Soy un tipo de 26 años, que no tiene nada fuera de lo normal en esta vida —y nada que hacer puesto que me pongo a escribir esto—. Paso leyendo, viendo deportes, trabajando, estudiando y pienso que andar en moto en este país es lo mejor que le pudo pasar a mi salud emocional.
Lo que me hace "diferente" es que formo parte de la cuarta generación de protestantes en mi familia. Mi bisabuelo (el padre de mi abuela) pasó del catolicismo al protestantismo, hace muchos, muchos años. En ese entonces no habían iglesias que no fueran católicas así que pasarse al "bando contrario" le trajo muchos problemas a mi bisabuelo al punto de irse a los golpes o encontrarse los vidrios de la casa rotos. Tuvo muchos pleitos por llevar una Biblia debajo del brazo cuando iba caminando.
¿Qué quiero decir con esto? Nada. Solo estoy explicando mi contexto; nunca he ido a una misa y no entiendo los rezos en febrero —aunque envidio la comida—. Además, yo era el que se escapaba y se sentía cool perdiendo el tiempo en las clases de religión en el cole porque mi madre presentaba una carta para que yo no las recibiera. En fin, soy un cristiano más, soy un pandereta, soy un “evangélico” —sin entender muy bien todavía esta etiqueta—, soy una persona que tiene una relación con Jesús, fuera de la estructura eclesiástica católica.
Por mucho tiempo he pasado viviendo en esa burbuja “pandereta”. Sin embargo, por motivos obvios, en estos días me estado lo he pasado muy, muy mal. He sentido una mezcla de tristeza, vergüenza, culpa y desesperanza. Y ya no aguanto más. Entonces...
Lo primero que les pido es perdón
A todos los que se han visto afectados con todo esto.
1. Por mezclar religión con política
Yo entiendo que cada persona llega a la política con sus respectivas creencias (es lógico) pero demandar las mismas para todas las personas es dañino, incorrecto e irrespetuoso. Es increíble que, sabiendo nuestra historia como cristianos y ciudadanos sigamos usando las mismas fórmulas cuando ya sabemos los resultados que nos esperan...
2. Por usar el nombre de Dios en búsqueda de poder
Es una tentación recurrente para toda persona. Sea donde sea que estemos y a donde queramos ir el poseer poder y reconocimiento le mueve el piso a cualquiera. Y en los evangélicos es nuestro talón de Aquiles. La obsesión por querer más, de sobresalir ante los demás, de querer adueñarse de la verdad y faltarle el miedo a hablar “en nombre de Dios” es una señal de emergencia que nos dice que nos desenfocamos totalmente de nuestra misión como seguidores de la persona que dijo que no viene a ser servido sino a servir.
3. Por discriminar y dar odio.
¿Qué cosas verdad? Decir seguir al Dios de amor y dar frutos de todo lo contrario. Es vergonzoso ver lo que estamos haciendo. Es triste que una persona llegue a juzgar a otra, etiquetarla, rechazarla... que nos pongamos por encima de los demás, demandando, sintiéndonos superiores.
Todo esto no hace otra cosa que dividir, segregar y provocar un efecto rebote de reacción aún más fuerte del que estamos dando. Es claro que no va a ser por ahí que encontremos la solución a todo esto que estamos pasando como país. Esta ruta que estamos tomando nos va terminar matando, o mínimo lastimando gravemente a nivel nacional.
Jamás el resultado de vivir el amor de Dios va a ser reflejar odio ante otra persona. Más si nosotros los cristianos somos los más pecadores y necesitados de Dios, ¿en qué condición nos vamos a poner a juzgar a alguien más por sus acciones?
Lo que me reconforta es que Jesús cuando estuvo acá en la tierra hace 2 mil años, sí causó división, sí causó juicio, sí causó revolución pero para la misma iglesia, específicamente incomodando a las personas que creían que tenían la verdad (fariseos), que “conocían” a Dios, su voluntad, que denigraban y juzgaban a los demás.
Yo me pregunto, ¿qué fue aquello? Tan mal estamos que nos parecemos en todo a quienes Jesús repudió por fariseos en ese entonces. Y todo esto por no entender lo más importante: todos somos personas, todos somos iguales. Eso significa que nadie está por encima de nadie. Que todas las personas merecen el mismo trato, los mismos derechos. Estamos así por no entender lo que implica respetar la opinión contraria y por querer regir a todos a la luz de la Biblia. ¡Por demandar y no dar el ejemplo!
4. Por manipular e ignorar
Me entristece, pero cuando se nos juzga de ignorantes, muchas veces se lleva la razón. Somos ignorantes y créanme que no lo digo como un insulto o para autoofendernos. Lo digo como una realidad dolorosa que se ve reflejada en las personas y en las acciones que tomamos. No me refiero a que seamos menos, o que necesitamos ser “educados”, lo que quiero decir es que se nota la ignorancia de la misma fe que decimos profesar (los que juzgamos con la Biblia, ignoramos de ella).
Por eso llegué a la conclusión de no juzgar (no significa justificar) a mis hermanos cristianos (esos que entrevistan en las noticias), específicamente los que dicen sandeces (no me refiero a ofensas), que no tienen idea de lo que están hablando y que actúan de forma irresponsable cerrando escuelas, mandando fake news al Whatsapp con pura basura y con cadenas de oración. Tampoco juzgo a las personas que viven a las afueras del GAM, en donde Fabricio barrió el 4 de febrero.
En mi opinión estas personas no saben lo que hacen si no que tratan de repetir un discurso de alguien más que está en el poder (llámese pastor, diputado, candidato, apóstol, locutor, Paté, Venegas). Como resultado terminan votando por un candidato que no tiene ni idea de cómo manejar un país (ni sus diputados) pero que "me garantiza que los gays no se van a casar". Entonces no importa que se vaya al carajo el país, porque se va a “mantener la familia”. Es muy doloroso, muy frustrante.
Sí tengo un problema con quienes están en el poder y manipulan a los demás, esos que por muchos años ya venían abusando de los indefensos dentro de la iglesia y que se dieron cuenta de que como ya son tantos, podían llegar al principal poder del país. A ellos les ha convenido la ignorancia de su pueblo por mucho tiempo. Eso permite “en nombre de Dios” todo tipo de abusos: de dinero, poder, posesiones, género.... Apunta del “discurso cristiano”, de la moral, los valores, la familia, las personas sienten un peso grande que los lleva a apoyar este tipo de partidos políticos. Ignorancia y manipulación.
¡Diay claro!, ¿cómo no voy a votar por el hombre puesto por Dios, por el que hemos estado orando tanto y es una profecía cumplida, que nos viene a librar de la mala influencia del mundo y a enderezar lo que está torcido? Estamos hablando de reproducir a nivel nacional la cosmovisión neopentecostal (que dañó demasiado a la iglesia) ahora metida al 100% en la política. ¡No tienen idea de lo que se viene!
Por todo esto y mucho más —que se me olvida o no pongo porque si no se hace larguísimo— en serio, con humildad, perdón. Jesús vino a una cosa a este mundo: Salvar, no condenar. Amar, no odiar.
Lo segundo que les pido es respeto
Sería muy fácil para mí decir, Fabricio no me representa. No somos de los mismos, no creemos en lo mismo. Él está en lo incorrecto y yo no. Sería muy fácil bajarme de ese bus, para que no me metan en ese grupo, para no ser juzgado como ellos, para no sufrir las mismas consecuencias. Pero eso es ilógico. Sería un autoengaño.
Ese discurso sirve en los deportes: Si La Liga pierde (nada raro), mi discurso es, “mae de por sí ya ni veo los partidos, a mí no me importa, ya me da igual, ya no es como antes”. Fácilmente me bajo de ese bus rojinegro y nada pasa. A nivel ideológico, no es lo mismo. Llueve sobre todos.
Digo que es ilógico, un autoengaño, porque como les dije, mi burbuja se está viendo afectada. A nivel país la situación está tan tensa que todos estamos saliendo lastimados, desenfocados. ¿Y cómo no?, basta decir que soy cristiano para que la otra persona tenga la peor idea preconcebida al respecto de mi espiritualidad y estilo de vida.
Pensar así es hasta racional, porque los seres humanos para simplificar las cosas metemos todo en grupos y nos cuesta hacer excepciones o distinciones en las personas y en los escenarios. Todos los musulmanes nos parecen iguales, todos los budistas, todos los de izquierda o derecha, gays, abogados, testigos de Jehová, cartagos, saprissistas. Ese es el estúpido problema de las etiquetas que nos desvía la atención de ver, conocer y entender a la persona.
A raíz de todo lo que está pasando, en la burbuja de vida que tiene cada persona, lo único que nos va dejar sobrevivir esto es el respeto.
1. Porque si no nos vamos a matar entre todos
Nada bueno va salir del odio derramado en cada bando, el daño se está haciendo muy grande y nos estamos dividiendo como país. Por sectores, ideologías, posturas, estilos de vidas, cosmovisiones, ingreso económico, títulos universitarios...
2. Por el mismo discurso de la ignorancia
Si los que somos ignorantes derrochamos odio y división se esperaría todo lo contrario de los que no lo son. Que el conocimiento nos lleve a tener empatía, interés y humildad frente a la realidad que sobrellevan la mayoría de las personas. Se trata del simple hecho de no pagar con la misma moneda (¿qué ilógico verdad?, decirle eso hacia los cristianos). Si el péndulo se tira a cualquier extremo, las consecuencias van a ser muy dolorosas.
3. Porque el discurso de la tolerancia e igualdad debe ser tieso y parejo
De una vez digo que no es justificando la intolerancia. Pero si devolvemos intolerancia con intolerancia esta vara nunca va parar. Discriminar a todos los que votan por un partido X no es ser tolerante, decir que no se es del PAC también hay que tolerarlo. Yo que soy de una minoría creo que la manera para conseguir victorias y avances es a punta de amor y respeto. La humanidad que tiene toda persona.
4. Porque es la única vía para que los religiosos entendamos
Jesús le mandó un mensaje durísimo a los fariseos judíos y sacerdotes hace 2 mil años cuando usó el ejemplo del “buen samaritano” para decir cómo se ama a quién y por qué. En aquel entonces los judíos discriminaban a los samaritanos, les llamaban perros, impuros. Pero el samaritano al que alude Jesús salva a un judío recién asaltado después de que un sacerdote y un asistente del templo no hicieron nada. Así Jesús llega a la conclusión de que a Dios no le importa la apariencia que tengamos frente a los demás, lo que le importa es lo que está en el corazón. Es con acciones, no con palabras que se ama y se respeta al prójimo.
¿Quién es nuestro prójimo?: ¿solo los que amamos o piensan igual a nosotros?
Nos quedan dos meses más de campaña. En el fondo de mi alma creo que Fabricio no va quedar presidente, pero sí pienso que el daño de aquí al 1 de abril puede ser muy grande si seguimos así a como vamos. Todos tenemos que entender lo más importante: todos somos personas, todos somos iguales.
Tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor. 1 Corintios 13:13
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.