Dicen que solo duró 14 minutos la Batalla aquel día jueves 20 de marzo de 1856, en el que costarricenses valientes dirigidos por José Joaquín Mora, expulsaron a los filibusteros de la Hacienda Santa Rosa en Guanacaste.

Dicen también que ellos estaban mejor armados que nosotros, pero nosotros teníamos más corazón y mucho mejores motivos que defender: nuestra Patria, nuestra Libertad, nuestra Tierra, nuestra Bandera. Para ellos solo se trataba de un pedazo de tierra más para su imperio, de una población más que esclavizar. Para nosotros era nuestra dignidad, nuestros afectos más profundos, nuestros vínculos, nuestras familias, nuestra historia, nuestras raíces, nuestra identidad.

Dicen que este primer frente de lucha fue clave para defender nuestra soberanía nacional. Los hicieron huir, pero no desistir por completo. Los hicieron retroceder, pero esto no era suficiente. Por eso la defensa de nuestro país no se acabó ahí. Con la sapiencia de quien sabe que quienes tienen sed de poder nunca se detienen, nunca se conforman, solamente se reagrupan, esperan sigilosos, mudan sus tácticas, buscan nuevos escenarios y mejores momentos para atacar, el ejército costarricense avanzó, les siguió, incluso más allá de las fronteras con el objeto de vencerles por completo.

Dicen que esta Batalla fue clave en la Campaña de 1856 a 1860 y por eso este día ha pasado a la historia de nuestro país. Por eso lo conmemoramos cada año.

No obstante, en la actual coyuntura, esta fecha nos debe hacer recordar, que nunca debemos confiarnos, que la Patria se construye y se defiende todos los días. Que la sed de poder no se sacia fácilmente. Que tenemos mucho que perder cuando dejamos que se instalen entre nosotros discursos que nos polarizan y nos dividen; discursos que legitiman la discriminación y la violencia; discursos que nos dicen que algunas personas valen más que otras o tienen más derechos que otras; discursos que nos hacen vernos como extraños, como enemigos, como amenazas.

Debemos darnos cuenta que seguimos teniendo los mismos buenos motivos para defender esta, nuestra Patria, de las amenazas profundas que se ciernen sobre nuestra unidad nacional, sobre nuestras familias, así diversas como son, sobre nuestras conquistas en materia de democracia, estabilidad, desarrollo humano, derechos humanos y paz.

Dicen que vencimos a los filibusteros, pero hoy, más que nunca, debemos actuar como actuaron nuestros antepasados. Debemos ser mujeres y hombres que defiendan valientemente una Costa Rica que ha recorrido una senda democrática que nos ha hecho destacar entre las naciones, como un país estable, como un país de paz, como un país refugio de quienes han sido perseguidos, como un país inclusivo, solidario y completamente diverso.

Hoy 20 de marzo, hacemos un llamado a mantenernos vigilantes y a defender nuestro Estado Democrático y de Derecho, que asegure la inclusión social de todas las personas sin distingo alguno, que reconozca y valore la diversidad como fuente de riqueza de nuestro pueblo, y que garantice los derechos humanos para todas las personas, todos los días. Afortunadamente, ya no son las armas las que tenemos que empuñar. Son nuestras convicciones, nuestros valores comunes de respeto, justicia, solidaridad, igualdad y fraternidad los que debemos dejar que nos iluminen para proteger este legado.

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