Primero fueron los actuales diputados electos del Partido Restauración Nacional (PRN)  a los que se les instruyó que no dieran más declaraciones a la prensa luego de que las primeras entrevistas evidenciaran su falta de preparación y capacidad para la tarea que les espera (no me refiero a su experiencia académica sino al simple conocimiento de los temas país y su rol como legisladores para atender estos temas). La segunda movida fue el filtró instaurado por Fabricio Alvarado para recibir preguntas y entrevistas por parte de la prensa.

Esto pone en manifiesto una inesperada política de silencio del PRN ante la prensa, principalmente sorprendente al encontrarnos en medio de la segunda ronda electoral.

¿Por qué el silencio?

El silencio comunica y en este caso el mensaje es claro: Fabricio se sabe ganador en este momento. Sabe también que lo único que podría darle vuelta a esto, es un desliz de su parte o de sus colaboradores (ver: caso Juan Diego Castro). Con su silencio, Fabricio y su partido demuestran que son conscientes que tienen más que perder que lo que podrían ganar dando cualquier declaración no planificada.

No quieren evidenciar que ya han dicho todo lo que podían decir. Su discurso ya les ganó los adeptos que podía y no hablar de otros temas les ayuda a reafirmar su posición. No en vano el último video que subió la página de Facebook de Fabricio fue un “diálogo” con Alexandra Loría hablando de las guías de Afectividad y Sexualidad del MEP, donde claramente aprovechan la confrontación entre padres de familia y el MEP en la Zona Norte, para mantener el tema vigente (no es de sorprender que incluso una de sus colaboradoras fue descubierta tratando de infiltrarse a una de esas reuniones).

Pero cuando no se puede controlar que el tema de discusión sea la "ideología de género", prefieren no exponerse. Porque cuando la oposición a la "ideología de género" se agota, no hay la misma claridad hacia los demás temas. Hablar de seguridad, infraestructura, déficit fiscal, educación o incluso de su futuro equipo de trabajo solo le puede restar seguidores. Porque esto implica tomar una posición, y esos no son temas sencillos para posicionarse popularmente, ni donde encontrará tanto apoyo con declaraciones desmesuradas, como con su agenda de lucha contra la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Y, ¿cuál es el problema?

Esta es una pregunta válida, que podría hacerse cualquier persona en este momento. Si dar declaraciones solo puede generarle una desventaja, esa debería ser una preocupación únicamente de los medios de comunicación que se quedan sin noticias, y no debería ser mayor tema que cualquier otra movida politíca.

Pero, el problema es lo que perdemos como ciudadanía. Las interacciones de un candidato con la prensa son la forma en que la mayoría de las personas pueden conocer realmente a un candidato. Porque un mensaje ensayado, sin preguntas y cuestionamientos, no demuestra más que la capacidad escénica de un candidato. Verlo en interacción con periodistas que lo cuestionen, tomando posición ante temas no preparados y respondiendo cuestionamientos que lo agarren por sorpresa, no solo demuestran la capacidad y dominio de un candidato de los temas país, también sirven como pruebas del verdadero ser de una persona (para ilustrar esto, recuerde cuánto le dijo a usted, cuando Alvarez Desanti dio sus famosas declaraciones “¡No sé, yo ya no sé!” al encontrarse en un lugar incierto con todas las cámaras de frente).

Justamente por eso las interacciones de un candidato con la prensa son uno de los principales indicadores que se puede tener del carácter de un candidato.  Ningún político puede esperar tener una relación armoniosa con los medios ya que en parte su trabajo es cuestionarlo cuando sea necesario y los medios pueden apoyar u oponerse a cualquier partido en campaña (aunque en este país eso no suceda abiertamente), pero a partir del primer día de gobierno todos deben tener la obligación de cuestionar responsablemente al gobierno. El prohibir a los diputados electos dar declaraciones y el crear un filtro para atender a los medios no es la señal que uno esperaría ver de un candidato que lidera las encuestas y se considera a sí mismo preparado para ser el próximo Presidente del país.

El silencio comunica y lo que Fabricio Alvarado nos están diciendo alto y fuerte es que ni él ni su partido se encuentran preparados para enfrentar la tarea que representa gobernar un país.

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