Por Susana Corrales Salazar – Estudiante de la carrera de Administración de Negocios

¿Se imaginarían Herón de Alejandría y James Watt que su máquina de vapor llegaría a implementar un sistema de motores que desplazaría los tradicionales? (Cabrillo, 2017). ¿Se imaginaría Henry Ford que sus automóviles producidos con las primeras cadenas de producción en masa llegarían a ser producidos por máquinas industriales electrónicas y que luego serían tomadas por robots fabricados por inteligencia artificial?

Realmente es difícil imaginar hasta dónde llegarán las creaciones del ser humano, y cuál será el proyecto que será creado dentro de unas décadas basándose en los proyectos e invenciones de hoy en día. El constante cambio y mejora en la producción del hombre se puede ver resumida en las distintas revoluciones industriales. Si se toma como inicios la primera en los años 1750 hasta 1840, los medios de transporte tradicionales eran los animales de carga y su economía era rural, es decir, que se basaba en la agricultura. Con la construcción de la máquina de vapor tipo Watt, en 1769, la economía mundial revolucionó en cuanto a la capacidad de producciones, debido a que esta máquina dio inicio a la fabricación industrial y a la construcción de barcos y ferrocarriles. Todo esto debido a la combustión con el carbón y la energía eléctrica (Medina, 2011).

Con estos cambios se logró facilitar la vida de los agricultores, los constructores y la vida del ser humano en general. Sin embargo, ahí no se detuvo la mejora de la producción. Una vez alcanzada la implementación de máquinas de vapor dentro del diario vivir y la electricidad en las fábricas, surgió la implementación de la cadena de montaje, conocida también la línea de producción, la cual es mayormente conocida como la época del Fordismo y Toyotismo (Guzmán, 2019).

En definitiva, esta segunda etapa de la revolución, aproximadamente hasta 1914, marcó un antes y un después en la economía y las clases sociales a nivel mundial; y no solo esto, sino la manera en la que las empresas empezarían a operar y los cambios que traería la producción mundial, ya que se lograron producciones superiores que con la máquina de vapor y a menor costos de fábrica, por tener tiempos de producción y organización más efectiva. Sin embargo, aquí es donde la industria empieza a tener un desencanto con la población, ya que, por jornadas laborales arduas, se da inicio a las huelgas.

Posterior a la finalización de las guerras mundiales, la producción se sumerge dentro de la tan conocida revolución científico-técnica o tercera revolución industrial (SenNet, s.f.). En estos años, se cambian las energías basadas en combustión, carbón o vapor a energías renovables como el hidrógeno o las baterías recargables, y se tiene más conciencia de la calidad de vida de los empleados, lo cual genera una conciencia del medio ambiente.

A partir del año 2010, se inicia la cuarta revolución industrial, en la cual se utiliza el término IoT, es decir, procesos interconectados mediante Internet de las cosas (LogicBus, 2019). El internet ha llegado a revolucionar cómo operan las empresas hoy en día y ha logrado facilitar la vida de las personas. Sin embargo, ¿cómo lograr una clara visión de hacia dónde va la humanidad, si los recursos naturales de hoy en día fueron explotados a lo largo de las primeras revoluciones? ¿Cómo lograr que los robots, la inteligencia artificial y el big data no lleguen a desplazar a los humanos en la producción?

En definitiva, se debe utilizar la digitalización de los materiales para facilitar las tareas del ser humano, rebajar los costos y el tiempo de producción, y lograr una organización mayor en las producciones que, por errores humanos, pueden fallar. Sin embargo, no se le deberían colocar las tareas más relevantes, como decisiones de negocios o producción, a un robot o a cualquier sistema de inteligencia artificial, ya que lo que diferencia al ser humano de uno de ellos es su capacidad de tomar decisiones con contexto social, con moral, abstracto y un pensamiento no lineal gracias a la creatividad que, al fin y al cabo, es lo que ha dado espacio para las invenciones de cada una de las revoluciones industriales.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas:
• Cabrillo, F. (14 de julio de 2017). ¿Inventó realmente James Watt la máquina de vapor? Expansión.
Recuperado de https://www.expansion.com/directivos/2017/07/14/5967c0eb46163f7c4e8b463a.htm l
• Guzmán, F. (2019). El mundo en el siglo XIX: Segunda revolución industrial y primera guerra mundial. Recuperado de https://infogram.com/el-mundo-en-el-siglo-xix- segunda-revolucion-industrial-y-primera-guerra-mundial-1h7k23jq1qvl4xr
• LogicBus. (2019). La Industria 4.0 a través de sus características y cómo funciona. Recuperado de https://www.logicbus.com.mx/que-es-la-industria-4-0.php
• Medina, N. M. (11 de febrero de 2011). James Watt, la máquina de vapor y el origen de la revolución industrial. RTVE. Recuperado de http://www.rtve.es/noticias/20110211/james-watt-maquina-vapor-origen-revolucion-industrial/404679.shtml
• SenNet, S. I. (s.f.). La tercera revolución industrial, o revolución científico-técnica. Satel Iberia SenNet. Recuperado de https://www.satel-iberia.com/la-tercera-revolucion- industrial-o-la-revolucion-cientifico-tecnica/