Concepto de magia. Magia es una palabra griega mαγεία, que reproducía un vocablo persa cuya consonancia era casi idéntica. El latín lo tradujo por magus y Cicerón la usaba para designar a los sabios persas. La raíz de esta palabra es mag, en hebreo. De una manera general, significa “formar” o bien “modelar”, evocando también el sentido de “maceración”. Esto sugiere, que tal vez los antiguos magos se dedicaban a amasar polvos o productos análogos a la harina de trigo, y también, sin duda, a la fabricación de drogas con productos macerados en los líquidos. En su empleo más restringido, en el mundo clásico, magia es la ciencia, la industria y la religión de los Magos, los sacerdotes de la secta de Zoroastro que llegaron a Grecia.

La toma del poder. Las mujeres tienen la capacidad de generar vida, de concebir, es decir crear materia y psique, ello pone en evidencia la inferioridad ontológica de los hombres frente a ellas, y esta realidad, así como la reacción masculina ante este hecho, es una de las causas principales históricas que permiten explicar el surgimiento del machismo. La yerbatera antigua y medieval ejercía el poder medicinal y el poder religioso; eso, el poder médico y religioso no podía tolerarlo, ni permitirlo, al fin y al cabo, en occidente la religión es de hombres para hombres (con algunas excepciones como la Iglesia Anglicana y algunas ramas luteranas escandinavas); esa es una de las razones por la cual fue creada la Inquisición, se debe recordar que las brujas fueron perseguidas tanto por la Reforma Protestante, como por la Contrarreforma Católica. En 1486, es publicado el manual para la identificación, persecución y caza de brujas por parte de los monjes dominicos Heinrich Kramer y James Sprenger, quienes ya habían ejercido como inquisidores en el sur de Alemania, el “Malleus Maleficarum”, o “Martillo de las Brujas”, fue una de las más influyentes obras, que fue reimpresa varias veces después de su publicación a lo largo de dos siglos. En el primer epígrafe de ese corpus, se puede colegir literalmente que, por cada hombre sometido a un proceso, diez mil mujeres deben seguirle. Ese era el tipo de cambio misógino imperante en la época. Por eso, no es de extrañar, el reclamo y reivindicación que hacen los movimientos feministas al indicar que ellas son las descendientes de las brujas que no pudieron quemar.

Oscuridad. Entre 1450 y 1750 data uno de los capítulos más siniestros de la historia de Europa, los procesos contra la brujería y la quema de miles de mujeres protagonizan este hecho tan poco estudiado y olvidado por los historiadores. Aunque es casi imposible saber exactamente cuántas víctimas hubo, estudios oscilan que alrededor de 100.000 personas, en su mayoría mujeres, que fueron acusadas y procesadas por brujería. En su libro, “Calibán y la bruja (2004), Silvia Federici sostiene que las cacerías de brujas que ocuparon los siglos XVI y XVII fueron tan importantes para la formación del capitalismo como la colonización y la expropiación de propiedades al campesinado, elementos que Marx incluye en su término “acumulación primitiva”.

Las cacerías de brujas ocuparon tres siglos en Europa y en las regiones que los europeos colonizaron y, tal y como señala Federici, en la actualidad la “mayoría de los gobiernos de los países en los que se atacó y asesinó a mujeres por brujas no reconocen este crimen”, siendo este el caso de España y otros paises. Eso equivale a negar un holocausto. Lo cierto es que la desigualdad salarial por la misma labor, los problemas de paridad de cuotas y otras diferencias en el capitalismo cotidiano actual, tienen sus raíces históricas en esos eventos.

Akelarre. Etimológicamente significa “campo del macho cabrío” en vasco, es decir del diablo, y el prado sería el lugar donde las brujas se congregaban para invocarlo, la pregunta que surge es: ¿cómo se relacionó a la mujer como socia del demonio? Para el cristianismo de la Edad Media, las féminas son responsables de la expulsión del Paraíso, porque Eva tentó a Adán a comer del fruto del árbol prohibido, instigada por Lucifer bajo la forma de una serpiente. Aunque cueste creerlo, el fundamentalismo incluso de hoy, interpreta literalmente el libro del Génesis (existen dos), y culpa a la mujer desde los albores de la Humanidad. La imaginación y el folklore hizo el resto, las sibilas y hechiceras tomaban la forma de bellas doncellas para doblegar la voluntad de hombres virtuosos y acercarlos al Mal. Pero, en su verdadera representación, deshecho el encanto, eran viejas y desagradables a la vista, como el amo al que servían (supuestamente).

La noche de Walpurgis. En la noche del 30 de abril al 1 de mayo, buena parte del norte y centro de Europa celebra la llamada Noche de Walpurgis o "Walpurgisnacht". Se trata de una fiesta de origen pagano, arraigada en países como Alemania, Suecia, Países Bajos, Finlandia, República Checa, Eslovenia, Lituania, Letonia y Estonia, que surgió como oposición a la católica festividad de Todos los Santos (celebrada el 1° de noviembre). La fecha no es fruto del azar, ya que son exactamente seis meses los que transcurren entre una y otra; una manera gráfica de describir que la Europa pagana estaba en el otro extremo de la Europa cristiana. Según la leyenda, esa noche, las brujas vuelan sobre sus escobas a Brocken, la montaña más alta de la sierra del Harz, en el estado alemán de Sajonia-Anhalt, para invocar al diablo en grandes aquelarres. Sin embargo, el origen de la Noche de Walpurgis no puede ser más cristiano, ya que fue un 1° de mayo (del año 870 d. C.) cuando se canonizó a Santa Walpurga (o Walburga), abadesa francesa, y se trasladaron sus reliquias a Eischstätt. Santa Walpurga fue proclamada por los cristianos de Alemania patrona en la lucha contra “plagas, rabia y tos ferina, así como contra la brujería”. Paralelamente a las celebraciones paganas antes aludidas, en otras partes de Europa se siguen encendiendo hogueras en esta noche para alejar a los espíritus malignos, a las brujas y a las pestes. Las puertas se adornan con crucifijos y ramos de hierbas, las escobas se colocans con las hebras hacia arriba, se hacen sonar de noche las campanas de las iglesias, los hombres solteros caminan dando latigazos en torno a las casas y, para proteger al ganado, se coloca sal en el umbral de los cobertizos.

Resabios. Esto sucede en pleno siglo XXI; de igual manera, en Costa Rica, si usted lee entrelíneas algunos discursos de líderes religiosos y políticos, y cierra los ojos, podría suponer que está en el Medioevo, parece ser que el desprecio, mal disimulado, a las mujeres (a las que regalan flores, peluches y bombones el 14 de febrero), no dista mucho del Santo Oficio; ni siquiera es necesario ser católico para comulgar con el patrón de considerarlas ciudadanas de otra categoría. Claro, estos dirigentes nunca les dirían brujas a la mujeres en público.

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