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— Si usted es una mujer y se encuentra en búsqueda activa de empleo posiblemente ya sabe de lo que le vamos a hablar: la brecha salarial entre hombres y mujeres va para arriba y le va a costar más conseguir trabajo que a su par masculino.

— Esto no es nada nuevo, por supuesto, pero cuando este jueves el Programa del Estado de la Nación (PEN) nos confirma con data que la brecha salarial entre hombres y mujeres no hizo más que aumentar en los últimos años, las alarmas empiezan a sonar más alto.

— Los datos de los que les hablamos refieren a las Estadísticas de Centroamérica 2018 presentadas por el PEN que nos indican que aunque más mujeres se están uniendo a la población económicamente activa, las oportunidades de inserción efectiva para ellas no han crecido de la misma manera. Así las cosas cada vez más mujeres buscan trabajo y no logran encontrarlo por razones motivadas ¡ajá! en la discriminación de género.

— Los datos revelan, por ejemplo, que aunque el porcentaje de mujeres económicamente activas en Costa Rica subió del 33% al 40% en estos últimos 17 años, la brecha del desempleo subió del 2,35 al 2,9. En el resto de la región el panorama es equivalente (a excepción de El Salvador, que es el único país que tiene mayor índice de desempleo masculino que femenino). Panamá fue el único país de la región que logró aumentar la participación femenina al mismo tiempo que redujo las diferencias en el tema.

— El PEN asegura que son estas dinámicas —de aumento de las brechas y demás— que están asociadas a la transición demográfica las que van a determinar las posibilidades de crecimiento económico y productividad de los países de la región durante los próximos años. Algo también similar a lo que sucede aquí en Costa Rica, donde ya el año pasado se nos alertó que si contratásemos a todas las mujeres que están buscando empleo la pobreza total de nuestro país se reduciría a la mitad. Pero si seguimos viendo para otro lado y dejamos que sigan aumentando las brechas laborales por cuestiones de género, el escenario no será esperanzador ni para la economía, ni para el avance social de la región.

— Porque además, el problema no se refleja únicamente en el empleo, las estadísticas señalan que se extrapola a todas las áreas. Por ejemplo, en el ámbito educativo, los registros afirman que en la educación primaria hay más hombres que mujeres matriculando. Solo Costa Rica y Honduras presentan tasas cercanas a la paridad en esta área, pero eso tampoco da como para que nos demos con una piedra por el pecho, pues en la región completa “los rezagos en capital humano se van acumulando entre las generaciones y se traducen en barreras en etapas posteriores de la vida laboral y productiva”.

— Esta situación educativa se revierte un poco en secundaria, donde asisten más mujeres que varones. Sin embargo, si al graduarte de secundaria en la calle no te contratan por ser mujer, el reto en lugar de desaparecer, se acrecienta. Así llegamos al dato final del estudio que nos confirma que el desempleo general, como era de esperarse después de todo lo anterior, afecta en mayor proporción a las mujeres.

— Los índices de mujeres buscando trabajo han aumentado en los últimos años en toda la región. Sin embargo, aquí cabe recordar que para el caso de nuestro país, el Informe del Estado de la Nación del año pasado señaló que en Costa Rica, de un par de años para acá, más bien es la propia mujer la que está decidiendo alejarse de la fuerza laboral.

— Este es un dato que tampoco debe pasarse por alto pues lo que precisamente está alejando a las mujeres del trabajo son los roles tradicionalmente atribuidos a su género: maternidad, cuido de hijos, mantenimiento del hogar, etc. La historia de siempre.

— Con este panorama, el Proyecto Estado de la Región recomendó —en voz de la investigadora Marisol Guzmán— que se dé seguimiento a la inserción efectiva de la mujer, además de ponerle el ojo a las capacidades que están acumulando los jóvenes en la región para que se adapten a los mercados laborales, incorporando aquí los déficits de acumulación de capital humano en la fuerza laboral actual. De ese modo algún día se podrá propiciar el desarrollo de políticas educativas y programas de formación profesional y técnica que por fin logren reducir esas brechas en el desempleo.

— Mañana es tarde, ahora es cuando.

Esta nota es parte del Reporte: Y entonces... ¿las tabacaleras no estaban involucradas?