Maquiavelo dijo una vez que la política es el arte de engañar. Pareciera que esa afirmación está marcada en la memoria de todas y todos los costarricenses que ya no creen en la posibilidad de encontrar una o un político que no los defraude. La corrupción que ha visto el país desde hace décadas sigue presentándose gobierno tras gobierno. Que si la izquierda o la derecha, que si los mismos de siempre o gente sin experiencia, que si algún día van a dejar de robarnos plata al descaro y vamos a poder tener una administración decente, honesta y efectiva.
El problema es que esto no solo pasa acá, con meterse a Facebook o Twitter y revisar los diarios de países extranjeros nos podemos dar cuenta que la corrupción pasó de ser un problema a un estilo de vida. Que por más huelgas, revueltas y guerras, el cambio se ve lejano y casi imposible. Queda claro, es un mal que sobrepasa nuestras fronteras. Pero entonces, ¿cómo arreglamos esta vara? En nuestro caso, aún tenemos chance.
La respuesta a esa pregunta es lo que tuvimos que haber buscado, desde inicio de campaña, en los planes de gobierno de los partidos políticos que se lanzaron este año. A diferencia de ello, temas como matrimonio igualitario, valores de la familia tradicional y quién iba primero en las encuestas, nos consumieron en una disputa con argumentos sacados del hígado para ver quién tenía la razón y quién no.
Nos pusimos de charlatanes a soltar cuanta parla pudiéramos y todo pasó de ser un acto político a uno cultural. Mostramos la Costa Rica en la que nos hemos convertido, el individualismo que tanto nos identifica y la falta de educación que destruye poco a poco al país. Y todo porque simplemente: no hay por quién votar. Pues yo discrepo en eso, y mucho.
Para mí también fue difícil, ver tantas opciones con propuestas llenas de odio, generalidades y populismo. No fue fácil, obvio. Pero después de escuchar muchas entrevistas, leer propuestas en planes de gobierno, estudiar los desafíos que tiene actualmente el país, buscar información sobre los sectores y colectivos olvidados, ver los equipos de trabajo de cada partido y luego, decidir a quién darle mi primer voto. Después de todo, pude encontrar un proyecto con el cual me identificaba. Mi voto es para Carlos Alvarado Quesada y no lo pongo aquí para decirle que vote por él o para que me diga si estoy bien o no, lo pongo porque es el único candidato que no me decepcionó a lo largo de todo este circo de oportunismo, mentira, cinismo y burla que fueron las Elecciones, y me parecería un descaro no mencionarlo. Fue el único que mantuvo un solo discurso, su discurso, desde el inicio de la campaña; que apostó por la educación de calidad como pilar fundamental de progreso, que veló por los Derechos Humanos sin dejar a nadie por fuera, que propuso soluciones factibles al déficit, desempleo, inseguridad ciudadana, pobreza, emergencias reales del país y no solo palabras bonitas en los debates o proyectos utópicos y absurdos en su plan de gobierno.
Lo que más admiro de Carlos es que fue autocrítico e hizo notar los errores de esta administración PAC más allá del Cementazo, tema al cual se refiere con toda propiedad, conocimiento y valentía cada vez que se lo preguntan. Y por supuesto que el cemento chino no se puede dejar por fuera ni dar por sentado, para nada. Esto fue un cemento creado por este gobierno, pero con una ayudita del PLN, PUSC, ML y hasta nuestra. Porque a veces parece que lo que pasa en este país es responsabilidad de algunos cuantos, mientras los demás solo nos lavamos las manos y vemos el partido detrás de la malla.
Con quedarnos sentados en el sofá viendo en las noticias cómo nos roban plata de la bolsa no crean que se logra mucho. Informándonos a punta de comentarios de Facebook y notas de medios de comunicación no hacemos más que dejársela más fácil a esos y esas que quieren agarrarnos del pelo. ¿Todavía tiene dudas de por qué estamos como estamos? ¿Cómo es posible que de un debate se saquen más memes que propuestas? ¿Por qué seguimos dejando que nuestra política se base en chismes, amiguismos, pleitos, odio y discriminación? ¿Acaso ésta es nuestra mejor versión de país?
Gente no, somos más que eso.
Somos más que el país más feliz del mundo. Somos más que “potencia mundial” por una birra. Somos más que Esencial Costa Rica. Somos más que un portero en el Real Madrid. Somos más que los toros, el Chinamo y la Sele. Somos más que esos debates que vimos este año. Pero ¿saben cuál es la bronca? También somos el país con menor participación ciudadana de toda América Latina (41%) desde el 2013, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
¿Entonces? Al parecer todo lo malo que pasa acá no es solo culpa del gobierno, sino que también suya y mía. Si no nos involucramos con nuestros comités cantonales, con el partido político que defendemos, con las luchas sociales que aprobamos y con la gente que trabaja para construir una mejor nación, ¿Con qué derecho vamos a criticar la condición país en la que estamos? Si cree que no se siente capacitado o capacitada para formar parte de estos grupos, empiece por usted, por su accionar y con las pequeñas obras que puede hacer día con día.
Dejemos de llegar tarde a todo lado. Dejemos de gritar vulgaridades en la calle a las demás personas. Dejemos de guardarnos el vuelto cuando nos dan más de lo que debían. Dejemos de botar basura en las calles y de desperdiciar agua. Dejemos de serrucharnos el piso y de ser tan egoístas. Dejemos de discriminar a los demás por el país de donde vienen, por su raza, discapacidad, edad, orientación sexual, creencia, personalidad, condición económica y hasta por cuánto sabe de un tema para hablar o no.
Todas y todos, en algún momento, tenemos algo que decir. Escuchémonos, aprendamos de los demás, celebremos logros ajenos, ayudemos a quien lo necesite y construyamos un bien común por encima del individual. Pero ojo, también aceptemos cuando nos equivocamos. Sepamos identificar cuando decimos un discurso de odio, por más maquillado que esté. Mi libertad termina cuando afecta la suya. La libertad de expresión es hermosa, cuidémosla y sepamos aprovecharla para construir canales de comunicación y no de mentiras.
Que sirvan estas Elecciones como instrumento para analizar nuestro comportamiento. Que para la próxima, cuando haya que tomar decisiones como país, busquemos el progreso con inteligencia, respeto y amor. Antes de buscar en la política una solución para nuestros problemas, busquemos soluciones para mejorar nuestra cultura. Ahí es cuando por fin veremos ese cambio que tanto pedimos cada cuatro años.
El país no se va a arreglar por la persona que metamos el 8 de mayo en Casa Presidencial. El país se va a arreglar hasta que usted se levante y vaya a buscar a la gente que también quiere una Costa Rica mejor, y que juntas y juntos empiecen a trabajar desde sus trincheras, como colectivo, para lograrlo.
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