Y dale con la cantaleta de la reforma al Estado. Ese es, probablemente, uno de los muchos pensamientos que nos vienen a la cabeza cada vez que escuchamos “Comisión de Notables”. Y es que tres de los últimos cuatro gobiernos (Abel, Laura, Carlos) han conformado una para discutir y concluir cuáles son los cambios estructurales que necesita el país para salir del estancamiento que vive.
Nada que no se haya dicho. Ese, también, podría ser otro de los juicios que hacemos cuando pensamos en lo que hará dicha comisión, a la cual el gobierno de Carlos Alvarado ha preferido llamar Comisión de Reforma del Estado (CRE).
El pasado mes de junio, el mandatario juramentó al grupo de 14 personas conformado, entre otros, por el mismo ministro de presidencia. Se trata de personas como los exdiputados Mario Redondo, Rolando Araya y Francisco Antonio Pacheco, el exvicepresidente de la República Kevin Casas y los académicos Roberto Salom y Silvia Castro.
Otra de las personas integrantes de esta comisión es Abril Gordienko, abogada, docente universitaria y por autodefinición activista cívica. Ella ha destacado durante el último lustro, en la política nacional, por impulsar un proyecto que reforma la manera en que se elige a los diputados.
Con ella estamos esta semana. Le cuestiono sobre el valor agregado que podría tener la Comisión de Reforma del Estado y los límites reales de su aporte como grupo de trabajo diverso. Conversamos en el entendido que, ninguna de sus respuestas o puntos de vista representan la voz del Gobierno o del propio grupo.
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Mucho se ha dicho sobre las reformas al Estado que precisa nuestro país para alcanzar el desarrollo social al que aspiramos. De hecho, hace algunas semanas estuvo con nosotros Leonardo Merino, coordinador del Informe Estado Nación (PEN), quien nos explicaba sobre el entrabamiento político y social por el que atraviesa Costa Rica.
Merino también comentó sobre lo que no se ha hecho en el país, y dijo que estructuralmente arrastramos 30 años de rezago social, por no tomar decisiones políticas.
Instituciones como el PEN, las universidades públicas y organismos internacionales, por ejemplo, la OCDE, nos han hecho saber, por todas partes y de todos los modos posibles qué es lo que hay que hacer, entonces, ¿por qué no se hace?
Si ya hemos tenido comisiones de notables, ¿para qué otra?, ¿acaso no hemos entendido qué es lo que se necesita reformar? Para contextualizar y por si usted amable lector o lectora aún desconoce el trasfondo considero importante preguntarle a Abril Gordienko sobre lo que ella considera que es una reforma al Estado. Por ahí empezamos, luego ahondamos en causas y metas.
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Resumidamente y, tal vez, sin repetir lo que ya se ha dicho, ¿qué considera usted que es una reforma del Estado?
—Bueno, cuando uno ve que un país como el nuestro, con un potencial tan grande, en términos de capital humano, paz social, ubicación geográfica, etc., de unos años para acá está estancado, es natural cuestionarse por qué está estancado. Y pareciera, algunos llegamos a ese consenso, de que tenemos una sobrepoblación de instituciones.
Somos un país tremendamente legalista, tremendamente reglamentista. Entonces, tenemos una frondosidad estatal que se volvió ineficaz, ¿por qué? Porque, a pesar de que hay un exceso de controles, hay descoordinación; tenemos una fragmentación social y política, diría, exacerbada.
Entonces, las sociedades tienen a buscar soluciones técnicas a este tipo de problemas. Los que estamos en esta comisión, y los que nos interesamos por los asuntos del Estado, sabemos que la solución no puede ser solamente técnica, sino que tiene que ir acompañada de cambios culturales y políticos, con un abordaje que de alguna manera incluya a toda la población y a toda la ciudadanía.
[La Reforma del Estado] para mí, tiene más que ver con la visión de desarrollo que tengamos. Tiene que ver en cómo como sociedad nos podemos adaptar a todo lo que va cambiando en el mundo y también aquí adentro, acompañando las soluciones técnicas con cambios sociales. Es decir, que las soluciones técnicas resuelvan lo que la sociedad va demandando y va planteando.
¿Y por qué es necesaria?
—Simplemente porque como país, como sociedad, durante varios decenios hemos evadido la tarea de acometer las medidas y los cambios fundamentales para que nuestra democracia sea eficiente y efectiva; para que se adapte a los rápidos cambios de esta época, para que sea motor de desarrollo y mejore pronta y equitativamente la calidad de vida de las personas.
Y digo que la tarea la hemos evadido como país, porque hemos sido todos: los tomadores de decisión, los grupos de presión, los medios [de comunicación] y los ciudadanos. Todos hemos optado por la queja constante, por señalar chivos expiatorios y buscar excusas para no hacer grandes reformas.
En el camino, hemos canalizado nuestra frustración por medio de mecanismos que solo han complicado aún más el escenario; me refiero a la creación de más instituciones, más controles, más leyes, más partidos políticos, etc. Nada de eso sustituye la reforma del Estado y la reforma política integral que le devuelva fluidez al sistema y permita que la sangre y el oxígeno circulen de forma saludable y eficiente.
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Abril se refiere a que la reforma del Estado, es en gran medida, una reforma al sistema político, no se trata solo de cuestionarnos si el presidencialismo, como también lo había explicado Leonardo Merino, da o no los réditos necesarios para funcionar como sociedad, sino también de cuestionarnos la utilidad de las normas y leyes que surgen en un determinado momento histórico pero que luego se convierten en un lastre.
Por ejemplo, el reglamento de la Asamblea Legislativa, concebido en una lógica bipartidista, enmarcó las mociones como una forma de obligar a los dos partidos predominantes a escuchar a los minoritarios. Sin embargo, actualmente esta figura permite a cualquier congresista presentar hasta “un carretillo de mociones”, para impedir o retrasar la aprobación de una ley, convirtiendo así las mociones en una manera de entrabar el sistema legislativo.
“De alguna manera, durante años, en Costa Rica hemos venido evadiendo abordar, de frente y de manera responsable, abierta y madura, esas reformas que hay que hacer. Y tenemos actores políticos y sociales, y grupos de personas que hacen propuestas 'por aquí y por allá', e inmediatamente hay otro grupo que las sataniza, que las rechaza. Nos cuesta mucho dialogar”, recuerda Abril.
“Quiero acotar algo y es respecto a la terminología de notables, que fue la que se usó durante el gobierno de Laura Chinchilla. Yo no veo este grupo [Comisión de Reforma del Estado], como de 'notables', y no porque no haya personas capaces, sino porque somos un grupo de trabajo. No somos un grupo de eruditos que estaremos metidos en un claustro para producir recetas o fórmulas mágicas, porque, además, ya hay muchísimo trabajo hecho. Como el que produjo la comisión durante el gobierno de doña Laura [Comisión Presidencial sobre Gobernabilidad Democrática], luego está el otro acuerdo nacional que coordinó don Roberto Artavia y don Miguel Gutiérrez-Saxe durante el cuatrienio pasado [administración Solís Rivera], hay mucho trabajo hecho en las universidades, por el Estado de la Nación, es decir, material tenemos”.
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Entonces, ¿para qué una Comisión de Reforma del Estado si ya tenemos todo este material?
—Porque todo eso [la información, los estudios] está desperdigado. Además, creo que en la administración de doña Laura, pese a que fue un aporte importante nombrar a la comisión y lograr que se produjera trabajo, creo que el momento en que se planteó fue muy cerca de finalizar su Gobierno. Y faltó una estrategia de que cuando el Gobierno entrante recibiera esa información, tuviera herramientas para ejecutarlas y/o armarlas como un proyecto de ley y además impulsarlas desde el Ejecutivo.
Lo bueno de esta Comisión [de Reforma del Estado] es que se está nombrando al principio de la administración y, ojalá, nos dará tiempo de producir resultados concretos. Yo no formo parte del Gobierno, y para nada mis palabras representan al Gobierno, pero tengo entendido que a los productos que salgan de las comisiones [grupos de trabajo dentro de la CRE], se les dará forma de proyectos de ley, para que esta vez sí se concreten.
Sin embargo, yo no podría garantizar que esto será así, pero esa es la idea. Procesar y seleccionar lo que creemos que es viable. Porque también podemos imaginar un escenario perfecto, pero si políticamente no es viable, en una fragmentación tan visible… es decir, debemos también ser pragmáticos y realistas.
Entiendo que la Comisión de Reforma está formada solo por 14 personas pero, ¿van ustedes a involucrar a quienes generaron la información que ya está disponible?
—Esa es la idea. La idea es conversar y reunirnos con personas que han producido esos trabajos. Y también con otros grupos que no necesariamente son instituciones formales, sino que hay colectivos ciudadanos con aportes importantes.
Porque no somos los únicos que tenemos todo el conocimiento. La idea es establecer diálogos con quienes hayan producido trabajo o lo estén produciendo.
Doña Abril, usted habla de una visión de desarrollo. La comisión es muy diversa, en ese sentido, ¿tienen una visión común de desarrollo para direccionar las propuestas de reforma que vayan a hacer?
—Mire, esa pregunta es importante. ¿Tenemos los 14 una misma visión de desarrollo? No, por supuesto que no. Eso es parte del reto y también una ventaja. No es una comisión estrictamente técnica, no solamente somos politólogos y abogados; hay personas que nunca han estado en política pero que pueden aportar una visión completamente diferente, incluso facilitar el funcionamiento de la misma comisión. Funciona muy bien que participen personas de otras disciplinas, esto puede traer una visión menos técnica y probablemente más cercana a lo que la ciudadanía siente y demanda.
Me explica Abril que la comisión trabaja sin cobrar, y que se reunirá una vez por semana durante un plazo inicial de dos años, aunque la esperanza de quienes integran el grupo es dar resultados mucho antes. La activista ciudadana reconoce que como grupo enfrentan las críticas de la manera más conciliadora posible porque están conscientes de que, en cualquier momento, sus detractores bien pueden convertirse en piezas clave para consultar sobre alguna propuesta planteada por la comisión.
¿Cómo funcionará la comisión?, ¿cómo se van a organizar para trabajar?
—Nos vamos a dividir por subcomisiones [por temas], porque no siempre podremos trabajar en un plenario las 14 personas. Entonces, para ser más productivos y que eso no nos detenga, haremos subcomisiones por temas.
El trabajo no se presentará de manera acumulada, sino que, lo vamos a ir entregando por temas. Entonces, una vez que determinado tema esté listo, lo armamos como un proyecto de ley, y el Gobierno verá cómo lo socializa, por decirlo de alguna manera.
¿Cuáles son esos temas prioritarios de la CRE?
—El Reglamento de la Asamblea Legislativa, que es un tema constante; a mí me parece increíble que tenemos 30 años de hablarlo y únicamente se le han hecho retoques.
Queremos abordar las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, ¿conviene que el gabinete sea aprobado o censurado por los diputados?, ¿conviene pasar a un parlamentarismo?
Del parlamentarismo se viene hablando hace varios años, ¿qué tan realista es esa propuesta?
—Yo creo que la sociedad se toma su tiempo para asimilar algunos temas, para madurarlos. Y yo no conozco ninguna reforma que alguien diga, por primera vez de la nada, esta es la solución y que una sociedad la acoja a brazos abiertos, y hagan la reforma inmediatamente. Esto toma tiempo.
Y entonces, la gente dice “diay vienen hablando de eso hace años y nada sucede”, bueno, pero no pasa porque tal vez no estábamos listos [como sociedad]. Tenemos una resistencia muy natural al cambio y hay otras ideas en el aire. Pero, tal vez, este sea el momento.
Vea que interesante. El votante costarricense sigue teniendo una preferencia presidencialista, en el sentido que le siguen dando mucha importancia al presidente, aun cuando las identidades partidarias se han desdibujado, etc., y uno ve votantes que, incluso, cambian de parecer mientras hacen fila para votar. Aun así, siguen teniendo la esperanza de que al presidente o presidenta que elijan les va a resolver todos los problemas.
Al mismo tiempo, ese mismo votante, no le da el poder al presidente. Consistentemente venimos durante las últimas tres o cuatro elecciones fragmentando a la Asamblea Legislativa, es decir, como electorado, estamos comenzando a funcionar como si fuéramos de un país parlamentarista.
Estamos balanceando el poder, pero lo que nos falta entender, es que en ese “balance” lo que estamos haciendo es trabando la gobernabilidad, y la única manera, con un sistema multipartidista, de destrabarnos y funcionar es pasarnos a un parlamentarismo o semiparlamentarismo. Porque entonces quienes logren formar mayorías y coaliciones, en la Asamblea, serán quienes escojan al jefe de gobierno.
En este momento tenemos lo peor de los dos mundos. Estamos poniendo una esperanza enorme en la figura presidencial, pero no le estamos dando poder en la Asamblea, es totalmente contradictorio; no sé si es un acto consciente, no creo que lo sea, pero creo que son señales de que el electorado, tal vez, está listo para pensar en que la decisión de elegir al jefe de gobierno pueda salir del Congreso”.
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Claro está que, el planteamiento de Abril pasa por reformar la manera en cómo se eligen a los diputados, Abril menciona que actualmente las listas cerradas lo que ofrecen es un mecanismo de elección opaco, donde quienes llegan a colocarse en esas listas, muchas veces, tienen nulas relaciones con la ciudadanía.
Para cerrar, aparte de lo que ya Gordienko ha comentado, vuelvo a consultarle sobre la novedad, sobre el valor agregado que tiene esta Comisión, ¿qué tiene este grupo de trabajo que no ha tenido el de Abel Pacheco y Laura Chinchilla? Aparte de no ser únicamente un equipo técnico y que tendrán más tiempo para trabajar… ¿Qué harán que no hayan hecho antes?
“Diría que el hecho de que nos propusimos entregar productos terminados ya es algo diferente. No son solo recomendaciones, sino que queremos plasmarlos en proyectos de ley. También somos personas distintas [a las comisiones anteriores]; ciertamente vienen tres personas que estuvieron en la anterior comisión de doña Laura, pero son tres de 14.
Hay mujeres. Yo creo que las mujeres tenemos una visión diferente. El hecho de que esté alguien como Diego [Diego González, 26 años] es algo novedoso, es un muchacho muy joven. Reitero, el que no sea una comisión estrictamente técnica es algo diferente”.
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Ciertamente la conformación de la comisión del presidente Alvarado es notablemente distinta a la de la ex presidenta Chinchilla. Mientras aquella la conformaron seis hombres, esta la conforman siete mujeres y siete hombres. Sin embargo, ambas comisiones han sido muy criticadas.
Mientras la Comisión Presidencial sobre Gobernabilidad Democrática fue cuestionada por su tardía conformación, casi al final de la gestión presidencial, y por el poco impulso político, la Comisión de Reforma del Estado es criticada por su “anacrónica” manera de hacer política. El diputado José María Villalta la catalogó de desfasada y acusó al Gobierno de implementar recursos de “la política tradicional” para buscar soluciones a problemas estructurales. Pero, ¿es realmente una forma vieja de hacer política?
Vamos a ver, según el Programa Estado Nación de la Nación (PEN), entre 1990 y 2013 se elaboraron al menos 27 documentos que recogen “recomendaciones” para reformar al Estado costarricense. El PEN también detalló que, la primera comisión de este tipo fue la Comisión Consultiva para la Reforma del Estado Costarricense, la cual propuso en su primer informe, en 1990, una “reorganización del aparato estatal”.
Veintidós de los 27 documentos señalados por el PEN se concertaron luego del cambio de siglo, es decir, desde que se rompiera el bipartidismo, en promedio, se elaboró una propuesta de este tipo cada ocho meses.
Los principales ejes temáticos de las comisiones reformadoras han sido principalmente la gestión pública, organización territorial y función pública y empleo. Entonces sí, puede que la carta de crear comisiones para estudiar las reformas estatales esté un poco gastada.
Aun así, Abril Gordienko pide a la población y a los diferentes sectores que les den tiempo de trabajar, ella prefiere pensar que “no porque no se haya logrado antes quiere decir que no se va a lograr nunca”.