Una de las cualidades que más aprecio de las personas es la sencillez. La sencillez de un saludo, de una sonrisa. Tal parece que en el lugar menos esperado encontré un poco de sencillez. 

La oficina del magistrado presidente de la Sala Primera, Luis Guillermo Rivas Loáiciga, es un espacio interesante. Entiendo que están en proceso de mudanza. 

En la sala de espera de la oficina del magistrado Rivas es notorio que la comodidad de los años 80 es lo que reina. Los almohadones sobre el sillón están grapados para que no se salga la espuma. 

En una maceta hay una palita y una planta recién transplantada. Los tonos maderosos se apoderan del espacio. 

Desde hace una semana le sigo la pista al estado de las propuestas para reformar al Poder Judicial. En 2017 cuando El Cementazo removió los cimientos de la Corte Suprema de Justicia hubo distintas acciones, una de ellas fue agrupar varias propuestas en un paquete de 10 puntos medulares para el salvar al Poder Judicial de sí mismo. 

Una de las reformas más urgentes, según reconoce un grupo de magistrados y magistradas es establecer un procedimiento que garantice la idoneidad en la escogencia de las personas que ocupen un puesto de magistratura. 

Sin embargo, el cambio en la manera en la que se eligen a los y las magistradas es una potestad exclusiva del Congreso. No obstante, el Poder Judicial puede hacer recomendaciones. 

¿Sigue el Poder Judicial en crisis?, ¿Por qué la Corte Plena no ha discutido compartir la iniciativa de reforma a la elección de magistraturas con el Congreso?

Con la sencillez de un magistrado poco calculador, esta semana nos acercamos a la respuesta.

TODO COMUNICA

Luego de haber reagendado la entrevista tres veces, el magistrado Luis Guillermo Rivas me atendió en su oficina. Él se sentó en un sillón pequeño y permaneció casi inmóvil durante nuestra conversación. 

El magistrado Rivas contesta con honesta inocencia lo que se le pregunta. Sin embargo, existe alguna dificultad para que de entrada se refiera de forma concreta a las consultas planteadas.

Rivas Loáiciga ha sido una de las voces que ha impulsado desde lo interno del Poder Judicial una serie de reformas que promueven la transparencia en votaciones sancionatorias y en la elección de magistraturas. También se pronunció a favor de la reforma fiscal, alegando que traería un respiro a las finanzas del Estado:

Mensualmente, el Estado necesita ¢340.000 millones para pagar salarios, pensiones, intereses y algunas otras transferencias y el Estado no tenía liquidez (...)

Si esos ingresos no se hacen llegar, de todas maneras no vamos a tener lo que nosotros pretendemos posteriormente.

La experiencia de este alto juez de la República, que ha sido electo por tres periodos consecutivos en la magistratura, ofrece lucidez y sencillez para entender el escenario al que nos enfrentamos los ciudadanos: sin presión puede que los cambios nunca lleguen. 

Me gustaría empezar haciendo un pequeño resumen de quién es usted. 

—Actualmente presido la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia. Soy funcionario de carrera. 

Tengo más de 40 años de trabajar en el Poder Judicial. Inicié en 1976, en la Defensa Pública y luego fui juez mixto; en 1995 me eligieron como magistrado suplente de la Sala Segunda y en 1999 como magistrado propietario de la Sala Primera. 

O sea, ya tengo 20 años de estar aquí como magistrado, y he sido reelegido en dos ocasiones, este es mi tercer periodo. 

¿Qué cree usted que ha cambiado en el Poder Judicial desde que empezó la crisis en el 2017, hasta ahora? 

—Efectivamente sí creo que hay cambios. Porque la crisis hace aflorar [reveló] conductas inconvenientes que, aparentemente, se habían estado dando. Se habían convertido en usuales, en normales: el conversar, el traficar con influencias aparentemente, el influir en decisiones. Aparentemente eso se estaba dando. 

A raíz de esta crisis surge la necesidad de cambiar algunos comportamientos. 

Además de que ahora existe la noción de que esos comportamientos son indebidos, sin embargo, ¿qué es lo que ha cambiado concretamente?

—Para mí es claro que el cambio es real porque uno nota en las conversaciones con los demás magistrados y magistradas, y en las decisiones de Corte, que existe un ánimo de hacer bien las cosas. 

Me parece que eso [el cambio] sí se refleja el comportamiento de los magistrados y del presidente de Corte, y de los otros integrantes. 

También uno nota que no han vuelto a existir denuncias sobre que están haciendo cosas indebidas.

CUANDO EL RÍO SUENA

Conversemos sobre la elección de magistrados. ¿Qué tan urgente es esta reforma para la Corte Suprema? 

—A mí me parece que es urgente. Lo hemos visto recientemente en la reelección del magistrado Rueda, donde se dieron todos estos cuestionamientos [sobre la manera en que se elige a cualquier magistrado]. 

Hay opiniones de la prensa, de las personas interesadas y hay opiniones de diputados, en uno y otro sentido. Se hace evidente que la selección de magistrados es una cuestión que siempre está patente.

Aún hay pendientes varias elecciones [de magistrados] en la Sala Constitucional, en la Sala Tercera y en la Sala Primera; suplentes en la Sala Primera y en la Sala Segunda.

A mí me parece que es necesario establecer algunas reglas sobre cómo hacer objetivamente esta elección, de manera que queden las personas idóneas y éticamente adecuadas. Quienes tengan conocimiento del Derecho y de lo que es una magistratura.

Porque lo cierto es que la persona en la magistratura es integrante de un Poder de la República y las decisiones de un magistrado o magistrada no solamente atañen a quienes participan en un proceso, sino que también repercuten en la conducción del Estado y del bien común. 

¿Cómo diría usted que la Corte impulsa la reforma? 

—Este tema ya fue llevado a Corte [Plena] 11 magistrados se opusieron, o por lo menos solicitaron que se pospusiera [la discusión de la reforma]. Entonces, se pospuso para conocer otros temas. 

De acuerdo con lo que hemos conversado, es posible que otra vez se conozca en Corte esta reforma. La posición de los magistrados que se expresaron [en contra] fue que en medio había una elección [en curso, la del magistrado Rueda] y que, esta propuesta podría verse como una interferencia del Poder Judicial dentro del Poder Legislativo. 

Desde luego que no es esa la idea. Porque nosotros ni siquiera tenemos iniciativa legislativa, y tampoco queremos imponer ninguna disposición, sino expresar opiniones sobre cómo podría mejorarse el proceso de elección de magistraturas. 

¿Cuál es su lectura respecto a que esos 11 magistrados y magistradas decidieron ralentizar el proceso de reforma? Porque lo cierto es que la Corte está urgida de mayor independencia e idoneidad en los cargos. ¿Le parece a usted que en lugar de esperar el momento oportuno, más bien se debería hacer oportuno el momento? 

—Creo que sí, y de acuerdo con lo que conozco, algunas de esas personas que se opusieron, ahora están indicándonos que ya están de acuerdo con que se discuta el tema. 

Pero, ¿cuándo?  

—Sí, ehmm. Realmente no sé. Sé que están en conversaciones entre los diferentes presidentes de salas y sus asesores, en el sentido de que ya se debería volver a presentar el tema en Corte. 

¿Cree usted que fue conveniente retrasar la discusión y continuar discutiendo otros temas? 

—Es posible que haya sido una decisión prudente, con el objeto de avanzar en la discusión de otros asuntos porque habíamos llegado a un punto muerto.

Las magistradas Iris Rojas y Roxana Chacón, en el programa Hablando Claro, dijeron que una de las cuestiones que se tomaron en cuenta para aún no discutir esta reforma es que es un producto desfasado... 

—Yo creo que no está desfasado, porque aún siguen vigentes en cada una de las elecciones los aspectos [que se busca reformar]. 

Ellas lo plantearon [que estaba desfasada], porque supuestamente la Asamblea Legislativa ya había analizado algunas de estas sugerencias, y también lo estaba haciendo el Foro de la Justicia. Pero, en realidad no está formalizado (...).

La Asamblea tiene un reglamento, pero existe la posibilidad de que lo varíen. Y en el pasado han habido ejemplos de que en procesos de elección, a veces, hay variaciones. 

Usted decía que la elección de los magistrados se quiso atrasar un poco, porque en Corte se planteó como una intromisión al Poder Legislativo, pero no me queda claro si es por el momento en el que estaba discutiendo la reforma. Porque la iniciativa de la carrera fiscal, impulsada por la Corte ya está en la corriente legislativa, entonces ¿por qué este tema no se ve como una intromisión y la elección de magistrados sí?

—Bueno en este sentido, para no ser subjetivo... 

Aunque podría serlo magistrado.

—Siento que en el momento estaban, y están, pendientes varias elecciones de magistrados. Pero no sé si eso determinó la decisión. 

Lo cierto es en aquel momento, en la sesión de Corte, se expresó que se quería evitar una intromisión. 

PIEDRAS TRAE

Hace algunas semanas, luego de escuchar el programa del 12 de junio, de Hablando Claro algo quedó claro para mí: algunas reformas judiciales puede que nunca lleguen. 

Al conversar sobre por qué 11 magistrados decidieron retrasar la discusión en Corte sobre la reforma a la elección de las magistraturas las magistradas Rocío Rojas y Roxana Chacón escandalosamente perdieron el control de su temple con Vilma Ibarra y Álvaro Murillo.

Ambas magistradas defendieron el no haber presentado “en este momento procesal” la propuesta de reforma. 

La elección de magistraturas aparte de poner -por enésima vez- sobre la mesa la nada transparente manera de elección de magistraturas, ha hecho visible la clara división interna que aún hoy, dos años después de iniciada la crisis, existe.

De manera reposada y respetuosa, el magistrado Rivas es claro al explicar de dónde viene y sobre cuál tema se da el quiebre interno. 

Se lee en medios de prensa; algunos círculos ciudadanos conversan, y por supuesto es mi percepción personal, de que la Corte está fragmentada a lo interno. Desde su perspectiva, ¿cuál es la fragmentación y porque se ha dado? 

—Cuando salieron los magistrados Celso Gamboa, Carlos Chinchilla y doña Doris, parecía que ellos formaban un grupo. Que ellos tenían una forma de cómo administrar el Poder Judicial, y desde luego hubo magistrados que acompañaron esta manera de administrar.

Esos magistrados todavía continúan siendo parte del Poder Judicial y entonces, en ese sentido, podría haber algunas diferencias entre el grupo que ahora es mayoritario y este otro grupo, tal vez no en decisiones esenciales, pero sí por la cercanía que tuvieron con aquellos magistrados, y porque me parece que entre ellos siguen teniendo esa cercanía. 

Pero, independientemente de que tengan esa cercanía, porque la gente puede ser amiga de quien quiera, aquí el tema es la forma en que trabajan en el servicio público. ¿Cómo diría usted que continúa siendo la línea de trabajo, se ha alineado este grupo a los cambios o hay resistencia? 

—Realmente todos hemos participado en las discusiones. Todos hemos aportado y yo no he notado que exista resistencia.

Sí hay matices, y uno nota que a veces hay decisiones dentro de Corte con seis o siete votos constantemente, aparentemente, alineados entre ellos. 

Pero no es una cuestión drástica en el sentido de que hubiera un comportamiento [indebido], sino que, son matices en la forma de ver la administración judicial. 

¿Por qué cree que, pese a los cambios que se han impulsado dentro de la Corte, después de 2 años la gente sigue teniendo la percepción de que nada ha cambiado en el Poder Judicial? 

—Aunque esa respuesta podría obedecer a situaciones más de carácter sociológico (...) me parece que nosotros no tenemos un buen manejo de la comunicación y tampoco hemos logrado dar a conocer algunas decisiones que muestran ese cambio.

Porque como le decía antes, nosotros tenemos obligaciones éticas de velar porque el  manejo de las decisiones se realicen para el bien de todos, no para beneficiar a algunos. 

Deberíamos estar claros en que nosotros no podemos andar ofreciendo puestos, porque los puestos no son nuestros, sino que son para el servicio de los costarricenses.

Porque si nosotros tenemos comportamientos incorrectos (no en la jurisdicción sino la administración del Poder Judicial) ofrecer puestos, hacer lobby o pedir a alguien que me devuelva el favor favoreciendo alguien más, porque es una persona de cierto rango, porque de eso depende que yo sea reelecto más adelante... ¿entonces, cómo voy a resolver después bien? 

Creo que cada vez somos más conscientes de que nosotros tenemos que erradicar esas conductas. No nos podemos parecer a otros. 

Usted me contaba que ya tiene tres periodos de estar acá, y dice que ahora están más conscientes sobre los comportamientos, sobre la transparencia y que el bien común debe primar.

Mi pregunta es, si lo de El Cementazo no hubiese sucedido, ¿cree usted que alguien dentro de la Corte se hubiera atrevido a levantar la mano y decir, 'la conducta de estos magistrados es incorrecta', o aquí prima la imagen de la Corte, como pilar fundamental de esta democracia?, ¿cree usted que ese miedo de que las cosas sucedieran de la manera en la que sucedieron hace 2 años impidió, impide, en algún momento impedirá, que se puedan hacer ese tipo de denuncias señalando a magistrados con nombres y apellidos? 

—Yo creo que este momento hay que aprovecharlo. Creo que esas conductas aquí se conocían pero todavía no habían llegado a un punto donde hubiera la necesidad de poner contención. 

¿No cree que era necesario? 

—Sí creo que era necesario. Pero creo que no había llegado el disparador de las cuestiones [la crisis]. Lo que yo sí creo necesario es aprovechar la oportunidad para eso [reformar]. 

Hay que aprovechar, para establecer contenciones que rechacen, de una forma más clara, esa desviación, porque es una desviación. Una desviación muy humana; cuando uno tiene la facultad de tomar decisiones, hay dos posibilidades: o la toma bien, o la toma mal. 

Le re pregunto don Luis Guillermo, ¿por qué cree usted que desde adentro no se promovió antes este cambio a nivel público? porque aquí la presión pública tuvo muchísimo que ver. 

—Podría ser que nosotros no nos estuviésemos dando cuenta de hasta dónde llegaba ese comportamiento. Porque, nosotros vemos un comportamiento adentro, pero la prensa tuvo acceso a otras cosas que se estaban dando afuera, y esa labor de prensa investigativa tenía conocimientos de cosas que nosotros no conocíamos.

La prensa, hay que reconocerlo, y la esa presión externa tuvo una importante influencia para que adentro se tomaran decisiones. Es cierto que hubo necesidad de que hubiese presión externa. 

La cuestión es, ¿qué tan profundo debería ser un problema para que desde adentro alguien levante la mano? 

—Lo cierto es que, y yo lo digo sinceramente, yo no había visto ese comportamiento tan claro como cuando empezó a salir por los medios. 

Porque uno ve una apariencia, y esa apariencia aquí no había mostrado lo que estaba por detrás. Yo no había visto que ese tipo de cosas se daban.

***

No me falla la lectura entre líneas. El mensaje del grupo de magistrados que promueven las reformas al Poder Judicial es claro: sin presión mediática las propuestas podrían quedar convertidas en papel comido por la polilla.

El quiebre interno impide que los y las magistradas lleguen a un acuerdo que permita, aún hoy, si quiera llevar a Corte Plena la discusión entorno a una de las reformas que más intereses particulares pareciera mover, ajá, para sorpresa de nadie, y como lo abordamos en esta entrevista: la elección de magistraturas.  

Con el respeto que merece la investidura de una magistratura, dudo que luego de la lamentable participación de las magistradas Rojas y Chacón en Hablando Claro (quienes recurrieron al deplorable recurso de perder tiempo de la entrevista) cualquiera de los y las 11 magistradas opuestas a conocer esta reforma quieran referirse al caso públicamente. 

Argumentar que el momento procesal no era el adecuado para conocer la reforma en Corte, confirma lo que el magistrado Rivas Loáiciga me dijo: los magistrados, quienes apoyaban la manera en la que Carlos Chinchilla, Celso Gamboa y Doris Arias administraban el Poder Judicial siguen siendo parte de la Corte. 

En ese sentido, yo no estoy tan segura de que sus manifestaciones públicas de “luego conocer esta reforma” sea honesta. Lo cierto del caso es que, lamentablemente, para transformar al Poder Judicial será necesaria la presión ciudadana y mediática. 

Para conversar sobre la más profunda reforma a este Poder de la República, la otra semana cerraré el tema con el magistrado William Molinari, quien reconoce que reorganizar la estructura judicial es sinónimo de quitar poder a su cúpula. ¿Está listo el Poder Judicial para democratizar su dinámica interna? Acompáñenme la otra semana. 

Recuerden que siempre me pueden escribir a [email protected], sus comentarios y sugerencias son importantísimas para este espacio. Gracias por leer.