Desde que el nombre de Rocío Aguilar Montoya salió entre los que integrarían el gabinete multipartidista del gobierno de Carlos Alvarado, se supo que el Ministerio de Hacienda estaría en “buenas manos”.
Su trayectoria como jerarca de la Contraloría General de la República, en banca privada y administración pública, le valieron la confianza de cierto sector de la población y también de algún sector económico del país.
No por nada su imagen sale mejor valorada que la del mismo Alvarado en la más reciente encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos, de la Universidad de Costa Rica (CIEP). Incluso la ministra Aguilar también aparece valorada por encima del líder sindical Albino Vargas, esto pese a que, según la encuesta, el 52% de la ciudadanía respalda el movimiento de huelga.
Recordarán que, hace un par de semanas estuvimos con el diputado José María Villalta, quien nos expuso sus apreciaciones sobre el proyecto fiscal, y también con la coordinadora del Observatorio Económico y Social de la UNA, Roxana Morales, quien nos explicó por qué es necesaria una reforma al sistema tributario.
Para conversar sobre el proyecto 20.580, también estuvimos con los sindicatos, en aquella oportunidad nos atendió Luis Chavarría, Secretario General de UNDECA y vocero del Bloque Unitario Sindical y Social Costarricense.
Es decir, el ejercicio ha consistido en conversar con diferentes personas, de diferentes sectores para que cada quien construya su propio punto de vista sobre la reforma tributaria. Sin duda, a este ejercicio no podía faltar la jerarca de Hacienda.
En esta ocasión, y dejando de lado las particularidades ya dichas hasta la saciedad en este y otros medios sobre el proyecto, nos sentamos a conocer quién es la ministra Rocío y a que nos cuente lo que la tiene en la ardua tarea de conseguir satisfacer las necesidades financieras de un país que, como dice ella, “ya no aguanta más”.
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¿Quién es la persona que se está echando al hombro esta lucha por la aprobación de la ley fiscal?
—Soy una persona que ha tenido una trayectoria tanto en el sector público como en el sector privado, de formación soy licenciada administración de negocios, de la Universidad de Costa Rica y abogada de la Libre de Derecho.
Empecé a trabajar desde muy joven, porque desde muy joven entré a la escuela, desde joven entré al colegio. En general mi mamá siempre me decía que yo ni siquiera le di tiempo para nacer porque soy sietemesina, (ríe) hasta en eso me quise adelantar.
Ahora soy ya una persona grande con experiencia, con buena familia y que ha estado como le dije, en el sector público y el sector privado.
En mis primeros años tuve trabajos mientras era estudiante universitaria, en la Caja del Seguro Social y en la Contraloría de la Universidad Costa Rica, posteriormente inicié una larga carrera, de unos 20 años, en banca.
Casi desde el nacimiento de la banca privada en Costa Rica, estuve en ese proceso, desde el año 81 hasta el año 2001 más o menos. Fue un proceso extraordinario de muchísimo aprendizaje donde me tocó vivir los primeros años de la famosa crisis de los 80, yo no la leí en los libros de texto, a mí me tocó vivirla.
La ministra Aguilar se ha desempeñado en la Secretaría Técnica del Consejo Nacional de Concesiones, fue jerarca de la Contraloría General de la República y también de la Superintendencia General de Entidades Financieras.
En la Superintendencia solo estuve dos meses, porque me llamaron para tomar el reto en el Ministerio de Hacienda.
Entendía lo que implicaba ese reto, también, tenía el compromiso [de asumirlo], porque desde muchos años atrás, desde la Contraloría, se han hecho llamados permanentes sobre este tema [déficit fiscal] y lo sigue haciendo.
También, en los últimos tiempos trabajé muy de cerca con un grupo de ciudadanos, dentro de ellos, don Edgar Ayales, en la búsqueda de una propuesta que venga casi que desde la sociedad civil, podría decir, para resolver estos problemas que el país simplemente ya no soporta.
Lo que estamos viendo hoy día es la consecuencia de que el país ya llegó a tocar fondo, por lo menos en cuanto a la discusión, no en cuanto a la crisis. La crisis ya está y se podría profundizar si no corregimos el problema.
Si no tomamos las acciones, porque no es un problema que se corrija de un solo acto, esto implicará una serie de decisiones hacia adelante como una enorme disciplina por parte del Ejecutivo, de la misma Asamblea para no seguir otorgando derechos [exoneraciones irresponsables]; si no logramos financiar [al Estado] vamos a preservar un desastre que traemos desde hace muchos años.
Así que, con eso cargando en mi historia personal, con ese interés por el país, tomé la decisión de aceptar el reto del Ministerio de Hacienda, entendiendo que sería, quizás, el reto más complejo a nivel profesional y personal.
No fue una decisión sencilla, pero tenemos que comprometernos. Y, aunque uno desearía ser mucho mejor para atender este reto, hay que hacerlo, el país se lo merece definitivamente [que nos comprometamos] y será una época difícil.
Posiblemente implicará muchos dolores de cabeza y situaciones complicadas, pero al fin y al cabo cuando uno ve hacia, atrás ustedes todos son muy jóvenes, pero cuando uno ve hacia atrás, se da cuenta que ha recibido tantísimo de este país que casi todos, desde la trinchera donde estemos, tenemos la obligación de restituir algo de la inversión que el país ha hecho en nosotros.
Y no todos lo hacemos en el mismo campo, pero todos, profesionales o no profesionales, debemos entender que si no la logramos concluir esta fase lo que sigue será, como ya lo he dicho, algo terriblemente doloroso.
Solo quienes hayan leído un poco de historia, y quizás con mucho más determinación a quienes nos tocó estar en ese proceso de los 80, sabemos lo que esto implica para las personas, para las familias, para las empresas, para las miles de oportunidades que se pierden. Todos tenemos que luchar por esto y es un sacrificio presente por un mejor futuro.
Hablemos un poco sobre el problema político que significa proponer una reforma fiscal en este país...
—Sí, vamos a ver... este país tiene muchos años de estar intentando una reforma fiscal. En realidad es desde los 90 se empezó a discutir la necesidad de avanzar de un impuesto de ventas (IVI) a un IVA, pero no se logró.
Yo diría que una de las reformas más completas en esta materia fue la que se planteó durante la administración de don Abel Pacheco, pero tampoco logró su cometido [no fue aprobada, ] y terminó siendo un un plan de contingencia fiscal.
Luego se intentaron otras reformas y tampoco lograron ver la luz, en algunos casos por procedimientos legislativos, la propia Sala [Constitucional] los devolvió; y muchos de estos procesos implica pérdida de capital político que hace que la gente no intente seguir adelante.
Creo que, tal vez, en algunos momentos ese lujo se podía dar, de que si no se lograba [aprobar la reforma fiscal] se seguía con algunas medidas paliativas, el país se endeudó más y se fue a mercados internacionales. Hoy día la circunstancia es muy diferente
Hoy día no existe un plan B que no sea doloroso. En aquella época el plan b fue ir a buscar más deuda afuera y ha sido posponer inversión en infraestructura, que la gente no la siente en el corto plazo. La gente solo siente cuando le dejan de pagar el salario, las pensiones... pero la gente no siente cuánto dejamos de invertir en una carretera, en una escuela en, un hospital, en el saneamiento…
Uno de los problemas más serios que tiene Costa Rica está relacionado con la salud pública, con el tema del alcantarillado sanitario... pero esas cosas “se pueden posponer” y entonces todo se fue posponiendo y fuimos creciendo en deuda, y actualmente hemos llegado a niveles insostenibles.
Entonces cuando hubo tiempo, quizás, los ajustes hubieran sido relativamente más sencillos pero no se hicieron. Lo que hicimos fue posponer y posponer y hoy estamos en una encrucijada.
Aquí no hay una [posibilidad] de que si no pasa el plan fiscal vamos a seguir como si nada. La gente no entiende. La gente, que hoy día se manifiesta con todo derecho, no entiende que si esto no camina lo que está en juego son sus salarios. O sea, aquí no hay un escenario de que “diay esto no pasó y seguimos todos como estamos”, ya ese espacio se agotó y lamentablemente lo llevamos al filo.
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Desde la salida de la ex mandataria Laura Chinchilla se hablaba de la apretada situación fiscal que vivía el país. Ella misma reconoció que una de las deudas más grandes que había dejado a la salida de su gobierno fue la no aprobación de un proyecto fiscal. Y, aún con la negativa de iniciar la discusión durante los dos primeros años de gobierno, el también ex mandatario Luis Guillermo Solís reconoció en Café para Tres, con Diego Delfino, que su deuda con el país es también la incapacidad de la aprobación del plan.
La entrevista con la ministra Rocío tuvo lugar en el último piso del edificio del Ministerio de Hacienda. De entrada nos atiende su periodista, quien nos lleva a una sala de reuniones.
A la cita me presento con el periodista Luis Madrigal y la fotógrafa Ivannia Alvarado. La sala en la que nos atienden es amplia, con grandes ventanales que dan a la Avenida Segunda, y con una gran mesa en el centro, naturalmente a la cabecera se sienta Aguilar. Luis y yo tomamos los asientos de los lados.
Mientras, abajo, en la Avenida Segunda se lleva a cabo una manifestación sindicalista en contra del proyecto de Fortalecimiento a las Finanzas Públicas. A pesar de ello, la ministra parece tranquila y concentrada.
Por nuestro lado, conforme avanza la entrevista, Luis toma algunas notas, Ivannia no deja de disparar su cámara y yo quedo un poco distraída por los tornasoles ojos de la ministra.
“Hoy día, se habla de que el ajuste que tiene que hacer el país es del 5%, y si se pospone al 2020, asumiendo que aguante, requerirá un ajuste casi el 8%, que es el presupuesto educación. Entonces la pregunta es ¿qué lo que queremos?
¿Qué es lo que queremos al evitar que una solución, que no es perfecta pero que es la políticamente viable, se asome para que el país inicie un proceso de consolidación? Porque ya perdimos las últimas oportunidades.
Perdimos la oportunidad de hacer reformas estructurales porque nadie ha querido entrarle a los temas estructurales, entonces hoy nos vemos ante la obligación de una reforma, que si bien no es perfecta, ni suficiente, por lo menos puede restituir el nivel de confianza de los inversionistas.
Cada semana voy al mercado a ver cuánto logró captar para cubrir las obligaciones del Gobierno, pagar los salarios, pagar a proveedores, pagar pensiones, cubrir las becas, cubrir comedores escolares... eso hago todas las semanas. Y, en la medida en que no logre hacerlo exitosamente, ¿a cuál de todas esas prioridades voy a escoger [dejar de atender]?
¿Cómo es posible que nos sintamos casi halagados de que el país esté paralizado? Los ingresos de muchas empresas, y por lo tanto los del Ministerio de Hacienda, dependen de que las empresas caminen, de que siga la producción, etc.
Me parece que aquí nos hemos metido en un cuento de que somos infalibles, de que nada nos va a pasar... de que como dicen, “Dios proveerá”, y que no tenemos que ser disciplinados, que no tenemos que mostrar esa disciplina [tributaria] ante nuestros acreedores, ante las calificadoras de riesgo.
Esa es la parte que para mí se hace muy compleja de entender, porque para lo que estoy trabajando esta semana aquí, y todos los días que vengo, es para poder pagarle a toda la gente que está ahí afuera (señala la Avenida Segunda) pidiendo que no haya una solución o que la solución sea otra.
Claro que [esas otras soluciones] hubieran sido muy interesantes en otras épocas, pero no las tomamos a tiempo, ya sea por irresponsabilidad de los gobernantes, de la Asamblea o de quien sea… y precisamente de eso se trata hoy [de tomar la decisión].
Yo siento, posiblemente como nadie, el termómetro diario de cubrir salarios, pensiones, deuda, transferencias, el pago a las universidades... eso es una lucha permanente de todas las semanas".
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Cuando repaso esta entrevista y escucho las palabras de la ministra me cuesta imaginar que el Gobierno no tenga dinero para pagar salarios, no porque no entienda el problema fiscal, sino porque nunca he vivido tal situación.
Sin embargo, también recuerdo que el año pasado el Gobierno anunció en dos ocasiones que no tenía dinero, en una ocasión lo hizo saber respecto al pago de aguinaldos y salario escolar, y en otra ocasión lo hizo para informar que no había logrado captar el dinero para pagar a tiempo el salario de 132 mil empleados públicos.
Esta información circuló por todos los medios del país. Pero hoy, casi un año después parece que ha dejado de ser un tema importante.
Doña Rocío, usted hablaba de que el problema para pasar una reforma fiscal ha sido el capital político, ¿nos queda capital político a estas alturas?
—Lo que yo le digo es que quede, o no quede, ya no hay otra opción. Es una lástima que cuando ha habido suficiente capital político y cuando ha habido mejor margen no se haya aprovechado.
Yo lo que siento es que no hemos logrado transmitir, y tal vez es responsabilidad nuestra, la gravedad de la situación.
Si esto no se resuelve no vamos a sentarnos a esperar a que algo pase, va a pasar de inmediato. No es que vamos a ver “qué pasará después”... y posiblemente ahí vamos a correr todos para buscar una salida muy rápida.
¿Cómo es posible que el país no aproveche la oportunidad de tener un procedimiento como el 208 Bis? (aprobación de proyecto vía rápida), eso no lo va a lograr todos los meses, todos los años… ¿que se pudo haber aprobado antes? pero no se aprobó.
Esta legislatura tuvo la oportunidad de estudiarlo y mejorarlo con mociones de toda clase, sí, pero el tiempo se agotó. Creo que ese es el mensaje: el tiempo se agotó.
Usted también habla de que no existe propuesta perfecta, pero que esta fue la “políticamente viable”. Sobre esta frase han habido muchas reacciones, es decir, si no es viable, ¿cómo sí la hacemos viable?, ¿cómo es que se sucumbe ante un lobby y ante otro no?
—Esto no se trata… vamos a ver... este es un Gobierno que tiene 10 diputados, esto es para tenerlo en cuenta.
Entonces, cuando hablo de que fue la “políticamente viable, es porque, si bien la discusión de estos proyectos termina en Asamblea, se genera fuera de la Asamblea.
Yo he visto absolutamente a todos los grupos desfilar [en el Congreso] con el siguiente discurso: ministra, que dicha que usted está ahí. Acto seguido: este país necesita la reforma porque sin esta reforma no vamos a salir adelante y vamos a apoyar esta reforma, etc., etc.
Tercer acto: nosotros somos el grupo X, no sé si usted sabe lo que impactamos y lo importante que somos para la economía; sin nosotros este país no existiría...
Siguiente acto: por lo tanto, nosotros necesitamos un tratamiento diferente. Y, el último acto es: tenemos a los diputados para lograrlo.
Le voy a decir que, no hay un solo grupo de este país que no haya hecho esa tarea.
Algunos las hacen en la calle, otros las hacen desfilando en la Asamblea... así es. “Todos estamos convencidos de que hay que pasarlo [el plan fiscal] pero a mí no me toque”. Todos están convencidos de que tiene que pasar [alguna reforma] pero que no toquemos uno de los disparadores de gastos más grande, como empleo público.
Todos estamos de acuerdo, “pero la regla fiscal a mí me va a afectar”. Todos estamos de acuerdo, pero muchas veces usamos argumentos como “canasta básica no porque afecta a los pobres”.
Usan el argumento que antes de eso [el IVA, regla fiscal u otros] controle la evasión y la elusión. Pero lo cierto es que, todo eso también se está tratando de hacer, al fin y al cabo lo que tiene este proyecto en alguna medida son herramientas que van a ayudar para eso.
Pero esta es la fobia, tributo-fobia. Y, algunos simplemente justifican que más impuestos no, porque el Estado es muy gastón.
[En otros casos] hay gente que simplemente no va a querer contribuir y en otros, en efecto, el Estado debe de dejar de ser gastón, para tener la legitimidad. Pero eso es más o menos a lo que me refiero cuando hablo que es lo políticamente posible.
Porque, esto es un juego de fuerzas y de ideologías, que yo respeto muchísimo o sea yo no voy a adversar a una persona porque crea que no deben existir impuestos o porque crea que el Estado debe ser pequeño o muy grande, es decir, yo eso lo respeto, en el tanto no las usemos para llegar a cosas insensatas .
Uno de los argumentos que me gustaría usted pudiese conversar es precisamente el de la evasión y elusión, que los sindicatos demandan que primero se ataquen estos temas y luego hablemos de nuevos impuestos. ¿Cuál es el punto de vista de Hacienda?
—La realidad es que efectivamente nosotros enfrentamos un fenómeno de evasión, no podemos decir que no. Y, parte del problema es que el tradicional impuesto de ventas no es un buen instrumento para combatir la evasión.
En realidad, la apuesta más grande es el IVA. Aquí no sólo se trata de tener más ingresos, se trata de tener mejores herramientas para el control de la evasión.
Pero, tampoco es que no se ha hecho nada, temas como la Ley de Fraude Fiscal, factura electrónica, poco a poco ayudan a este proceso [combatir la evasión y elusión].
La norma de subcapitalización al final quedó sílfide [desmantelada] porque todo el mundo le fue quitando fuerza. La norma subcapitalización es un instrumento súper interesante para combatir la elusión, recordemos la diferencia entre evasión y elusión.
Evasión es que simplemente incumplo y busco no pagar impuestos. El caso de la elusión prácticamente uso al propio ordenamiento jurídico para facilitarme el no pago de impuestos o pagar menos.
El proyecto [que se discute actualmente] ayuda en el combate de estos dos métodos de no pago, tenemos años de [trabajar por combatirlo] y todavía se dice en la calle que las evasiones son del 8%, bueno hay un estudio que se hizo con el Fondo Monetario en el que ya no hablamos de esa cifra, pero tampoco es que tenemos una cifra que nos llene de orgullo.Tenemos que seguir trabajando sobre todo el tema.
En el proyecto también se incluyeron temas de paraísos fiscales, renta global.
¿Y con el tema de exoneraciones?
—Con exoneraciones es que tenemos años de dar exoneraciones. Hay otro proyecto con el que queremos es, por lo menos, fijar las exoneraciones con plazos, lo que se llaman “leyes de ocaso”.
¿Por qué? bueno, porque puede ser, sin que esto signifique que yo esté en contra de una exoneración per se, pero nosotros otorgamos exoneraciones que se quedan pegadas para el resto de la vida. Esto es un tema que hay que corregir.
Entonces hoy día [para rechazar el plan fiscal] nos estamos agarrando de 40 años de no hacer nada para decir “hágalo todo ya” y eso no se puede.
Mi último tema es el empleo público, ¿es esta discusión fiscal la antesala de una propuesta sobre empleo público?
—En este proyecto se incorporan algunas medidas que, para claridad de todo el mundo, no se le está quitando nada a nadie. Lo que estamos haciendo es tratar de que el crecimiento hacia adelante sea más acorde con el costo de vida.
El país tiene años de estar tratando de entrar en la discusión del empleo público y ahí, al igual que en materia de impuestos, nadie quiere entrar, nadie quiere tocar el tema.
Porque cuando el asunto llega a la Asamblea Legislativa, posiblemente los partidos que están ahí representados entienden que afuera hay 200 mil personas que el día de mañana podrían votar por ellos, no podemos engañarnos, entonces este tema tampoco ha logrado ver la luz del día.
Si bien este proyecto incluye algunas medidas, la idea es avanzar a que el país pueda avanzar hacia una ley de empleo público, no es una ley de remuneraciones únicamente.
Es que realmente el Estado necesita contar con el recurso humano de calidad y en las cantidades que requiere. Y, hoy día nosotros tenemos un sistema que se quedó de anquilosado, que no evolucionó.
Tenemos un sistema que se armó como un archipiélago, con enormes disparidades salariales, inequidades de responsabilidades que reciben remuneraciones diferentes; nosotros no estamos valorando cuáles son las competencias que requerimos en la Costa Rica de hoy, porque es más bien el recurso humano que nos acompañará durante los siguientes años. Así que la ley de empleo público es algo que realmente va más allá de salarios. y entonces y tampoco es que va a generar.
¿Piensan proponer el proyecto para el otro año?
—Vamos a ver déjeme decirle yo tengo de trabajar en este tema desde el 2008, ya tengo 10 años de estar hablando de empleo público. Arranqué desde la que estuve en la Contraloría.
Esperamos tener un borrador del proyecto hacia finales del año, para empezar a sensibilizar y a discutirlo con los diferentes sectores. La meta había sido junio a más tardar julio del año 2019.
¿Se ve terminando la gestión completa con ese gobierno?
—No es que me vea terminando o no terminando. Cada día que yo vengo aquí lo hago con el mismo entusiasmo y compromiso; y estaré aquí mientras le pueda servir al país y, en particular, mientras tenga la confianza del presidente Alvarado.
En el momento en que cualquiera de esas dos cosas no se dé, pues no tendría sentido que yo permanezca aquí.
Pero, ¿qué le dice su lectura más política de la situación?
—Vieras que yo no me planteo esto. Lo que me planteo todos los días es ¿qué voy a hacer hoy para avanzar? ¿Cómo podemos colaborar? Si mañana no soy yo, cualquier persona que se siente aquí tiene que hacer lo mismo.
Esto no es porque está Rocío o esté Juana. Cualquier persona que se siente aquí y que quiera actuar de manera responsable, tiene que hacer lo mismo, habrá matices; a la larga nos encontramos a alguien más creativo para los temas de gasto y de ingresos…
Pero eso [el déficit] no va a cambiar. No cambia el nivel de deuda, tampoco los problemas de empleo, ni los estructurales de diseño del Estado, etc.
Si alguien me garantizará que eso cambia porque alguien diferente se siente aquí, téngalo por seguro que le doy el espacio.
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APUNTES GENERALES DE LA SEGUNDA PARTE
Pero, ¿quién paga los platos rotos de las crisis? Es lo que nos responde la ministra en la segunda parte de la entrevista, que dirigió Luis.
Antes de que la escuchen únicamente rescato señalar que si bien existen diferencias entre la crisis de los 80 y la actual, recalca la ministra Rocío, antes la población no estaba tan endeudada, y que de no corregir el problema fiscal, la peligrosa cascada de que la gente no tenga dinero, podría seguir a que a los bancos, and so. "Las crisis las pagan los pobres", dice Aguilar.
Los temas de esta parte son:
-El endeudamiento de la ciudadanía no solo es alto, sino que también es en dólares.
-El Ministerio de Hacienda debe mejorar la gestión aduanera, y pasarse a sistemas digitales, así como mejorar la gestión de riesgo.
-¿Tenemos un Estado muy grande o estamos mal distribuidos?
-No podemos recargar tributariamente solo a un sector del país.
-¿Tenemos un sistema tributario desigual?
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Una coherente Rocío Aguilar Montoya sigue en la batalla por aprobar el proyecto 20.580, después de todo es su trabajo, para esa tarea se matriculó con el Gobierno de la República.
Su reposada personalidad, ante el evidente caos fiscal, puede que sea lo que necesite el país actualmente. De pronto me recuerda a Marta Acosta, la contralora general, quien también hace incesantes llamados de atención sobre la situación que vivimos.
Con Aguilar hilamos hasta el centro de “lo viablemente político”, frase que personalmente me chocaba bastante, pues como ciudadana me sentí burlada por los círculos políticos del país, que favorecen los lobbys empresariales. Sin embargo, es cierto que no nos podemos engañar, esas discusiones se dan fuera del Congreso.
El tema es, como ciudadanía dónde nos encontramos, según el CIEP, apoyamos la renegociación del texto, pero no apoyamos las medidas de los huelguistas, ¿el detalle? El tiempo ya se agotó.