientes votos y aun así lo declaró aprobado, entonces claro, Henry cometido muchos errores procedimentales que creo le afectaron mucho en su relación con la prensa, y si la memoria no me falla también hubo algunos nombramientos que fueron cuestionados judicialmente. También venía de una fracción dividida, y entonces por supuesto fue una presidencia muy llena de complicaciones.

En mi caso tuve el respaldo de los 18 diputados de mi fracción de manera permanente y hubo mucha solidez en las decisiones que yo iba tomando.

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Aún con el poético panorama al que se refiere Álvarez Desanti, en retrospectiva su presidencia no pasó sin reclamos ni férreas críticas de otros diputados. Una de las actuaciones más cuestionadas por otros congresistas fue haber apresurado la elección del Directorio para el último periodo de la presente legislatura, 2014-2018.

En aquel día, el diputado Ottón Solís, quien en algún momento del 1° de mayo del 2017 también aspiró por la silla del Castillo Azul, descargó en su página de Facebook que:

El "nuevo" PLN, el de Antonio Álvarez Desanti, llevó a la presidencia de la Asamblea Legislativa al diputado Gonzalo Ramírez, un predicador evangélico, especialmente conservador e intolerante. No solo eso: a otro predicador evangélico, igualmente conservador e intolerante, este PLN "renovado" lo llevó a una prosecretaría.

¡Así el 33% de los cargos del directorio estarán en manos de pastores evangélicos!

La derecha cristiana fanática no solo penetra la política norteamericana sino también la costarricense, de la mano de la Fracción del PLN y su candidato presidencial.

Ya es preocupante que estos pastores se hayan aprovechado de la fe de sus feligreses para obtener diputaciones. Pero que el candidato del PLN, ahora los sitúe en la mesa del directorio del Primer Poder de la República, nos deja perplejos».

Si bien no se podría decir a ciencia cierta que el concienzudo sentir del diputado oficialista es compartido por todos o por la mayoría de los costarricenses, lo que sí se puede decir es que, tras la campaña electoral hubo un antes y un después de la dupla Desanti-Ramírez.

Luego de la carrera presidencial 2018-2022, quedó consolidado ante la opinión pública el Bloque Conservador, principalmente integrado por Restauración Nacional y Liberación Nacional. El claro antecedente fue el apoyo de Desanti al diputado de Renovación Costarricense, Gonzalo Ramírez y esto es algo que pocos negarían.

Durante el último mes en que Antonio presidió el Congreso, el diario digital CRHoy publicó que algunas decisiones del verdiblanco causaron “una tormenta política” en la Asamblea, y que muchos diputados le reclamaron usar el reglamento legislativo de manera inadecuada y “convocar innecesariamente” a recesos durante la sesión del 1° de mayo del 2017 para generar confusión y lograr imponer al diputado cristiano Gonzalo Ramírez como su sustituto.

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Su designación como presidente del Congreso dio paso a ese llamado Bloque Conservador en la Asamblea Legislativa. Antes había un pequeño grupo de diputados de cierta denominación religiosa, pero como que al término conservador no se le terminaba de dar rostro, y se dio por entendido que era cuando se hacían ciertas interpretaciones relativas al tema de Derechos Humanos … [interrumpe]

Esto que usted dice es totalmente mentira. Usted puede ver la negociación y qué hizo Henry Mora para obtener los votos cristianos; [a cambio de los votos] Henry no se comprometió a meter los proyectos de la agenda cristiana y sería bueno que revisara los periódicos; y entonces el Frente Amplio se para de manos y le dice al PAC ah no, si esa es la negociación entonces nos salimos y al final Henry echa atrás y el Frente Amplio vuelve.

Esto estuvo desde la presidencia de Henry Mora. Yo le pregunto a usted ¿en qué momento durante estos cuatro años se discutió matrimonio igualitario?, ¿cuándo se discutió sociedades de convivencia?, ¿cuándo se discutió uniones de hecho o fertilización in vitro?

¿Estado laico y aborto? Nunca. Ni una sola discusión [en plenario]. Entonces es injusto decir que eso viene con mi presidencia. Ahora, esto es porque el PAC nunca se animó a tocar estos temas, únicamente para la campaña [electoral], pero no en Gobierno y vea que ya el mismo presidente electo dijo que el Estado laico no va, entonces el tema no empieza con nosotros empieza desde antes...

Corrijo don Antonio. Independientemente de que haya sido antes, ante la opinión pública sí hay un antes y un después de su presidencia respecto a este Bloque ¿cómo podría consensuar un Presidente Legislativo que no sea del Bloque Conservador?

—De todas formas, el presidente de la República renunció a eso. Es que el tema ni siquiera llegaría a la Asamblea, porque ni siquiera se pone en agenda para lograr un acuerdo, vea usted lo que dice el jefe de fracción oficialista, se lo voy a leer si me permite un minuto (saca su teléfono y lee la noticia), “El trabajo de Carlos Alvarado es alrededor de los temas que puedan unir a Costa Rica. El presidente no tiene ningún interés en agendas en las que no hay suficiente consenso, sin embargo, el diputado aclaró que eso no quiere decir que ellos no puedan llevar ese tema en su agenda propia del Congreso”; pero entonces vea que en cuestión de discusión no llega [al plenario] porque los cristianos no plantean estos temas y por esto (señala la noticia abierta en el celular) el Ejecutivo tampoco.

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La campaña política presidencial dejó en evidencia la mermada simpatía de los costarricenses hacia el Partido Liberación Nacional, y hacia el mismo Antonio Álvarez, sin embargo, no se puede negar que su sereno manejo sobre temas políticos y la horizontalidad con la que habla le valen por elocuencia. Mientras apresurado contesta una llamada —que sin querer escucho por el alto volumen del auricular— me preparo para no llegar tarde a clases.

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Respecto a su papel como presidente legislativo ¿cuál cree que es el mejor legado que le deja al país y qué crítica le haría a su gestión?

—Bueno, creo que el mayor legado fue haber sacado una importante cantidad de proyectos de ley: fraude fiscal, por ejemplo, que estaba pegado desde el inicio de la administración, la aprobación del registro de accionistas; para mí esos proyectos junto con la reforma a las pensiones que elimina todos los privilegios en los regímenes de pensiones.

La autocrítica... creo que le dimos demasiado tiempo a la Unidad [PUSC] para que se decidiera a apoyarnos en los impuestos. Nosotros no pudimos apoyar el plan fiscal porque había una oposición muy grande del Partido Unidad y de Otto Guevara. Entonces creo que le dimos mucho tiempo a la Unidad para ver si nos apoyaban y debimos haber tratado de que pasara más rápido.

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Las contradicciones humanas de estar frente a una persona con perfil político, pero también de ciudadano común, son abrumadoras. Si bien la objetividad es, en alguna medida, idílica, no se puede pretender que la cara liberacionista puesta durante la campaña presidencial 2018-2022, resulte a todas luces barroca.

Tras su paso por el Congreso de la República, Álvarez Desanti deja múltiples rostros políticos. Sin embargo, su personalidad, en esencia, sigue siendo abierta. Sigue siendo, sin duda, también política. Lejos de buscar consensos por Costa Rica, esa disciplina, que muchos señalan solo podría ser liberacionista, de seguir líneas partidarias, brota por sus venas. Él seguirá contra viento y marea defendiendo su visión de mundo.

Al despedirnos le pregunté de qué depende que un presidente legislativo se desempeñe bien en la mayoría de frentes políticos. Esta cuestión Antonio la tiene clara...

“Las rigideces del cargo dependen del poder político que tenga la persona que presidirá el Congreso. Si el presidente [legislativo] tiene poder político no tiene ninguna rigidez, pero si usted tiene un Presidente que es débil va a estar muy amarrado y no va a poder hacer muchas cosas”.