La coyuntura es multifactorial: convergen variables económicas, políticas, sociales, culturales y hasta legales; la envoltura del conflicto mediático y las tensiones institucionales que se han despertado en relación con las disposiciones del FEES, levantan ánimos encontrados que chocan posiciones importantes entre sectores de la sociedad costarricense.

Que gran porcentaje del FEES se destina a salarios

Pues sí; el cultivo del conocimiento y la formación de las personas no puede darse si no es por recurso humano. Imposible pensar en academia si solo se restringe al proceso de una manera mecanizada. Lo cuestionable en este punto es si, el sistema de incentivos del pomposo Régimen Académico que reconoce salarialmente la preparación, se corresponde con un compromiso de trabajo y entrega por parte del profesorado. En la actualidad, quienes son inamovibles ya no se preocupan por cumplir un horario, ni por procesos disciplinarios; sino que buscan “descargarse” de labores docentes y asumir la jornada fuera de las aulas en la mayor fracción posible: se ha institucionalizado el beneficio de escoger qué se hace, sin que se tomen en consideración las necesidades reales de la Universidad o el fin de la contratación. Ese desbalance se ha traducido en una gran masa de personas interinas que sustituye a los inamovibles descargados.

La defensa del FEES se vive activamente

Muchas personas (desde estudiantes, administrativos y docentes) aún no caen en cuenta de que más allá de los límites de la milla universitaria que se ubica en San Pedro, existe Costa Rica, hay un mundo entero. La popular “reivindicación” de la voluntad constituyente por respaldar a la educación superior, se hizo tan endógeno que la manifestación no ha salido de los edificios de la propia Universidad o no ha pasado más allá del semáforo frente a Derecho. El movimiento estudiantil y la comunidad universitaria en general, marchan de vez en cuando, pero ya no se tiene rumbo. De ahí la necesidad de generar espacios constantes y recurrentes, reflexiones críticas y acertadas (sin que esté en riesgo el FEES o la autonomía) para construir una posición consecuente en defensa de la Universidad Pública.

Riesgos latentes

Las lesiones han sido sistemáticas, el descontento no se trata por 70.000 millones. En la última década, las tensiones por la negociación del FEES han ido en aumento y cada año se repite la historia de los rectores interponiendo acciones de inconstitucionalidad, las federaciones convocando a marchas y la administración ajustando los presupuestos. Ya no se trata de una situación específica o individual, sino de un problema repitente que inclusive está condicionado por cuestiones como el gobierno de turno y la conformación legislativa.

Más allá de la milla universitaria, hay una sociedad que demanda más esfuerzos de la educación superior

Si quienes viven en la cotidianeidad de esa milla no salen a aportar su trabajo en esa sociedad y a pensar internamente con base en ella, el pensamiento todólogo podrá ser el mal que les consuma. Defender el FEES en las calles, en las aulas, en la sociedad o en la academia, no es excluyente de criticar en forma activa el modelo actual de Universidad, pedir cuentas y tomar acciones para mejorarlo. La clave en esta lucha se trata de que aquello no se quede pintado en las paredes de los edificios, sino de que las actitudes de la gente sean en función de una mejor Universidad: la obligación responsabiliza desde al estudiante que recién ingresa, hasta el graduado o el rector, somos toda la comunidad universitaria quienes tenemos hoy, que derrumbar la ceguera de la milla para poder mantener el espacio tan rico, diverso y valioso que los constituyentes nos dejaron para crecer y desarrollarnos como República.

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