El binarismo heterosexual/homosexual es una producción homofóbica, así como el binarismo hombre/mujer es una producción sexista. En ambos casos hay dos términos, el primero de los cuales no está marcado y no es problematizado
- David Halperin

La campaña electoral del 2018 ha estado repleta de discursos homofóbicos. A veces olvidamos que estos discursos son incoherentes y esta característica lejos de incapacitarlos, los hace más poderosos: sus propias contradicciones meten cualquier esfuerzo por refutarlos en un callejón sin salida.

Es muy tentador entrar en esa dinámica, que busca refutar una por una las difamaciones y calumnias que se leen a diario en las redes sociales y se escuchan en la calle. Sin embargo, es una dinámica infructuosa, no porque sea difícil o imposible argumentar en su contra, porque en realidad es muy fácil (en algunos casos solo basta contar con la Constitución Política) pero, hacerlo no daña el funcionamiento estratégico de dichos discursos.

Decir que un argumento es discriminatorio y explicar las razones de ello, es entonces una tarea necesaria pero a la vez insuficiente. Estos intentos dejan intacta la estructura sobre la que se sostienen los postulados homofóbicos.

En uno de los casos más recientes, el candidato a la segunda vicepresidencia del Partido Restauración Nacional (PRN) hizo mención sobre una supuesta “mayoría”, la cual se ve amenazada por el acceso a derechos de una “minoría”. Tal idea, forma parte de una estrategia que busca simplificar la realidad hasta un punto extremo.

Al igual que otros términos como matrimonio, familia y sexualidad, el concepto de minorías ha entrado en disputa en múltiples ocasiones y ha provocado que la sociedad aparente ser dicotómica, es decir, dividida en dos partes excluyentes la una de la otra.

El pensamiento dicotómico tiene 4 características:

  1. Cada parte es definida por ser el contrario de la otra.
  2. La parte valorada de manera más alta ha obtenido su posicionamiento a través de un proceso a priori de exclusión frente a la parte subordinada.
  3. Entre ambas, el par dicotómico supuestamente encapsula y define a un todo, juntas suman todo el rango de posibilidades.
  4. La parte subordinada solo puede ganar mayor valoración asemejándose lo más posible a la contraparte hegemónica.

Lo anterior permite evidenciar que el pensamiento dicotómico no es neutral, al contrario, está inmerso en sistemas de dominación, poder y desigualdad. Por lo anterior, una forma de rebatir los planteamientos del candidato del PRN, más allá de sus explícitas contradicciones legales, es utilizando otro tipo de elementos enunciativos. En lugar de decir minorías ¿qué consecuencias políticas y sociales podría causar decir “minorizados”?

Decir minorizados, en lugar de minorías, define a los grupos no por lo que supuestamente son, sino por el proceso social que ha llevado a que se les conceptualice como tales. Decir minorizados pone en primera línea la inequitativa distribución de privilegios. Decir minorizados permite cambiar el ámbito de la discusión, pasar de lo que está escrito en piedra a lo que puede y debe ser transformado.

Dejar de lado la idea de una mayoría abstracta, vaporosa, a la que nadie sabe si realmente pertenece y que está constantemente bajo amenaza, permite concentrar la discusión en temas concretos que afectan la calidad de vida de muchas personas. Es una forma de revitalizar la discusión política.

Colocar como prioritaria la supuesta dicotomía entre mayorías y minorías es mantenerse en el ámbito del discurso homofóbico. Buscar nuevas formas enunciativas que resistan a dichas dinámicas es un gesto político: nos obliga a analizar las relaciones de poder que determinan las relaciones entre una serie de significados y perspectivas, y aún más, plantea la posibilidad de subvertir, resistir y cambiar esos significados a futuro.

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