¿Cuántas veces no soñamos con que algunas aulas se incendiaran o se inundaran, con que hubiera huelga en los coles privados, con que las vacaciones duraran más...? ¿Con ir a clases en pijama, en lugar de uniforme?... ¿Cuántas...? ¿Cuántos de nosotros compartimos esas fantasías? Y sí, nos habían advertido que había que tener cuidado con lo que se desea porque a lo mejor se convierte en realidad y entonces.... pero debemos reconocer que eso, nos parecía una exageración de los adultos, una amenaza escondida, un sinsentido. Y al principio, cuando el 17 de marzo nos mandaron para la casa, hasta los más estudiosos celebramos... ¡y nos abrazamos y todo! Después el asunto se complicó: al principio muchos profes nos mandaron demasiado que hacer y las instrucciones no estaban tan claras y bajamos las notas y ya no era igual estar todo el tiempo frente a una pantalla por gusto y por diversión que así... como si fuéramos grandes.

Algunos tardaron más que otros pero al final no hubo ninguno que no se diera cuenta de que a los que del sistema público les iba peor que a los del privado; que se les acababan los datos, que compartían los aparatos electrónicos con los papás y los hermanos...  Además, los números fueron aumentando y la enfermedad empezó a dar susto... ¿y si pasaba como en España o en Italia? ¿Y si nos quedábamos sin abuelos y ni siquiera podíamos despedirnos? Pero, había otra cosa... ya no podíamos salir a nadar, a andar en skate, a mejenguear, a jugar básquet... no podíamos hacer fiestas.... solo zoompleaños ¡y algunos cumplimos 15! Y una más... muchos de nuestros papás estaban en casa: nos pedían que ordenáramos el cuarto, querían saber cómo estábamos, de qué y con quién hablábamos... ¡todo!

Nuestras vidas empezaron a parecerse más y más a las que teníamos de pequeños. Era aburrido, pero además daba miedo. No se sabía cuándo iba a terminar. Igual, está bien... obvio que hay cosas peores y lo que es peor: todo puede ponerse peor. No somos tontos.... ¡solo adolescentes! Y aunque queremos ayudar, ser optimistas, cumplir con lo que nos toca, hacer planes: no tenemos, en realidad, muchas alternativas. Teñirnos el pelo, planchárnoslo, cambiar de lugar los muebles... lo normal. En fin, acá estamos, como ustedes, tratando de poner la mejor cara, aunque a veces no se nos note. Esperando... dispuestos a no salir o a hacerlo lo menos posible, entendiendo que perder un año no siempre es una tragedia. Deseando, que nos ayuden a descubrir si además de resistir y no quejarnos, hay alguna manera en que podamos ayudar. Nosotros siempre hemos contado con ustedes, ¿no estaría bueno que ustedes contaran con nosotros también?

Firmado por: Amanda Gómez, 15 años, Julianna Morales, 14 años, Sebastián Araya, 15 años, Antonio Rosabal, 13 años, Daniel Portuguez 17 años, Paloma Ferrari, 16 años, Nicolás Chartier, 11 años, Adrián Cortés, 14 años, María José Guillén, 15 años, Sofía Solís, 14 años, Natalia Aguilar, 14 años, Kiara Janu, 14 años, Amelie Aronson, 15 años, Amelie Cruz, 12 años, Isabella Acuña, 12 años, Valeria Rojas, 14 años, Juliana Araya, 14 años, Cristina Vázquez, 14 años, Darío Vargas, 12 años, Pilar Hernández, 14 años, Santiago Matarrita, 12 años, María Jiménez, 12 años, Sofía Villalobos, 13 años y Cristina Portuguez 14 años.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.