El debate sobre la transparencia de los procesos electorales y la política en general se ha colocado en el centro de las preocupaciones sobre la democracia y sus evoluciones presentes y futuras. Especialmente, cuando vemos a la luz de casos nacionales e internacionales de corrupción – Odebrecht es sin duda el más emblemático – como a las formas convencionales de este mal – soborno, por ejemplo –, se asocian prácticas vinculadas al tráfico de influencias, el conflicto de intereses, el financiamiento ilegal e ilícito de las campañas y la generación de marcos de impunidad.
Diferentes países de América Latina se han convertido en laboratorios de respuestas a los desafíos de estas formas avanzadas y complejas de corrupción. Varias de ellas se han enfocado no solo en controlarla y sancionarla, sino en prevenirla, incentivando prácticas virtuosas de transparencia que doten a la ciudadanía de mayores y mejores niveles de información para tomar sus decisiones políticas y relacionarse con el poder público.
Precisamente en este espíritu, el pasado 16 de noviembre de 2017, los partidos políticos inscritos ante el TSE fueron invitados a dar una muestra concreta de compromiso con la transparencia: presentar su #3de3.
La operación era sencilla, entrar a https://3de3.cr/ y llenar tres formularios digitales: uno patrimonial, para que dieran testimonio de sus diferentes bienes a la hora de entrar a la función pública; uno de obligaciones solidarias, con la finalidad de constatar su responsabilidad a la hora de pagar impuestos y cargas sociales; y un tercer formulario en el que los candidatos presentaban públicamente las empresas en donde figuraban como accionistas o directores, sus financistas de viajes al extranjero, sus acreedores, sus contratos con la Administración Pública, los procesos en donde figuraban como investigados por casos de corrupción etc., para así facilitar la prevención de cualquier conflicto de intereses.
Esta iniciativa se trajo a Costa Rica después de obtener un éxito considerable en México, en donde inclusive llegó a ser Ley de la República, y en Honduras, donde, muy a pesar de la complicada situación política y social de este país, se obtuvieron las declaraciones de más de una centena de candidatos. Sin embargo, la iniciativa se topó con un panorama menos positivo en la campaña electoral costarricense.
De 13 fórmulas presidenciales y aún más aspirantes a la Asamblea Legislativa, se han recibido muestras de interés de apenas 7 partidos (ADC, FA, PAC, PRSC, PT, PUSC, VAMOS). Hemos visto a los propios candidatos presidenciales manifestar públicamente su intención de llenar las declaraciones; no obstante, la cifra de declaraciones publicadas para el cierre de la campaña es alarmante: cero.
Algunos candidatos han entregado solo una o dos de las tres declaraciones; otros las han presentado todas, pero han omitido información obligatoria, por ejemplo, el monto que perciben por concepto de pensión o algún dato de interés sobre una propiedad; estos candidatos, a quienes se les informó sobre dichas faltas, han destacado por su silencio. Además, otro grupo ha enviado su #3de3 al filo del cierre de la recepción de las declaraciones, por lo que aún se encuentran en la revisión de forma. Pero el grupo más significativo ha sido el de los partidos que ni siquiera se molestaron en contestar nuestro llamado y en el cual, lamentablemente, destacan muchos de los candidatos que encabezan las encuestas de intención de voto.
Ha sido claro que la mayoría de los candidatos desperdiciaron esta oportunidad de reconstruir la confianza del ciudadano en la clase política. ¿Qué ha motivado a la baja tasa de compromiso de las candidatas y los candidatos costarricenses? ¿Por qué les incomoda la idea de presentarse de forma transparente ante el electorado? Y sobre todo, ¿hasta cuándo vamos a tolerar esto como electores?
Siendo el voto el activo más valioso de la ciudadanía en el sistema democrático, es hora de que comencemos a exigir muestras concretas de transparencia a las candidatas y a los candidatos a puestos de elección popular. Cualquiera puede presentarse como íntegro, probo o transparente, pero ¿cuántos se atreven a demostrarlo? Averígüelo, exija #3de3.
Con la colaboración de John Brenes Rodríguez, coordinador #3de3.
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