La Iglesia particular de la Diócesis de Puntarenas, bajo dos acciones pastorales muy concretas, como lo son la Pastoral de las Gentes del Mar y Pastoral Social Caritas, en conjunto con representantes de organizaciones de pesca artesanal, de recolección de moluscos, del sector de pesca con palangre y del semindustrial de la pesca de camarón de Puntarenas y otras localidades pesqueras en ambos litorales de nuestro país, desarrolló cinco jornadas de reflexión y análisis sobre la realidad de las diferentes pesquerías y las poblaciones asociadas a su cadena de valor, que incorpora una gran cantidad de hombres y mujeres a esta actividad productiva.

Como fruto de estas jornadas se le entregó al señor presidente de la República un documento intitulado “Manifiesto de las Gentes del Mar”; en el cual se le da a conocer la unión de voluntades presente en el grupo que lo construyó, un análisis de la situación en que se identifican los mayores problemas para las comunidades pesqueras y, por último, la solicitud expresa de construir soluciones.

Como medida inmediata y por medio de la cual se diera muestra de buena voluntad de parte de nuestra máxima autoridad política, solicitamos una reunión urgente con don Carlos Alvarado Quesada, presidente de la República, con la intención de que se establezca un verdadero espacio de diálogo que se pueda sostener en el tiempo y que produzca resultados que favorezcan a la actividad pesquera de nuestro país. Puntualizo, un verdadero “espacio de diálogo” porque ya hemos tenido tres intentos que no han fructificado, por el contrario, han provocado la insatisfacción y desconfianza por parte del sector pesquero.

Nos cuesta comprender que se gobierne de manera ajena a la cosmovisión e idiosincrasia de nuestro pueblo, que se ha caracterizado por solucionar las diferencias conversando en clara, sincera y respetuosa escucha mutua y no como ha venido sucediendo, que nos deja un amargo sabor de boca, mediante la imposición y la indiferencia. Imposición de una agenda que responde a intereses particulares contrarios a los del sector pesquero nacional y la indiferencia a las grandes necesidades que estamos teniendo en Puntarenas y en nuestras costas en general.

El hambre en Puntarenas es una pandemia social, que nos acompaña ya desde mucho tiempo antes de esta crisis de salud que estamos viviendo y que ahora se agrava aún más, lo que en su tiempo conocimos como la perla del pacífico ha perdido su brillo, es doloroso ver los locales comerciales cerrados, los barcos amarrados en los atracaderos sin posibilidades de salir a pescar, el sufrimiento de las familias afectadas y los estragos de la droga en nuestra juventud.

El rostro de la ciudad es triste, faltan las sonrisas y los entusiasmos de cuando se está bien. Me permito parafrasear al profeta Isaías: Que hermosos son sobre el paseo de los turistas, en las aceras de nuestra ciudad y otros caminos, los pies de los caminantes en animadas y calurosas tertulias y sus rostros de satisfacción. Hoy falta ver esta complaciente expresión humana.

Y nosotros como discípulos de Cristo y miembros del Pueblo de Dios no podemos hacer caso omiso de esta realidad. Queremos contribuir y recordamos las palabras del Concilio Vaticano II: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón… La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del genero humano y de su historia.” (GS 1)

Estamos convencidos de que el camino fundamental es el diálogo. El diálogo es una máxima que se debe cumplir para una sana gestión política, caracterizada por la participación justa y equitativa de todos los actores sociales en la toma de decisiones para la construcción de política pública, lo contrario al mismo es la ruptura que se da porque hay un encerramiento o la imposición de ideas de grupos cercanos al poder político.

Nos es difícil creer que se haya elegido la ruptura y que se antepongan intereses ajenos por encima de los que tiene toda una provincia y gran parte de la población de nuestro país que habita en las costas, el sentimiento que experimentamos es una distancia infinita entre quien nos gobierna y el sector pesquero y molusquera de Puntarenas.

Señor presidente yo le hago un respetuoso y noble llamado a que se acerque y se siente a dialogar y de esa manera juntos busquemos soluciones a la problemática que se ha señalado en el “Manifiesto de las Gentes del Mar”.

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