Concluido el proceso electoral y haciendo el recuento de los daños, analistas políticos (con los que concuerdo), expresan lo importante que fue el papel de los medios de comunicación para inclinar la balanza electoral.

Fuese por intereses comerciales, o por una genuina preocupación de no convertirnos en una teocracia, era evidente ver líneas editoriales que se volcaban a atacar más a la opción conservadora. Un fenómeno así entre los medios costarricense, solo se había dado de forma tan evidente en el referéndum del 2007 sobre el TLC. En aquel momento medios como La Nación apoyaron abiertamente al “sí”, mientras que otros como el Semanario Universidad estaban con el “no”.

La ausencia de toma de posiciones por parte de los medios en contiendas electorales es algo “característico” y casi autóctono de nuestra sociedad. Es de extrañar que a pesar de lo tanto que le gusta al tico copiar la cultura estadunidense, en esto nos quedamos atrás. En Estados Unidos, una de las democracias más viejas del mundo, los endorsement (apoyos públicos) de los medios son comunes y hasta esperados por el público, sin importar el tamaño o formato del medio.

Volviendo a lo nuestro, sin necesariamente dar un respaldo público, la cobertura que dio La Nación, especialmente con su reportaje del 18 de marzo, titulado: “Rony Chaves: Apóstol y sombra de Fabricio Alvarado”, fue considerado, sino un respaldo a Carlos Alvarado, por lo menos una postura en contra de Fabricio Alvarado y el conservadurismo que representaba. El papel de este reportaje en las elecciones no ha sido estudiado todavía a fondo, pero no se puede negar que algún impacto tuvo y hay quienes creen que inclusive jugó un papel importante (entre los que me incluyo).

Ante acciones de este tipo, donde los medios toman posición sobre determinadas políticas de Estado o apoyos a determinados partidos políticos, hay quienes sostienen que los medios de comunicación, y en especial los periodistas concretos, perderían credibilidad en sus trabajos si hacen pública su posición. Vale preguntarnos si no tendrían, más bien, más credibilidad si los medios nos compartieran su agenda y pudiéramos conocer desde donde nos están hablando. Creo que este es un país en el que la honestidad y la transparencia serían motivo de agradecimiento por parte de la ciudadanía. El detalle está justamente en dejar de armar las jugadas debajo de la mesa, y más bien exponer las cartas.

El ejercicio periodístico nacional, pareciera que ha venido dando sus primeros pasos hacia ese tipo de cambios. Seguramente habrán visto a Jorge Martínez (Teletica Deportes), Esteban Mata (experiodista de La Nación y El Mundo CR), o Diego Delfino (independiente) ser francos en lo que consideraban y en tomar una posición de a quién veían como la mejor opción para ocupar Casa Presidencial. Y no por eso los veo perdiendo credibilidad.

Ante esto lloverán críticas de ciertos sectores, pero esto siempre pasa cuando las cosas cambian. Si tanto hablamos de nuestra tarea como comunicadores en “búsqueda de la verdad”, ¿no se merecen nuestras audiencias que seamos reales en exponer a la persona detrás del profesional? ¿Será qué renunciamos a nuestra calidad innata de seres humanosal al convertirnos en periodistas?. Yo no lo creo, siempre tendremos una opinión, no podemos negarla, pero si podemos empezar a compartirla.

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