Invitación pública

A Paola Mora. A Alberto Raven. A Juan Carlos Bolaños. A cualquier afectado por este caso... les ofrezco la plataforma de Delfino.CR para que publiquen descargos, rectificaciones y derecho de respuesta con toda confianza. Me comprometo a publicar de forma íntegra cualquier artículo que deseen enviarme y a hacerlo —L-V— en un plazo menor a las 48 horas (e idealmente y en la mayoría de las ocasiones, 24). Me comprometo, también a enlazar el texto en la lista de correos.

Dejo en autos que este espacio existe y existirá siempre para cualquier persona afectada por cualquiera de mis publicaciones sobre cualquier caso de interés público. Deben darlo por descontado siempre. Sepan que yo no dilato derechos de respuesta. No los escondo. No los edito. No los modifico. No los discuto. En este proyecto hasta el fantasma de Caro Quintero tendrá derecho a ser tratado en los mismos términos que Óscar Arias, Mauricio Montero,  Juan Diego Castro y Edgar Silva.

Lo subrayo hoy porque una persona muy cercana a Paola Mora (cuya identidad protejo) me cuestionó por mensaje privado que en mi espacio en Facebook no hay cabida para diversidad de percepciones, acusación absolutamente falsa. A mí se me cuestiona y critica libremente todos los días, mis ideas están expuestas al escrutinio vigilante de decenas de miles de personas jornada tras jornada. Lejos de imponer ideas o agendas, he trabajado incansablemente desde antes de que existieran las redes sociales (2003) por promover espacios horizontales de discusión colectiva, sello que de una u otra manera ha acompañado a cada uno de mis proyectos en periodismo desde entonces.

Sin ir muy lejos, el propio mes en el que lancé Delfino.CR (apenas en junio pasado) fundé el espacio de Inteligencia Colectiva donde más de 8000 personas (desde Otto Guevara a Ottón Solís) tienen la libertad de proponer sus propios temas (cerca de 10 distintos diarios) para discutir en un marco de pluralidad y respeto. Invito entonces a la propia persona que me hace esta acusación a publicar ahí lo que considere pertinente para que verifique que encontrará la misma apertura que han encontrado las cientas de personas que han compartido distintas preguntas, ideas, noticias y piezas de opinión en estos meses.

Dicho esto quiero aprovechar para dejar por escrito —lástima que sea en el país de la chota donde a todo se le baja el tono— que me sorprende cómo, desde que inicié este nuevo emprendimiento, se me ha vigilado, cuestionado, intimidado y hasta insultado con una intensidad más que inusual. Lo que no entienden quienes tienen que apostar por esos recursos es que yo de eso me alimento. A mí el oportunismo, el descaro, la mentira, la agresión, el abuso del poder... todo eso me motiva a despertarme cada mañana. Los matones, los puñales y los serruchos son para mí como el hidrógeno que alimenta el bus de Franklin Chang.

Mi lucha es contra los tiranos de todo tipo, no contra quienes cuestionan mis ideas y mis opiniones. A todas ellas y a todos ellos les invito a acercarse a cualquiera de mis espacios para comunicar con absoluta contundencia todas sus ideas, siempre bajo el entendido de que estamos todos en la libertad de cuestionarnos los unos a los otros, reitero, en un marco de respeto. No les quepa duda: si algo he aprendido ha sido gracias a constantes lecciones y llamados de atención que he recibido a lo largo del camino. Por eso aludo, una y otra vez, a mi grabado favorito, obra de un Goya que caminaba ya sobre los 80 años: Aun aprendo.

Entienda entonces señora y entienda usted estimado lector: mi compromiso es única y exclusivamente con la verdad. Si Paola Mora o cualquier otra persona aludida en mis textos no ha obrado de forma incorrecta entonces no tiene nada que temer: puede ver en mí a un aliado y a un servidor. Mi afán es y será siempre dar a mis lectores tantos elementos como pueda para que lleguen a sus propias conclusiones por sus propios medios.

Reitero entonces mi mensaje para todos los implicados en este caso; me pongo a su disposición, el espacio es suyo. Señora, pásele el dato con confianza a Paola Mora y que alguien se lo pase también a Juan Carlos Bolaños y a Mario Barrenechea. O que ellos mismos se den por enterados porque sé perfectamente bien que me leen. Con ninguno me voy a sentar a tomar un café por razones que ya he explicado pero a todos, a Francisco Molina, a Ronald Solís, a Alberto Raven, a Monica Segnini, a Evita Arguedas, a Gustavo Arias, a la Comisión de Crédito a José María Figueres, a Abel Pacheco, a todos les ofrezco sin ningún tipo de censura o edición el espacio para que se defiendan.

Salud.

— Diego Delfino.