A pocas horas de las elecciones, el pueblo se encuentra expectante de un acontecimiento que será decisivo y esencial para la historia de Costa Rica. Estoy segura que en unos años, esta coyuntura, con su colosal movimiento nacional, será estudiada por las próximas generaciones.
Por más de que uno quiera desarraigarse del patriotismo, estas elecciones no pasan inadvertidas, y es imposible actuar indiferente ante lo que sucede. Una canción de Malpaís dice “Sé que a veces miro para atrás, pero es para saber de donde vengo”. Pero yo no solamente miro hacia atrás, miro alrededor, y lo que veo me duele. Hemos dejado entrar a tantos monstruos grandes que pisan fuerte toda la pobre ignorancia de la gente. Esos monstruos no serán para siempre, Costa Rica.
Costa Rica, tenés la opción de decidir. Decidir no ser un país de odio, de ignorancia y consecuentemente, de indiferencia. La indiferencia es lo más venenoso para los pueblos. La indiferencia ha causado los mayores genocidios de la historia, el hambre y todas las formas de violencia. Por ahí se empieza, por la ignorancia. Yo no tolero lo que no entiendo. Y me es desdeñoso e indolente lo que no he sabido tolerar.
El primer paso para subvertir y revolucionar es aceptar nuestra propia ignorancia. Una vez hecho esto, aprender de las grandes y nuevas ideas. Nos quieren devolver al pasado. A un pasado oscuro lleno de ineptitud, hipocresía y violencia. A una Costa Rica donde sus vecinos siempre distinguidos y refinados causaban esplendor afuera y violencia tenebrosa a sus esposas e hijos. Una Costa Rica que muchas veces no apostó por la educación; herramienta clave para impulsar la lucha social, económica y laboral.
Una Costa Rica con un discurso homofóbico, misógino y de estereotipos por doquier que se transmitía, inevitablemente, de generación en generación. Donde el acoso, la negación de derechos humanos, y el discurso dogmático-religioso imperaba ante las nuevas y subvertidas ideas. Donde se imponía la masculinidad tóxica, estereotipos de género y la percepción de las luchas sociales como o blanco o negro. Una Costa Rica con la doble moral de predicar lo contradictorio a los hechos.
Hoy somos una nueva generación. ¡Que gane el amor! ¡Que gane la educación y las oportunidades! ¡Que venza la cultura, la ciencia y el deporte! ¡Que triunfe el movimiento social! ¡Que gane el humanismo! ¡Que venza la transparencia! ¡Que ganen las nuevas ideas! ¡Que triunfe la unidad nacional! ¡Qué gane Costa Rica!
Porque mi país no es ese. ¡Mi país es otro! Y que la reseca muerte no nos encuentre vacíos y solos sin haber hecho lo suficiente.
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